Rafa Simón

Jorge Arcas, el capitán en ruta de Movistar Team

“Ves que el tiempo pasa despacio, que donde tú estabas ahora lo ves por la televisión y piensas qué poco se valora cuando se tiene salud”. En este artículo repasamos la historia del oscense, que ha cumplido una década como ciclista del Movistar.

Rafa Simón

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Jorge Arcas en una imagen de la pasada Vuelta a Andalucía. Foto: Rafa Gómez (Sprint Cycling Agency)

Ves que el tiempo pasa despacio, que donde tú estabas ahora lo ves por la televisión y piensas qué poco se valora cuando se tiene salud”, lamenta.

Le han recetado reposo absoluto durante cuatro semanas, pero puede acompañar la penuria con una muleta. Cada paso por las calles de Sabiñánigo, un pueblo pintado en las faldas del Pirineo aragonés, es un abrazo sonreído con cada vecino. Allí le quieren mucho. “Un día me hicieron una fiesta sorpresa y todo organizada por el Club de aquí, el Edelweiss”, recuerda orgulloso.

Luego agacha la cabeza. Es inevitable volver a la raíz de todo aquello. A por qué ocurrió. El día había comenzado con sol, pero, tras las nubes, comenzó a chispear, dejando el asfalto impregnado de la primera capa de lluvia, tan fina como peligrosa. Como capitán del equipo alentó al resto a avanzar hacia posiciones cabeceras dentro del pelotón, pero, sin darse cuenta, se dio de bruces con la mala suerte. Un grito rasgado precedió un frenazo desesperado, pero ya era tarde. Aquel golpe seco dolió. Al levantarse, ni siquiera el aturdimiento le pudo ocultar que su cadera punzaba. “¡Vamos, intenta llegar a meta, ya intentaremos valorar luego que te ha pasado!”, le espolearon desde el coche. Pero, tras intentar pedalear con fuerza, sintió como las lágrimas empezaron a recorrer desordenadas por sus mejillas. Aquella tarde se lo confirmaron en un hospital de la zona, se había roto el trocánter mayor.

Arcas en una imagen de La Vuelta 2025, que tuvo que abandonar por una caída en la 3ª etapa. Foto: Rafa Gómez (Sprint Cycling Agency)

Días después, su ánimo va mejorando. Había trabajado mucho para estar en la Vuelta a España, que tuvo que abandonar tras sólo dos días. Pero, al menos, la temporada ya está finalizando, por lo que su objetivo será, simplemente, estar en la primera concentración con el equipo en Gorráiz.

Fue justamente allí donde comenzó todo hace once años. Llegó muerto de nervios. Tan sólo era un chaval del desaparecido Lizarte (ahora Equipo Finisher) que no se atrevía ni a mirar a la cara de todos aquellos curtidos ciclistas que había visto en la Televisión.

Jorge Arcas en una imagen de 2015 con el EquipoLizarte.

Uno de ellos, navarro como él, se empeñó en enseñarle su trabajo. Imanol Erviti era uno de esos tipos que lideraban al grupo casi sin hablar. Vente con mi familia”, le dijo un día. Y Jorge se fue con él a Andorra, para entrenar los beneficios de la altura. Jorge admiraba su trabajo, y sentía como se le respetaba en el pelotón cada vez que subía a posiciones cabeceras sin que ningún otro corredor se empeñara en obstaculizar su camino.

Y luego estaba Valverde. El murciano era todo lo contrario. Hablador y muy bromista, pero, sobre todo, un líder nato. Un tipo con el que sabía que trabajaba para ganar y que jamás tuvo necesidad de demostrar quién llevaba los galones en el equipo. "Un año le invitaron a participar en un Criterium en Japón. Entonces pidió que fuéramos con él Imanol, Rubén Fernández y yo. Al terminar la carrera hicimos turismo juntos", recuerda con orgullo.

Ambos se han retirado ya, forman parte de un recorrido en el que él ahora es considerado veterano y quien instruye a otros ciclistas más jóvenes.

Txente García o Pablo Lastras han dejado de ser sus Directores en sentido estricto. Ahora son amigos con los que comparte estrategias y a los que informa sobre la evolución de los más novatos.

Si mira hacia atrás, no sólo ha sido Valverde, también han pasado por su rueda trasera las siluetas de hombres como Nairo Quintana, Mikel Landa o los hermanos Izaguirre. Todos han tenido una palabra de agradecimiento por su trabajo, una simple palmada en la espalda que le reconforta, que le hace sentir útil.

Tras cada paso, trazado con prudencia entre muletas, sus piernas se siguen pintando largas y fibradas. Conservan la energía y optimismo con el que quiere seguir aportando su esfuerzo en Movistar, su equipo de toda la vida. Quiere estar al lado de Pablo Castrillo, un chaval de su región al que ha visto evolucionar desde pequeño y a su líder actual, Enric Mas. Curiosamente hoy comparten una desgracia en común: los tres están lesionados. Jorge les ha dicho que van a volver más fuertes, más optimistas.

Foto: Luis Ángel Gómez (Sprint Cycling Agency)

Cuesta sentirse afortunado cuando el costalazo aun late con insistencia sobre su cadera. Pero sabe que el ciclista cede su destino a cada curva y, hasta ahora, han sido escasas las ocasiones en las que el asfalto le obligó a abandonar una carrera, aunque en la Vuelta a España lo haya hecho ya en dos ocasiones. El Giro, en cambio quiso que estuviera a punto de probar el sabor de una victoria personal (fue 3º en una etapa en 2022) mientras que el Tour de Francia, en su única participación hasta el momento, le envolvió con la presión de la que ningún ciclista ha conseguido desprenderse nunca.

Jorge hoy no camina sólo. Desde que se hizo profesional ha pasado mucho tiempo. Es padre de un niño de cuatro años al que no ha visto crecer ni aprender a hablar y que ahora ya le pide que no se vaya. Y que no se caiga. Esta vez le intentará hacer caso.