“Mi hijo me dijo que no iba a ser capaz. Pero sí que lo fui. Y no me costó hacerlo. Lo tenía pensado desde finales de 2023”, admite con rotundidad.
En cada Vuelta a España Carlos de Andrés es la voz de la experiencia en la televisión pública nacional. Rígido y categórico en sus valoraciones. A su lado, Pedro Delgado aporta la visión de un excombatiente, del que estuvo pedaleando al otro lado del televisor como lo han seguido haciendo otros. Pero entonces alguien interrumpía: “¡Moto!”. “Si, Juan Carlos (o Joan Carles)”, le responde uno de los dos.
Juan Carlos es el discreto tipo de la moto, el que sigue la carrera a cola de pelotón. Quien siente los jadeos de los corredores. Un espectador de lujo que adereza con entrevistas rápidas, ya sean en meta o entre curvas, introduciendo su micrófono por las ventanillas de los coches de los Directores Deportivos.
Si llegó allí fue porque, a finales de los ochenta, se animó a hacer la beca de Deportes en Televisión Española. Fue entonces cuando, años después, a Ernest Riveras, que por aquel entonces era Director de Deportes, le pareció oportuno que siguiera las carreras catalanas en moto. En 1999 comenzó con la dupla de Semana Catalana y Volta a Catalunya y, desde 2001, le acompañan otras 23 Vueltas a España sumando, con o sin ella, 26 años en el ciclismo.
Fue justo en 1999 cuando vivió el peor momento de su carrera. El 19 de junio de aquel año, durante la disputa de la segunda etapa de la Volta a Cataluña, que finalizaría al sprint, vio aterrado desde su moto como Manolo Sanroma yacía inerte sobre el asfalto junto a un charco de sangre que rodeaba su cabeza. Se dijo a sí mismo que era un golpetazo, que estaría bien, pero desgraciadamente no fue así.
Desde entonces le han acompañado entrevistas que comenzaron dubitativas y que se convirtieron en una lectura rápida del corredor, a sabiendas de que, muchas veces, no sirve de nada tener pensada una pregunta, sino que es a raíz de una respuesta de donde puede surgir la cuestión clave.
De todas ellas, las que quizá más le enorgullezcan fueron dos, obtenidas de manera consecutiva en aquella inolvidable etapa con final en Fuente Dé y ubicadas en La Vuelta de 2012 donde, primero, supo conseguir la declaración más humana de un abatido Purito Rodríguez, el gran derrotado aquel día -"Claro que te voy a conceder la entrevista Juan Carlos, como todos los días", le dijo el apesadumbrado corredor-, para momentos después empastar con la felicidad de Alberto Contador tras aquel cambio de guión.
Habrá además, quién se acuerde de aquel “¡Samu, Samu, Samu!”, que gritaron Perico y él al unísono al verle llegar triunfador en la prueba en ruta de los Juegos Olímpicos de Pekín en aquel laureado nueve de agosto de 2008.
Son historias que se miraron de cerca por alguien que rehúye cualquier protagonismo, por un testigo de excepción que supo ejercer con absoluta discreción de puente entre el ciclista y las dudas de los aficionados. Un tipo calmado y de ojos brillantes siempre ocultos tras el casco de una moto que empatizó con cada jadeo, con cada desfallecimiento y mirada taciturna de todo aquel corredor que no logró alcanzar su objetivo. Que cayó del foco hasta ser contemplado por el espejo de su moto, casi siempre comandada por Ramón Castells.
Y con la misma discreción que esos corredores que Carlos de Andrés sólo nombra el último día para decir que no han ido a la Vuelta, Juan Carlos le dijo a su hijo que él tampoco estaría este año. Porque en la vida, como en una trayectoria ciclista, todo se acaba alguna vez. Porque puede decir que lo hace sin caídas, sin problemas de espalda y porque nunca ha sentido que haya cortado la trayectoria a un joven periodista.
La voz de la moto de TVE en La Vuelta de este año es la de Jaume Palomar, con quien curiosamente se alterna en los comentarios de los partidos de Fútbol Sala. Quizás ahora, el espectador de Teledeporte cuando se ponga el Waterpolo o un reportaje de la cadena sienta que la voz del locutor le suena, nada más. En cambio, aunque su prudencia trate de desvirtuar una carrera impoluta, todos recordaremos aquello de: “¡Moto! Si, Juan Carlos”.