Rafa Simón

Pieter Serry: el no ganador más admirado

Hijo de granjero, su padre le inculcó los valores del trabajo duro. Esta es la historia de Pieter Serry, quien con 35 años inicia su 12ª temporada en las filas del Soudal-Quick Step, donde se ha consolidado como uno de los gregarios más valiosos del pelotón.

Rafa Simón

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Pieter Serry en una imagen del pasado UAE Tour. Foto: Luca Bettini (Sprint Cycling Agency)

Cuando sonríe, sus ojos se pintan en tierra. En Aalter, encajada en el corazón de Flandes, la mitad de sus habitantes se ganan la vida en el campo. Su familia no es una excepción. Por eso, sus palabras abonan un discurso empapado en lo que un día le dijo su padre: "Nada es por nada". Fue escueto, pero Pieter lo entendió rápido: Trabajar duro no era gratuito. Madrugar cada mañana para que comieran las vacas o abonar la tierra bajo la lluvia tenía un objetivo. Salir adelante. Él era hijo de granjero, sin tradición ciclista, pero con valores.

Si algún día le dio por dar pedales fue porque su tío, a quien admiraba, le dejó una bici cuando tenía 14 años para que emulara a Tom Boonen, su gran ídolo en el equipo de sus sueños. Tan sólo unos años después, a finales de 2012, aquella conversación con Patrick Lefevere, mánager del Omega Pharma - Quick Step, no fue la que se imaginó. Fue incapaz de articular una sóla palabra. Y mucho menos en aquella concentración del equipo donde su famélico inglés se descosía tembloroso delante de hombres como Sylvain Chavanel o Tony Martin. Incluso tuvo que ser el mismísimo Tom Boonen el que se acercase a él.

Serry en una carrera de la temporada 2015

Cuando una promesa belga entra en Quick Step es porque se le presume ganador. Pieter sentía que podía llevar aquella etiqueta. Sin embargo, tras un primer año prometedor con puestos importantes en Lombardía (7º) o San Sebastian (8º), llegó la desdicha.

A Pieter, el ciclismo le ha golpeado siempre. Detrás de su ancho abrigo se esconde un cuerpo tan alargado como tullido. Barnizado en muescas que cuentan miseria. Ha llegado a ser golpeado por dos coches de equipo. En un Giro fue el del Education First; en el de 2021 por el del BikeExchange. Incluso, en un frenazo, un corredor del BORA le embistió por detrás, rompiéndole una costilla. Una moto le provocó una pérdida de memoria. Las roturas de clavícula se cuentan a pares. Incluso un Tour de California a casi 50 grados le hizo abandonar por un golpe de calor.

En el equipo de Lefevere pocos corredores pueden decir que nunca han levantado los brazos. Él es uno de ellos. Sin embargo, no se oirá a ningún miembro del equipo decir nada en contra de su entrega. Su renovación por dos años más -hasta 2025- se suman a sus, de momento, once campañas en el equipo. En su casa no hay un sólo trofeo de ganador, pero, si preguntas a Joao Almeida te dirá que fue Pieter quien trató desesperadamante de ayudarle a entrar en el podio de aquel Giro que se corrió en octubre por la pandemia. Si el interrogado es Rigoberto Urán, entonces relatará sin dudarlo aquella batalla en Zoncolán donde Pieter trató por todos los medios de descolgar a Nairo Quintana para que fuera él quien finalmente se llevara el Giro de 2014.

El ciclista nacido en Aalter (Bélgica) lleva desde 2013 en la estructura del Quick Step. La imagen pertenece a la temporada 2021.  

En cambio, si le preguntan a él, se acordará de que en el Giro de 2017 el equipo ganó cinco etapas. Ninguna fue suya, pero consiguió subir al podio final de la corsa italiana como un integrante más del equipo tras haber contribuido, estando más de mil kilómetros en cabeza del pelotón, a que Gaviria fuera el más rápido al sprint y que el luxemburgués Bob Jungels, vestido con el maillot blanco, obtuviera el premio al mejor joven. En plena celebración, todos sus compañeros se giraron hacia él, agradeciendo entre aplausos que hubiese sido capaz de rendir de aquella manera habiéndose roto la clavícula apenas unas semanas antes.

A día de hoy, muchos de esos corredores ya no están, pero han llegado otros como Remco Evenepoel. En cuanto Pieter vio llegar a aquel jovencito supo que estaba destinado a hacer grandes cosas. Él sólo tenía que darle calma y protegerle con sus consejos. Tan sólo el COVID le obligó a despedirse a mitad de carrera de la primera Gran Vuelta. La de Remco y la del equipo. Pero en lugar de lamentarse por no haber estado en el podio de Madrid, entrenó duro para acompañarle en su última carrera juntos: el Mundial. Pieter estuvo en la fuga del día para que Bélgica no tuviera que trabajar en exceso y Remco, de nuevo, tuviera la calma suficiente para llevar a cabo la estrategia planeada que le coronaría como campeón.

En el Mundial de Wollongong (Australia) de 2022, Serry trabajó para el éxito de su compañero en la selección belga Remco Evenepoel. Foto: Luca Bettini (Sprint Cycling Agency).

Hace unos meses el ciclismo le quiso golpear de nuevo. Se habló de una fusión del Soudal-Quick Step con Jumbo. Una excesiva mezcla de estrellas donde hombres como él quizás no iban a ser tenidos en cuenta. A Pieter no le gusta hablar del tema. Quién respondió por él fue Lefevere: "Si hay fusión yo hago un equipo donde entres tú", le dijo. No hizo falta. Tras tantos años, Pieter ha perdido la timidez pero no la fidelidad a la estructura, a la que seguirá unida.

Y sí, aun sueña. A sus 35 años puede que el ciclismo le regale, de una vez, una victoria. O quizás no. En todo caso ni a Wendy, su mujer, ni a sus dos hijos les importa demasiado. Tampoco a su club de fans, que ayer le organizaron una fiesta para recordarle que los no ganadores también cuentan. Tampoco a su padre, aquel rudo granjero que le enseñó que "Nada es por nada".

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