Rafa Simón

Rein Taaramäe, el fuego incesante (1ª parte)

El estonio disfruta de una nueva vida como ciclista en Japón -en el continental Kinan Racing Team- tras un largo periplo en el exigente mundo del World Tour. En este artículo te contamos su intensa historia.

Rafa Simón

3 minutos

Rein Taaramäe. Foto: Kinan Racing Team

Entonces me di cuenta. Durante 17 años había corrido las mismas carreras, transitado en el mismo pelotón, frecuentado las mismas concentraciones. Todo lo mismo. Pero quería seguir siendo ciclista”.

A Rein su madre siempre le decía que tenía demasiada energía, y que tenía miedo de que la utilizara por el mal camino, sobre todo si seguía frecuentando aquellas malas compañías. Las calles de Vandra, pintadas en ceniza y nieve todos los inviernos, podrían ser un mal reclamo para su futuro. De hecho, su pueblo le deprimía. Por eso le orientó al deporte. De pegarse, mejor que lo hiciera de manera controlada. Por eso probó con la lucha, pero tras varios años, se dio cuenta de que, en aquel gimnasio al que entró por primera vez en 1993, nada cambiaba, sin importar la época del año, ni si hiciera frio o calor.

Un día de 1998, la casualidad hizo que se encontrara con el organizador de una prueba ciclista de su localidad y este, al ver a un chaval de perfil atlético con manos en los bolsillos y mirada escrutadora, le preguntó que si quería meterse en el club de ciclismo que había montado en la localidad. Rein ni siquiera tenía bici, así que le prestó una. Desde el primer momento se enamoró de un deporte en el que cada día podía escoger una ruta diferente, o incluso cambiar de modalidad, aunque la de carretera le seducía con fuerza.

Taaramäe en una imagen de la pasada temporada, la última que militó en el Intermarché-Wanty: Foto:Tommaso Pelagalli (Sprint Cycling Agency)

Tras lograr grandes resultados en su etapa como juvenil, sus victorias llegaron a oídos de chicos que, como Jan Kirsipuu, el gran referente nacional, habían probado suerte en equipos amateur en Francia, así que le animaron a probar. Por aquella época, tras el fin de la ocupación rusa a principios de los noventa, para un estonio era relativamente fácil conseguir un visado para entrar en la Unión Europea y, dado que el concepto de equipo de desarrollo aun no existía, Francia era la mejor opción porque, si lo hacía bien, era asequible pensar en que un equipo profesional galo se fijaría en él. Sin dudarlo firmó por el St Amand Montrond, equipo donde el Cofidis solía reclutar jóvenes talentos.

Allí fue acogido por la familia Alaphilippe, a la cual pertenecía uno de sus directores, que cuidaron de él y le enseñaron francés. "Tengo un sobrino que anda en bici y es muy fan tuyo. Se llama Julien", le dijo un día. En poco tiempo Bernard Quilfen, uno de los fundadores del equipo y Director en Cofidis, se dio cuenta del potencial de atesoraba y, tras hablar con Eric Boyer, Mánager de la estructura francesa por aquel entonces, acordaron firmarle un contrato de profesional. En aquel momento Rein contaba con más ofertas, pero le pareció poco decoroso no firmar un contrato natural por quien había apostado por él desde un principio, así que no dudó en hacerlo.

Años después, su talento como escalador cazaetapas le presagiaba, al menos, una victoria en una Gran Vuelta, aunque la primera vez que llegó, fue totalmente inesperada. Tres días antes, debía afrontar una dura etapa de montaña que llevaría al pelotón de aquella Vuelta a España de 2011 hasta el Alto de la Manzaneda. Rein se despertó aquella mañana con casi 39 grados de fiebre, y pidió al equipo retirarse de la prueba pero Stephan Auge, uno de sus directores en la ronda española, le dijo que hiciera el esfuerzo, que lo peor que le podía pasar sería bajarse de la bicicleta.

El estonio consiguió en la cima de La Farrapona, en La Vuelta 2011, su primera gran victoria profesional.

Aquel día, mientras su compañero Moncoutie daba una exhibición por delante, él lloraba sobre su bicicleta mientras era acompañado por el coche de su director junto al coche escoba. A duras penas consiguió terminar en anteúltima posición, con la moral por los suelos. Tres días después, con su cuerpo totalmente restablecido, fue él quien daría la exhibición en la Farrapona, consiguiendo su primera gran victoria. 

Sin embargo, tras siete años en el Cofidis (2008-14), Rein necesitaba un cambio, y pidió a la estructura francesa no seguir el año siguiente, firmando por el equipo Astana, del que le seducía un ambiente más cercano a su cultura del este de Europa. Pero su fichaje llegó condicionado por el gran interés de Katusha, que no paró de insistir a Rein para que firmara por ellos, por lo que, tras un año, se decantó por el equipo ruso.

Taaramäe militó una temporada -2015- en el Astana, donde consiguió tres victorias, entre ellas en la Vuelta a Murcia (en la imagen). 

Con Katusha llegaría la calma, el cambio de mentalidad hacia un servicio por los grandes líderes y, en su nuevo destino, el objetivo claro era el de ayudar a Ilnur Zakarin a entrar en el podio de aquel Giro de 2016 que descubriría por primera vez. Desde un principio, y según avanzaban los días, sentía que su cuerpo iba cada vez mejor, como si cada jornada de montaña tonificase aun más su musculatura, en vez de desgastarla. Pero el equipo le había pedido lealtad absoluta a Ilnur, por lo que, sin rechistar, trabajó sin descanso para que su jefe de filas mantuviese sus opciones.


Aquí puedes leer la 2ª parte de "Rein Taaramäe, el fuego incesante"

 

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