No, no se me han bloqueado las mayúsculas al escribir "CICLOTURISMO". La grandeza de un evento deportivo está directamente relacionada con la pasión y la calidad humana de las personas que lo organizan y por esto creo que la Vuelta Ciclista a Lanzarote es GIGANTE. Por cierto, lamento no comenzar hablando de números ni datos de las etapas pero esos los tenéis al alcance, lo que quiero es acercaros a mis emociones y sensaciones unas horas después de haber concluido la prueba.

Estoy convencido que se puede escribir sobre ciclismo y no utilizar números. Bajo mi punto de vista, esto último cobra mayor sentido si nos referimos a cicloturismo. Hablo del de verdad, del puro, del que da sentido a la palabra y que he podido volver a vivir este fin de semana. El año pasado, antes de disputarse la primera edición, pensaba que había que tener una confianza máxima en el equipo que te rodea y mucha valentía para proteger un concepto tan volátil.
Eso me animó, me produjo curiosidad, me pareció distinto a todo y además me transmitieron tanta pasión a la hora de contármelo que el no, no pasaba por mi cabeza. Algo que aún no existe y ya me emociona, ¿pero esto qué es?. No me lo pensé, de cabeza a la Vuelta Ciclista a Lanzarote. Pensaba en el avión: "Cicloturismo, que sencillo de entender y que difícil de plasmar, ¿verdad?".

Dice el diccionario que es turismo que se practica en bicicleta, más claro y contundente imposible. Yo os confieso que he agotado mi vena competitiva sobre la bici, en este momento de mi vida y después de conseguir llegar al profesionalismo no me llama ser mejor que alguien mientras pedaleo y por eso el cicloturismo es mi herramienta perfecta para seguir disfrutando de mi pasión. Ser cicloturista no está reñido con "darme caña" en algún momento de la ruta. Yo en particular lo hago para sentir esa sensación de velocidad, mi velocidad, y no para ganar a nadie. Hablo de mi velocidad porque entiendo que todos tenemos nuestro cuentakilómetros particular e intransferible.
Ninguno de los participantes de la Vuelta Ciclista a Lanzarote tenemos el mismo estilo de vida, ninguno, y por eso está diseñada para retarnos a nosotros mismos. La prueba tiene unos tramos cronometrados que ofrecen esa posibilidad pero con un matiz fantastico, no te emociones demasiado porque el equipo del Club LaSanta lo tiene clarísimo y no va a permitir que te vayas de Lanzarote sin observarlo con detenimiento. Recuerdo como desde el primer año Fabio Cabrera, Director de Carrera del Club, me invita a sentir y vivir lo que tengo frente a los ojos. "¿Pero chacho, tu has visto esta maravilla de paisaje?"

Cuanto se agradece palpar que a las personas que organizan les preocupa tu experiencia, lo que te llevas. Sí, sigo experimentando cosas extrañas pero muy útiles. Hace unos meses estuve pedaleando con mis compañeros de Club TLO Gregarious en los Alpes y después de haber pasado en carrera muchas veces por allí me di cuenta que nunca había sentido y observado el lugar. Yo iba, descansaba, competía, comía espaguetis y pechuga de pollo y dormía pero mi cabeza no me permitía ver mas lejos de lo puramente deportivo. Por eso La Vuelta Ciclista a Lanzarote me fascina, porque me recuerda constantemente quién soy y en donde estoy. Yo, personalmente, no me imagino haciendo turismo sobre la bici "a tope" durante todo el trayecto y sin levantar la cabeza del manillar. Por eso, para mí cicloturismo es todo esto:
Subir el imponente Mirador del Río y al llegar arriba comerme un "pincho" de jamón, tomarme un café y quitarme las zapatillas para acceder a esas vistas tan espectaculares. Compartir conversación con el compañero que llevo al lado, que encima me diga que es local y que me vaya haciendo de guía mientras pedaleamos. Pasar por pueblos en los que la gente se deja la voz para animarme, tanto que parecen de mi propia familia, y poder bajar la velocidad para lanzarles una sonrisa o un pulgar arriba. Disfrutar el avituallamiento sin ponerme nervioso pensando que hay algunos que ya están llegando a meta y tal vez me desmonten el hinchable para cuando he llegado. Poder pedalear con un ciclista profesional que ha ganado etapa en el Giro de Italia en esta misma temporada y contarle en plena ruta que me emocionó verlo levantar los brazos.

Atravesar el Timanfaya y formar un grupo grande para protegernos del viento, para avanzar juntos. Escuchar con atención las historias de muchos de los participantes, cada una distinta y única, y valorar más aún el esfuerzo de todos y cada uno por llegar a meta. Saludar a los voluntarios en los cruces, en las zonas de hidratación. Bailar con el saxofonista, cantar juntos el himno-banda sonora oficial de la Vuelta, sí que este año han lanzado un temazo compuesto exclusivamente para la prueba (esto es una Vuelta Grande) y agradecer a la batucada que hacen de cada parada, de cada cima, una auténtica fiesta.
Entrar en meta con un pelotón gigante, no de uno en uno, y entender entonces que todos formamos parte de algo grande y que todos somos importantes. Por eso cicloturismo es todo esto para mí, por eso cicloturismo es Vuelta Ciclista a Lanzarote. Y sí, os dije que podía escribir este texto sin números pero no va a ser posible. Tal vez no soy muy original pero os digo que en calidad humana, en organización, en profesionalidad, en recorrido y en valores la Vuelta Ciclista a Lanzarote es un 10.
