Colombia y Urán, únicos: yo estuve en el Giro de Rigo

Colombia es un país al que tengo gran cariño. Allí viví mi última etapa como ciclista profesional y se convirtió en toda una experiencia de vida. Prometí volver algún día y la despedida de Rigoberto Urán fue la excusa perfecta.

Texto y fotos: Luis Pasamontes

Luis Pasamontes en la salida del Giro de Rigo
Luis Pasamontes en la salida del Giro de Rigo

Colombia es un país al que tengo gran cariño y el principal motivo tiene que ver con su gente, con sus habitantes. Allí viví mi última etapa como ciclista profesional, con Movistar Team América, y se convirtió en toda una experiencia de vida. Prometí volver algún día y la despedida de Rigo fue la excusa perfecta. Llevaba tiempo diciéndome, él y su familia, que tenía que participar en algún Giro de Rigo y esta fue la ocasión perfecta.

No fui solo, me gusta rodearme de un gran equipo para vivir experiencias únicas y unos cuantos socios del Club The League of Gregarious me acompañaron. Quiero contaros como viví yo la prueba y os trasladaré lo bueno y no tan bueno. Voy a contar realidad y siempre desde mi punto de vista, desde mi opinión y ya sabéis que no es la correcta porque tan solo es la mía.

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Viajé unos días antes para preparar todo y para recibir a mis compañeros de Club. En cuanto tuvimos el equipo formado comenzamos con la adaptación a la altitud, factor importante para un europeo y más si hablamos de practicar deporte. En Medellín, ciudad de donde salía El Giro de Rigo y donde permanecíamos alojados, estábamos a unos 1500 metros y la prueba iba a transcurrir mucho tiempo por encima de los 2000 m. El objetivo era claro y los primeros días había que rodar suave para que el cuerpo no sufriera y se fuera adaptando poco a poco.

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Mauricio Ardila, ex ciclista profesional en equipos como Rabobank o Lotto, fue nuestro excelente guía. Además siempre estuvimos cuidados por Karolo, un personaje muy popular que se dedica al acompañamiento de ciclista y por el que han pasado grandes del ciclismo como el propio Rigo, Froome, Alaphilippe, Annemiek, Bernal...entre otros. Da gusto pedalear con su gente porque te sientes seguro y cuidado.

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El Giro de Rigo "Edición la despedida" contaba con dos distancias para poder adaptarse a todos los públicos, aunque ambas iban a ser exigentes. Una era la ruta corta, denominada Reto Mítico con 65 km y 2000m positivos. Los primeros kilómetros serían por la misma ruta que la larga y después regresaba en contra dirección. Por otro lado y para los más valientes o mejor dicho, para los que pudieron y tuvieron el tiempo de prepararse mejor estaba el Reto Leyenda con 155 km y 2900m.  Nosotros íbamos a optar por este último y para ello estuvimos entrenando en altura durante algunos fines de semana previos.

En Madrid ascendimos puertos como Morcuera, Cotos, Canencia, Navacerrada e incluso hacíamos varias veces el tramo plano que va desde Navacerrada a Valdesquí y así rodar por encima de los 1800m. Sin duda que fue muy importante y necesario y lo teníamos claro, por eso el compromiso de la gente y también de otros compañeros que sin poder ir a Colombia nos ayudaron a llevar mejor nuestra preparación.

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Pero antes de irnos a la marcha permitidme que os hable de la Cena de Gala que vivimos dos días antes del reto deportivo. Sí, es un poco raro hacer maleta para ir a una Gran Fondo y entre culote y maillot meter pajarita, zapatos y traje o esmoquin, pero si te dicen que está Rigo detrás todo es más fácil de entender. Nos uniformamos y nos dirigimos a la Casa de Madera de Medellín para degustar una espectacular cena que además estuvo elaborada por el Restaurante Grosería, cadena que pertenece también a Rigo. Compartimos mesa y mantel con otros apasionados de la bici con los que surgió un magnífico feeling y es que entre ciclistas todo fluye, no importa la nacionalidad porque todos hablamos el mismo idioma.

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Por la alfombra roja desfilaron grandes como Lucho Herrera, Fabio Parra, Santi Botero, Gaviria, Buitrago, Higuita, Mariana Pajón, Daniel Felipe Martínez, Tejada, Ardila o el gran Victor Hugo Peña entre otros. Me gustó mucho reencontrarme con mi compañero Mauricio Soler; ademas días después volvimos a pedalear juntos como en los viejos tiempos de Caisse D´Epargne y Movistar. Es una maravilla poder disfrutarlo y ver que pese a todo, se ha recuperado mucho y bien de aquel accidente en la Vuelta a Suiza. Puede pasar el tiempo pero algo que no puede pasar es el respeto y cariño a corredores como él que han dado todo, casi la vida, por el deporte que tanto amamos. Mauricio ganó la montaña en el Tour de Francia de 2007 y también etapa pero sin duda que junto a su familia y amigos ha conseguido su victoria más importante. Verlo fue volver a justificar mi viaje a Colombia.

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Luis Pasamontes junto a su ex compañero en el Movistar Team Mauricio Soler. 

Valverde y Purito también estuvieron en la despedida de Urán y disfrutaron de un evento maravilloso con actuaciones musicales y conducido por el mítico comunicador Mario Sabato. Otro con el que me encontré fue con Giovani Lombardi, antiguo compañero de entrenamiento y ahora representante de ciclistas que ademas reside en Colombia. Siempre que te encuentras a personas de tu generación surgen mil recuerdos y anécdotas, nos hacemos mayores, y con Lomba no fue la excepción. 

Ahora sí, tocaba cerrar cremallera de maillot y no botones de camisa. Se acabó la fiesta o quizás comenzaba. Listos para pedalear por el oriente antioqueño y disfrutar de un paisaje que yo ya viví como ciclista pero ahora lo iba a hacer como cicloturista; cambia mucho aunque haya alguna letra similar en la palabra. Os voy a decir algo, una diferencia entre cicloturista y ciclista podría ser la velocidad pero yo destacaría algo más, para mí el ciclista pro llega a agonizar sobre el manillar y el cicloturista creo que no se debe de permitir eso. Reitero que mi opinión no es correcta, es solo la mía.

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La salida era a las 7 de la mañana y lo íbamos a hacer por cajones. Nosotros salíamos en el tres y lo que allí vi en la salida fue impresionante. Más de 10.000 cicloturistas, una auténtica barbaridad, uniformados con el mismo maillot en el que se llevaba el protagonismo Manzana Postobón. Lo menciono porque son de esos que siempre han estado y están cerca de nuestro deporte, en 1986 tuvieron su primer equipo. Estas marcas hay que cuidarlas y sobre todo agradecerles tanto.

Ganas de empezar, de salir, de pedalear y de disfrutar al lado de mis compañeros de Club. Arrancábamos con la subida al mítico puerto de Palmas que te saca de la ciudad y te lleva al altiplano del aeropuerto. Una ascensión de 15 km que te pone en tu sitio. Los últimos 600 metros del puerto tienen pintados los nombres de l@s ciclistas más representativos del país. Uno de los días previos lo ascendimos y fue cuando nos acompañó Soler. Mi compañero Alejandro me dijo que Mauricio se había detenido a hacerse una foto con su nombre y que sonrió, yo estaba más atrás y no lo pude vivir. Bueno, como todos hacen para la foto estaréis pensando. No, no creo que lo hiciera como gesto al camarógrafo o para salir bien, lo hizo por volver a ver su nombre pintado en el asfalto, por volver a recordar aquellas carreteras del Tour en el que lo podía leer en cada curva.

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Palmas me daba momentos para recordar y otros para olvidar. Comenté que os iba a contar lo bueno y lo malo. Ahí va algo que no me gustó y que no pasa solo en Colombia, tiene que ver con personas y mentalidad y no con nacionalidad. Había un cajón para competidores y después salíamos cajones de cicloturistas por edades y distancias. Pues bien, algunos/as  se dedicaban a subir gritando e increpando a los cicloturistas que disfrutábamos de la subida para que les hiciéramos hueco y poder volar a la cima. Mire usted, si quiere correr salga en el cajón de competición y no sea mal educado/a porque nosotros estamos en nuestro sitio, en nuestro lugar. Párense a pensar que tal vez son ustedes los que no están en el lugar adecuado. Sigo diciendo que tenemos un problema con esto y que mucha gente va a dejar de participar en eventos cicloturistas por no sentirse cómodos.

Pese a todo esto duró tan solo unos kilómetros y después cada uno fue a su sitio. El clima nos respetó y tan solo tuvimos unas débiles gotas que sirvieron para refrescarnos. La subida a San Vicente fue bonita pero la de la Raya me fascinó, vaya paisaje. Pensé en muchos momentos, junto con mis compañeros gallegos, que estábamos en nuestras tierras. Cuanto me recordaba a Asturias y es que hasta vacas me encontré. Por cierto, el recorrido estaba plagado de avituallamientos y de motos con mecánicos, médicos y auxiliares con agua. Un 10 para la organización porque no es nada fácil teniendo en cuenta el número de participantes.

El descenso fue espectacular, aunque estaba calificado de peligroso. Entiendo por qué se tomaron esas precauciones desde la organización y es que hay gente peligrosa, ese es el asunto. En la posición 4000 te pasaban algun@s ciclistas asumiendo riesgos innecesarios, rozándote y volviendo a gritar...que manía. Que nos podemos caer todos, ya lo se, pero no entiendo nada, os juro que después de ver cosas así pedaleaba kilómetros buscando explicación y no llegaba a encontrarla. El ciclismo es un deporte de riesgo y los profesionales están obligados a asumirlos pero que un cicloturista salga a buscarlos, a aumentarlos, no termino de entenderlo.

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Quiero destacar algo, con MAYÚSCULAS, el público. El paso por los pueblos era una fiesta, una locura. Gritos de ánimo y sin importar que hubieran pasado los primeros hacía horas, la intensidad de aplauso y de grito era la misma. Música de la buena, pancartas agradeciendo estos años a Rigo y mucho cariño de la gente. Horas y horas la carretera cortada pero ni un mal gesto de nadie, al contrario. En un avituallamiento dialogué unos minutos con dos voluntarios. Me preguntaron de donde venía, hasta 30 nacionalidades se dieron cita, y me agradecieron haber viajado a Colombia para participar en el evento. Una maravilla, sin duda. Pero me vais a permitir que me quede con un grito que un hombre lanzó al grupo en el que viajaba con mis compañeros y otros participantes, ya en las calles de Medellin camino de la meta:

"GRACIAS FAMILIA DEL CICLISMO POR DARNOS ESTE ESPECTÁCULO HOY"

En ese momento me salió llevarme la mano al corazón y hacer una reverencia. No le conocía de nada pero aquel tipo se convirtió en el protagonista de todo por unos segundos. La llegada a meta fue emotiva y llena de choques de puños y abrazos. Algo que destaco del Club The League of Gregarious es la unión y compañerismo. Es complicado con tanta gente y con la diversidad de estados de forma que todos tenemos, por diferentes y lógicos motivos. Sin embargo nosotros lo conseguimos y eso para mí es ÉXITO, es orgullo. Gracias Rigo, Gracias Colombia, Gracias compañeros Gregarious.

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