¿Qué mejor oportunidad que la reina de las marchas cicloturistas para probar la Dahon Speed Pro TT? Ninguna, está claro. Aunque alguno que otro apostó que este humilde servidor de ustedes no conseguiría terminarla a bordo de semejante artefacto naranja con ruedas de bici de niño, con el que desconocían que se puede ir muy rápido.
Conversación entre Juanan el murciano y Cascoloco un jueves de Bicicrítica cualquiera:
Juanan: "Oye, me han dicho que vas a ir a una tal Rompehuesos que hay en Los Pirineos".
Casco: "Si, ya estoy entrenando fondo para poderla terminar con éxito, que es durísima".
Juanan: "¿Qué dices? si esas tonterías de entrenar no hacen falta, es todo cosa de la cabeza. Hasta yo la podría hacer con mi bici plegable".
Casco: "¿Ya estás borracho tan temprano? La QH es cosa de pros. Son 205 km con 3 puertos de 1ª categoría y uno final de 2 kilómetros que te remata" (hablaba de oídas, ya que nunca había participado).
Juanan: "Con mi entrenamiento mental seguro que la termino antes de que cierren el control y sin poner pie a tierra en ningún puerto"
Casco: "Si tu vas con la plegable, yo también, que tengo una fama de loco que mantener".
Cuanto se lo conté al "boss" Pablo Bueno, en vez de llevarse las manos a la cabeza me dice todo sonriente que hay una Dahon perfecta para el reto, que hablaría con el importador para probarla.
Dicho y hecho. Dos meses antes de la gran cita llegó la Speed Pro TT en una caja de cartón más de la mitad de pequeña que una de bici con ruedas de 700. Venía plegada y sin nada desmontado.¡Qué bonita es! Antes de probarla ya se arremolinaban los curiosos para ver qué cosa rara era esa bici que había por ahí.
Primer contacto en ciudad
Huy, qué manejable es esto... parece un juguete... el cambio de buje interno es como magia... con este manillar parece que vas disputando una crono... todo novedades respecto a la típica bicicleta de carretera. Todo el mundo te mira, tanto por la combinación de colores como por el tamaño de las ruedas o diseño del cuadro.
¡En ruta!
Ajusto el manillar (facilísimo con las pletinas regulables que lleva) lo más bajo posible y la tija de sillín a mi altura, que queda peligrosamente por encima del límite... aunque al ser el cuadro de acero no habrá problema.
La cámara de repuesto y las herramientas las instalo entre el espacio que hay entre la rueda trasera y el tubo del sillín, pongo un segundo portabidón en la potencia extralarga con unas abrazaderas isofónicas que me recomienda un forero de CAF (muchas gracias), un cuentakilómetros inalámbrico y... ¡lista para hacer kilómetros!
Tras unas horas de uso, me adapto a ella lo mejor que puedo ya que la posición no es la misma que la bici de carretera que suelo usar normalmente.
Como ya se comentó en la prueba, es nerviosa de dirección, por lo que hay que estar bastante pendiente de sus reacciones en bajadas, curvas, baches... pero nada que impida disfrutar a tope de ella dando pedales.
Bajando tachuelas de la Sierra de Madrid llego a la conclusión que los frenos son escasos, pero se resolvió con unas zapatas Kool Stop con una modificación "made in Paul Good". Las cubiertas Schwalbe de 28 mm de ancho parecían agarrar bastante bien el asfalto, evitando sustos.
Compruebo en mis carnes como la gente no puede evitar "picarse" con alguien que lleva una bici no convencional (de ciudad, MTB... ¡plegable!). Les parece que un tío con una bici así jamás les puede adelantar y aguantan a rueda hasta que el pulsómetro les explota junto al orgullo... Y así se van acumulando kilómetros pre-QH.
El gran día
¡Qué nervios! Miles de ciclistas dispuestos a enfrentarse a la ruta con bicicletas de carbono de varios miles de euros, y el que estas líneas escribe con una bici plegable.
En el stand de CAF del pabellón de inscripciones, la gente preguntaba si alguien se iba a atrever a hacer la QH con semejante chisme. "Es muy bonita, pero verás en el Marie Blanque...". Otros hacían fotos con caras de sorpresa.
Juanan también contestaba las preguntas de los curiosos que se acercaban a ver su bici plegable, pero sólo era amable con las mujeres.
El sábado nos situamos en cola de la enorme masa de ciclistas (no se veía la cabeza) para así pedalear más tranquilos, a salvo de los frenazos y enganchones de los que van a mejorar el tiempo que consiguieron en ediciones anteriores y así crecerse con los amigotes en el bar.
Empiezan las miradas de asombro y los comentarios simpáticos "¿Ande váis con eso?", "¡Mira que bicis, jajajajaja!".
Vamos juntos subiendo el Somport, tan despacio que ibamos contando chistes (en serio). Juanan no quiere ir en ingún grupo, prefiere estar solo, a su ritmo trotón.
Coronamos muertos de frío por haber entrado en una nube que había en la cumbre. Repostamos energías (el murciano se sorprendió que diesen agua, cocacola y aquarius en vez de cerveza) y a bajar. Más frío aún y la carretera mojada... "qué mal rollito", pero en cuanto sale el sol y se seca la carretera, decido dejar a Juanan a su suerte y tirar a mi aire.
La Dahon va mejor de lo esperado en mojado, pero aún así voy con mucho cuidado, que no es plan de dar un paseo en ambulancia.
Subiendo el Marie Blanque empiezo a ver los primeros cadáveres del día. Ciclistas parados en los arcenes y otros caminando empujando la bici. Parecía la guerra. Voy subiendo a buen ritmo, pero como la carretera es estrecha, he de sortear a algunos zombies para poder seguir. Me encuentro con Tobía, compañero de trabajo que participaba con una bici clásica restaurada con poco dinero, todo pasión. Parece que aguanta bien con el 39x26 que llevaba, desarrollo demasiado largo, como más tarde pudo comprobar.
Los comentarios más escuchados al ver como les pasaba la Dahon fueron: "¿Llevas motor?", "¡Así cualquiera!", "¿Has salido de Sabiñánigo o has atajado?"...
En el avituallamiento me encuentro con Pablo, tranquilo y sonriente, como si acabase de empezar. Tras llenar los depósitos, me graba dando pedales y vamos rumbo a El Portalet, que no tiene grandes porcentajes, pero al ser largo pasa factura al que va tocado. A mitad de puerto me da "el nervio" y dejo a Pablo a su ritmo, además, hay muchísmo público animando, y cuando veían la Dahon alucinaban y animaban más aún.
Se extrañaban que una bici plegable pudiese ir como una más de las miles que ya habían pasado. Cumbre y otra vez a bajar... muy rápido, quizá demasiado.
La última dificultad son las duras rampas de La Hoz de Jaca. Son sólo dos kilómetros, pero a unos porcentajes elevados, que hacen que me de un amago de calambre. Paro y estiro un poco. Sigo más despacio por si las moscas. Bueno, ahora sólo queda bajada y llano hasta Sabiñánigo.
Es increíble como se anima la gente cuando está cerca la meta. Relevos, ataques... ni que estuviesen disputando el Tour. Más batallitas que contarán en las tardes del bingo.
Meta
Atrás quedaron 205 kilómetros de frío, sol, subidas, bajadas y, sobre todo, preciosos paisajes y compañerismo.
La Dahon perfecta, ni un solo problema. Se portó de maravilla.
A beber y comer para recuperarse mientras llegan los compañeros. Tobía aparece medio muerto con su maglia rosa del Giro (que para eso es italiano), nos abrazamos, anda medio cojo y acaba tumbándose en el cemento. Me confesó que se bajó en dos puertos, que el desarrollo era muy largo, que mejor unos platos 50-34, como se le aconsejó.
Juanan tarda unas cuantas horas en llegar, pero le aplauden más que a los primeros. Más abrazos.¡Qué tío, lo ha conseguido! Y eso que (promete) sólo ha entrenado un día en carretera para probar una Colnago clásica que compró. Al final será verdad eso del entrenamiento mental.
Bromeando comento que en agosto nos espera marcha cicloturista "Perico Delgado". Dicen que si, que se apuntan. Alucino, parecen masoquistas. Allí estaremos, llevaré la "Perico réplica" a que "sierre carbonos".
El día que vaya con una bici "normal" empezaré a preocuparme, mientras... ¡a disfrutar de los retos!