Los Dolomitas es un clásico paraíso ciclista, ideal para poder probar las propias fuerzas y todo lo referente al mundo de los pedales, algo a lo que se dedica Shimano desde hace más de un siglo, que fue quien nos llevó a la Maratona de los Dolomitas para vivir la experiencia bajo su influencia 360 en este mundo. Shimano es bien conocido por todos los componentes que puede llevar nuestra bicicleta, pero además de llevar su grupo en este viaje, también nos vestimos con ropa S-Phyre, zapatillas y el último casco Lazer. Están en todo.
Los Dolomitas son una cadena montañosa situada en el noreste de Italia, perteneciente a la región de los Alpes. Estas montañas son conocidas por su belleza escénica, donde resaltan sus picos afilados y rocas de color rosa pálido que crean un paisaje impresionante. La región de los Dolomitas, casi tirolesa, y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO debido a su valor geológico y paisajístico, es famosa por sus actividades entorno al ciclismo, de la que seguro te suena alguna de sus montañas más conocidas, como la Marmolada. Por esta región discurre La Maratona. Es el ‘Parque de atracciones’ perfecto para los amantes de la bicicleta.

La prueba cicloturista tiene tres recorridos y diferentes distancias con pasos míticos del Giro, como el Pordoi, el Gardena o el duro Giau que se subió también en esta edición 2023 con sus 25 curvas de herradura y sus 2.235 metros sobre el nivel del mar. El fin de semana de la prueba en Corvara predominaba la meteorología inestable (llovió mucho hasta el sábado por noche), pero como parecía que no nos mojaríamos el domingo, el plan era salir al recorrido más largo (138 kilómetros y más de 4.000 metros de desnivel positivo acumulado).
Con esa idea el sábado pusimos las bicis a punto con el equipo de “coches azules” de Shimano (seguro que sabes quienes son, porque los ves en La Vuelta) y salimos a probar en Campolongo y en el Muro del Gato. Shimano aprovechó este viaje para profundizar en su concepto Kineticore de sus cascos Lazer y destacar todo el trabajo que hay detrás de la ropa de S-Phyre.

La edición especial para el Jumbo-Visma del Lazer Vento es un nuevo casco de la marca que lleva una innovadora construcción interna para proteger el cerebro de posibles impactos rotacionales. La nueva tecnología de impacto incorpora unas exclusivas zonas de deformación controlada. Como KinetiCore está incorporado y totalmente integrado en el núcleo del casco, resulta menos pesado y más ventilado. Para este 2023 se presentó un diseño exclusivo para concienciar del uso del casco con ese vinilado donde se aprecia la ilustración de un cerebro. Usa tu cabeza, en todos los sentidos posibles. El diseño del casco se acerca más a un aero porque es más aerodinámico, pero con la temperatura que tuvimos la ventilación fue buena.

El culotte de S-Phyre nos causó una muy buena impresión. La badana tiene un gran grosor que te hace olvidarte del sillín tras muchas horas de pedaleo y sus acabados son de mucha calidad: bordes de la pierna con corte láser, tirantes de elásticos suaves y muy, muy transpirable. Seca muy rápido, cosa que pudimos comprobar a causa de la lluvia y el domingo por el sudor.
Maratona de los Dolomitas
El domingo 2 de julio, a las 6.30 de la mañana, nos pusimos en marcha camino del primer paso por Campolongo. La bici para tal paseo estaba a la altura del contexto, una Orbea Orca con Shimano Dura-Ace electrónico. Sólo la eficiente cubierta Vittoria Corsa de 25” hacia poner en duda que todo fuera bien si caía agua en alguna de la intensas bajadas de suelo desgastado y agrietado que visten esos puertos que tanto nos gusta subir.

La Orca es realmente ligera para este tipo de pendientes, montando un 11-30 detrás y un 52-36 en los platos. El desnivel acumulado invita a llevar “todo metido” durante mucho tiempo para llegar con fuerzas al temido Giau, porque además de ser el penúltimo puerto, llegas a su primera rampa del 12% con mucho tiempo por encima de los 2.200 metros de altitud. El desarrollo y la buena transmisión nos ayudó a guardar bien para la última parte.
El Dura-Ace de 12 velocidades es un cambio eficiente, de tacto suave que te permite jugar con los desarrollos rápidamente en curvas o cambios bruscos de desnivel. El cambio más usado en el pelotón de profesionales no sufrió nada en una ‘etapa’ tan exigente como la Maratona de los Dolomitas. Llegó con la batería cargada antes de la cita, y la usamos en varias salidas de horas en las pruebas y entrenamientos. La noche previa a la Maratona volvimos a comprobar por si le hacia falta carga y estaba completamente llena. La autonomía que publica Shimano es de 100 horas, y por suerte en la cicloturista se necesitan bastantes menos.

Perfectamente equipados, ahora sólo tocaba disfrutar o sufrir. Pese al exigente madrugón, la marcha es una auténtica delicia, repleta de múltiples nacionalidades con más de 8.000 valientes dispuestos a disfrutar de la bicicleta. Desde los primeros metros se comienza subiendo, y en menos de 6 kilómetros el Campolongo reparte el grupo. Mucha gente, pero tráfico 100% cortado y con un respeto entre todos los participantes más que destacado. Tras la primera ascensión, toca abrigarse para enfilar el Pordoi, uno de los grandes ascensos de la jornada.
La mayoría de puertos de la marcha, menos uno, son tendidos, largos pero con desniveles muy sostenidos, algo que con los desarrollos actuales es asumible estando en forma, y el que se quiera exprimir... que quite dientes y apriete los mismos. En lo alto de esta cima de 2.239 metros esperaba el monumento a Fausto Coppi, una leyenda. Otra vez ponerse una capa encima para descender y afrontar el corto pero intenso ascenso del Sella y el Gardena.

Con esto ya había acabado la primera parte de la marcha sin incidentes y con un grupo fluido de participantes, con muchos parando en meta para realizar la distancia más corta. Otros continúnamos para realizar el recorrido largo y mediano, repitiendo el Campolongo... con la experiencia de saber perfectamente su duración y dureza. Y ahora es dónde entraba la parte crítica de la carrera, 15 kilómetros de serrucho antes de llegar al Giau, que es un puerto que te coloca en tu sitio. Con 85 kilómetros en las piernas y cerca de 3.000 metros de desnivel, subir 10 kilómetros al 9,3%, con un arranque demoledor, no es tarea sencilla. Todo aquel que se exprimió más de la cuenta lo pagó, y el que no... lo dejó a deber.
Esta ascensión no es la última, por lo que fue importante dosificar correctamente, tomar una alimentación adecuada y saber que aún esperaba el Falzarego y el Valparola. Por el camino, contar con la presencia de los coches azules Shimano fue apoyo increíble. Ante cualquier posible fallo mecánico, sabíamos que habría solución. Problemas en la cadena, algún pinchazo, y problemas con algún ajuste de dirección o frenos fueron los ‘deberes’ de este equipo compuesto por Shimano Italia y Shimano Iberia.

En lo alto del Valparola, con vistas a todos los valles que rodean la zona, te sientes con los deberes hechos. Es el momento de afrontar la parte más rápida de la prueba, un descenso con curvas de herradura donde hay que ir muy atento, hasta la llegada a ‘La Villa’, donde aguarda la última sorpresa. El muro del gato. Una rampa de unos 300 metros donde el ciclocomputador marca el 19% El último castigo a unas piernas ya maltrechas. Compañeros de marcha pusieron pie a tierra y afrontaron andando esa rampa final, a sólo 4 kilómetros de la deseada meta.
Un viaje como este, para cualquier amante del cicloturismo, es un placer que te hace disfrutar de los paisajes montañosos de Los Dolomitas, rememorar subidas míticas que guardamos en el recuerdo de tantos Giros y desplegar el rendimiento propio a base de watios. La Maratona de los Dolomitas debería estar en la lista de “cosas que hacer en la vida” de un cliclista, porque te deja en la retina paisajes y ascensiones imborrables.
Más información sobre la prueba en www.maratona.it/en