Vuelta a Ibiza, resumen final

La VII edición se clausura con éxito total de participación y las mejores previsiones para el futuro

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Vuelta a Ibiza, resumen final
Vuelta a Ibiza, resumen final

Las previsiones se han superado y más de 350 cicloturistas han pedaleado por los más bellos recorridos de la isla de Ibiza durante los pasados días 11, 12 y 13 de octubre.

Aunque ya se han disputado seis ediciones anteriores, la de 2008 ha supuesto un cambio de imagen y de difusión para esta actividad que ha sobresalido por la calidad organizativa. En este capítulo han incidido de manera decisiva los patrocinadores, habiendo gozado del mecenazgo de Café del Mar, una de las marcas relacionadas de manera más estrecha con el turismo en Ibiza, todos los ayuntamientos por lo que ha atravesado el pelotón, diferentes organismos autonómicos, la marca PowerBar para equipar los avituallamientos y Campagnolo Ibérica, empresa que se ha volcado con la Vuelta a Ibiza, aportando, además asistencia mecánica de auténtico lujo, una treintena de bicicletas montadas con los nuevos grupos Campagnolo de 11 velocidades.

 

Los participantes como objetivo

Sin ninguna duda el mayor argumento para justificar el éxito conseguido por esta edición de la Vuelta a Ibiza ha sido el trato que la organización ha dispensado a los participantes. Montaje de infraestructuras, seguridad en ruta, calidad de los avituallamientos, organización de las actividades complementarias... todo se ha merecido la nota máxima. Pero hay que valorar también la asistencia de los grandes mitos del ciclismo; nunca habíamos visto en una marcha cicloturista una plantel tan de lujo como en esta ocasión: Indurain, Olano, Chozas, González Salvador, Javier Mauleón, José Luis de Santos y Jesús Suárez Cuevas se han integrado en el pelotón como uno más de los cicloturistas, aportando un valor añadido a la Vuelta que a muchos les será difícil olvidar. En el caso del Miguelón, el gran mito y centro de atención indiscutible de la actividad, ha tenido a bien realizar todos los recorridos completos, poniendo en cada momento un puntito de interés a cada itinerario, donde no dudaba en organizar escaramuzas que ponían en evidencia la clase que todavía conserva nuestro pentacampeón del Tour. Venía fino, se lo tomó en serio y había entrenado durante el último mes y, cuando se ponía a tirar del pelotón, lo mismo cuesta arriba que en los descensos, ponía patas arriba el pelotón: durante la última etapa, coincidiendo con los 10 kilómetros finales, la organización decidió abrir la marcha, retirando el coche de cabeza, para poner la guinda al final de la Vuelta. Indurain puso al pelotón a más de 70 km/h sin dar opción a que nadie de los que mantenían su estela fuera capaz de discutir su estilo y clase sobre los pedales: genio y figura.