Una breve batalla de poco más de dos horas y apenas 100 kilómetros sobre un trazado absolutamente plano puede decidir el nombre del próximo portador del maillot arcoíris. Unas circunstancias impropias para una prueba de la importancia y prestigio del Mundial, que podría verse acortado en 150 kilómetros por las altas temperaturas y la elevada humedad registrada en Doha que complican la disputa de una carrera de más de seis horas por el riesgo de deshidratación al que se enfrentarían los ciclistas.
La UCI ha emitido un comunicado en el que anuncia que ha activado un protocolo en caso de calor extremo mediante el cual cuatro médicos expertos analizarán las condiciones meteorológicas y expondrán la conveniencia de recortar el recorrido si el calor es extremo. Esta decisión conllevaría la supresión de los 150 primeros kilómetros que deben transcurrir por el desierto y la costa catarí y donde podría verse la pelea más destacada de la carrera pues los fuertes vientos son habituales en esta zona y los abanicos se convierten en una posibilidad más que a tener cuenta. Sin este tramo inicial, soñar con un desenlace que no culmine en un sprint masivo no es más que una quimera.
Los últimos 100 kilómetros, que serían los únicos a disputar en caso de que el sol hiciera estragos, se desarrollarán sobre un circuito en el lujoso y artificial archipiélago de la Perla de Qatar, cuatro millones de metros cuadrados ganados al mar, en el que el pelotón encontrará una alternancia entre grandes avenidas y zonas de curveo sin un solo metro de desnivel. Y ahí, no va a escapársele el triunfo a los sprinters.
Esperemos que la climatología conceda una tregua en los próximos siete días y veamos un Mundial con las características que ha de tener una competición de fondo en carretera.