Sesenta y cinco ascensiones -de las cuales, Mont Cassel y la subida parisina a la colina de Montmartre se realizaron en dos y tres ocasiones respectivamente- decidieron en este último Tour de Francia la disputa del Gran Premio de la Montaña, probablemente la clasificación secundaria más célebre, que ha cumplido ya ochenta y seis ediciones desde que sustituyó a la del meilleur grimpeur, y que como se ha repetido en numerosas ocasiones este año, lleva medio siglo vistiendo a su líder con el emblemático maillot blanco con lunares rojos.
Las cinco categorías de subida no han variado desde que en 1979 se añadiera la Hors Catégorie a las tradicionales de primera, segunda, tercera y cuarta. Con las tres primeras, los organizadores reemplazaron en la edición de 1949 un sistema previo más simple que dividía las subidas en tipos "A" y "B" y que, anteriormente, carecía de cualquier diferenciación. El baremo de puntos otorgados es, sin embargo, una cuestión muy distinta y normalmente sujeta a cambios. Se busca, y no siempre se logra, un complicado equilibrio que impida que ganen involuntariamente quienes disputan el triunfo absoluto, pero que también se lo ponga difícil a otros actores secundarios muy alejados en la clasificación general.
Muchos se siguen preguntando cómo funciona ese sistema de catalogación de las subidas: ¿qué criterios usa ASO para distinguir unas de otras? ¿Y por qué, en ciertos casos, se modifican con los años? Incluso los mismísimos Campos Elíseos, en su camino ascendente hacia el Arco de Triunfo, llegaron a tener una modesta cuarta categoría en dos de las primeras ediciones en las que la carrera terminó allí, tras salir del Velódromo de Vincennes.
"Nuestro sistema se basa en un método de cálculo que hemos ido desarrollando durante muchos años y que nos permite comprobar si la primera impresión al clasificar una subida es la correcta o no", explicaba Thierry Gouvenou, director técnico de la Grande Boucle desde 2014. "La dificultad depende de varios factores: la longitud, el desnivel, la pendiente... pero también hay otros detalles que valoramos, como el lugar donde se encuentra en el recorrido, cómo son los kilómetros de aproximación o qué tipo de carretera se trata. No nos gusta cambiar demasiado las categorías de un año a otro, y al final también dejamos un margen a nuestro criterio. No todo son matemáticas para esta cuestión".
Más allá de cifras e impresiones, lo cierto es que a este efecto la teoría del Citroën 2CV debe ser descartada, y muy especialmente en el contexto actual. Algunos han llegado a sostener -incluso dedicando un puñado de minutos en televisión- que la caja de cambios de este icónico vehículo servía para clasificar una subida, según si podía coronarse utilizando la cuarta, tercera, segunda o la primera velocidad. "Es completamente falso", asegura el propio Gouvenou. "Parece más bien una conversación de barra de bar, totalmente infundada, que se escucha, se exagera, se adorna con el tiempo y termina convertida en una leyenda urbana que, cada cierto tiempo, resurge", concluye.