Fotos: Tim de Waele/Pedro Dueñas
La rabia puede reprimirse durante semanas. Meses. Pero cada día que pasa si desatarla, aumenta. Y cuando se desencadena, la furia arrasa con todo a su paso. Como un tornado. El que atravesó la calurosa ciudad de Córdoba. Cayó como un jarro de agua fría sobre el Liquigas de Daniele Bennati, que preparó con mimo la llegada para su líder. Era un diluvio con nombre y apellido, como los vendavales, pero no era una tormenta tropical. Era flamenca. En contexto con la ciudad andaluza. Y con nombre y apellido, al igual que los tifones. El huracán Boonen. De máximo grado y fuerza atronadora, la que aporta la rabia contenida que, como los huracanes, aumenta su índice de peligrosidad cuando toca tierra y toma contacto con las grandes carreras. En su currículum aún tenía el hueco vacío de una victoria de etapa en la Vuelta a España. Ya está cubierto.
Boonen vive deprisa. Las carreteras son lo suyo. Le gusta devastarlas, cuan huracán. Sea montado en una bicicleta o al volante de su coche. Acumula tantas victorias como multas por exceso de velocidad. Sus última condena, dos meses sin carnet de conducir por pisar demasiado el acelerador.
Se aisló para preparar la Vuelta a España. Puso rumbo a Mónaco para desconectarse del mundo y retomar su carrera. "Este año, estoy más concentrado", confiesa. Buena vía. Nada de excesos con motores, ahora son todos sobre su bicicleta. "He pasado un mal periodo en mi vida, pero he cogido el camino correcto2, manifestaba después de colocarse el sombrero cordobés. "El de trabajo, el de cuidarme". Lo tenía apuntado en la agenda de los deberes pendientes, como el triunfo en una etapa al sprint de la Vuelta a España. "He demostrado que sé llegar en las mejores condiciones". La mejor ilustración posible, como los huracanes, es ver los daños provocados. Bennati, Napolitano, Ballan, Koldo Fernández de Larrea. Todos quedaron atrás en la foto. Los desperfectos de la tormenta flamenca, la que ya vuelve a alzar los brazos en una grande.
Ataque de Bettini
Suyo, del Quick Step fue el control de los últimos kilómetros de la tercera etapa. Cuando Manuel Ortega agonizaba en el Alto de San Jerónimo, después de haber recorrido más de cien kilómetros en solitario, Paolo Bettini saltó del pelotón para intentar darle caza. Entrenamiento de altura. Series. La cabeza del italiano apuntaba a Varese, no a Córdoba. Intentó seleccionar al pelotón para buscar varios compañeros que dieran continuidad a sus pedaladas pero nadie le quería como rival en un grupo reducido. Pasamontes se pegó a su rueda para frenarle y el Caisse d? epargne le cazó antes de coronar el alto. Sylvain Chavanel también lo intentó, dando el pistoletazo de salida a su particular cuenta intentos de escapada, como en el Tour de Francia y pronto cazó a Manuel Ortega. Perseverante.
El francés luchó cada golpe de pedal para sacar segundos a un pelotón en el que, frustradas las opciones de Il Grillo, se colocó en bloque para preparar el sprint de Boonen. Eran los primeros vientos, las primeras lluvias del huracán que se desataba. Chavanel no pudo hacer frente a ellas y en el último kilómetro le cayó el chaparrón. Benatti también intentó escapar del tornado. En balde. "He cogido la rueda de Benatti, que era la buena", recordaba Boonen. Y arreció su fuerza. Quiso seguirle también Koldo Fernández de Larrea, pero el alavés no pasó de la cuarta posición. Buena nota para despejar las dudas con las que comenzó la Vuelta acerca de su estado de forma.
El corredor del Euskaltel va acumulando rabia. La de Getxo, cuando fue superado por Reinier Honig. Las de Burgos, donde "solo" consiguió una victoria de etapa. Quizá tarde poco en desatarla, al igual que ha hecho Boonen. El huracán flamenco. "Me he reencontrado con todos los corredores que están en forma y por eso esta victoria es muy especial", analizaba el corredor del Quick Step, que vuelve a alzar los brazos en una grande, con la furia desatada. Nadie pone ya en tela de juicio su amor por la velocidad. ainara@ciclismoafondo.es
- Clasificación de la 3º etapa
- Clasificación general