3º parte resumen 2009: El Tour de Francia

El duelo entre Lance Armstrong y Alberto Contador eclipsó la ronda gala, monopolizada en el Astana y de la que el madrileño consiguió salir reforzado con una autoritaria victoria en los Campos Elíseos. Un mes antes, Valverde, vetado ya por el CONI en el Tour descargaba su furia en la Dauphiné Libere y Rubén Plaza se convertía en Campeón de España

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3º parte resumen 2009: El Tour de Francia
3º parte resumen 2009: El Tour de Francia

Cada vez se acercaba más. Cada día estaba más cerca. Recién terminado el Giro y con un Lance Armstrong que fue de menos a más y acabó entero y con la moral más que reforzaba, las miradas se posaban ya en Mónaco, donde el Tour de Francia iba a tener su punto de partida más caliente. Pero para llegar hasta ese camino al resto de grandes nombres y favoritos le quedaba un mes entero para probarse en las últimas pruebas previas a la gran cita del año. El mes de junio, sin embargo, no empezó con las bicicletas como protagonistas. De nuevo un caso de dopaje azotaba al ciclismo haciendo temblar especialmente al español. Toni Colom, una de las agradables sorpresas de la primera parte de la temporada era controlado positivo y fue suspendido de inmediato por la Unión Ciclista Internacional. Sus planes de liderar al Katusha y luchar en una gran vuelta por etapas como jefe y referencia de una potente escuadra se fueron al traste.


Sin positivo de por medio pero también con una peligrosa amenaza comenzó los entrenamientos el mes previo al que iba a ser el eje de su temporada Alejandro Valverde. A principios de junio, el murciano aún no tenía sentencia alguna por parte del TAS, ni de la UCI, pero sí la intimidación continua de un CONI que se tomó la justicia por su mano y cada vez hacía más real su veto en Italia por espacio de dos años y con ello su ausencia en un Tour que tenía un paso por el país transalpino. 80 kilómetros de incursión fueron suficientes para quemar las esperanzas del líder del Caisse d'epargne. Por eso, por intuición, Eusebio Unzué varió a última hora el calendario de su hombre más laureado y le preparó para seguir ganando. A medida. Su siguiente puesta en escena fue la Dauphine Libere. Éxito inmediato. Allí Valverde corrió sin frenos. Con la rabia al descubierto.


Evans, primer líder en Dauphine

Todo lo contrario que Alberto Contador. Se contuvo el madrileño, mente puesta en la ronda gala, cuando Cadel Evans lanzó su primer aviso en la contrarreloj que abrió la carrera. Octavilla El australiano se vistió de amarillo y llenaba de optimismo el cuerpo. Por fin una nota positiva para el eterno candidato a la victoria del Tour de Francia. A Evans le duró dos días el liderato. Tras el triunfo de Angelo Furlan en la segunda etapa, Nikki Terpstra le arrebataba al 'aussie' el liderato al culminar una fuga en la que Iñigo Landaluze se quedó con las ganas. Pero quedaba por delante mucha Dauphine Libere y la tortilla pronto daría la vuelta. Apenas un día después. La contrarreloj de la cuarta jornada volvió a poner las cosas en su sitio y Cadel Evans tiñó otra vez el maillot de amarillo mientras Grabsch, con permiso por ausencia de Fabian Cancellara, concentrado en 'su' Vuelta a Suiza, hacía brillar su arco iris de Campeón Mundial contra el crono.


Escondido entre todos ellos, Alberto Contador proseguía su preparación al Tour. Comenzaba ya a acostumbrarse a tener que estar en silencio. Obligado para sí mismo. La Dauphiné fue no solo un camino físico a la ronda gala. También mental. Prepatatorio de lo que le venía encima, la convivencia con el siempre difícil Lance Armstrong. Pura psicología. Así, con Evans líder y los ojos pendientes de un posible duelo previo al Tour entre el australiano y Alberto Contador, la carrera se puso a los pies del Mont Ventoux, la jornada reina de la Dauphiné Liberé. Allí, Sylvester Szmyd olvidó por un día su condición de gregario. Le llegó al polaco el premio deseado. La recompensa al duro y poco valorado trabajo del desfogue por sus líderes. El del Liquigas se encontró mediada la ascensión junto a un pletórico Alejandro Valverde al que no le importó compartir para triunfar. Táctica de largo plazo. El murciano se olvidó de la etapa. La dejó en una promesa escrita a base de palabras y pedaladas. Para Szmyd. Así, ambos consiguieron restar los más de dos minutos que se había dejado el del Caisse d'epargne frente a Evans en la contrarreloj.


Alianza Valverde-Contador

Los dos, casi a dúo, coro perfecto en la escalada al monte de los vientos, alzaron los brazos en meta. Uno, Szmyd, con el triunfo de etapa ya en el bolsillo. Otro, metros más atrás, con la misma alegría, por la general a la que asestó su primer gran golpe. Le quedaban a Alejandro Valverde por delante tres etapas en las que defender con coraza el liderato. En esa empresa implicado se encontró con un inesperado amigo. Una ayuda inestimable. La de Alberto Contador. Consciente de las ayudas que, sin vía de ser encontradas en su propio equipo, el madrileño no dudó en poner sus piernas al servicio de Valverde cuando en la sexta etapa durante la ascensión a Longchamp, Valverde y el líder del Astana neutralizaron todos los desesperados ataques de un Cadel Evans que veía que, a pesar de su óptimo estado de forma, la prestación de Contador, sin ser la máxima de sus posibilidades, terminaba por tumbarle. David Moncoutie se llevó la victoria y Valverde aguantó el liderato.


Pero Evans no se dio por vencido. Descargó todas su balas con disparos en forma de ataques una vez más, incansable, en la última etapa. Para entonces, la fidelidad de Valverde y Alberto Contador ya estaba sellada y de nuevo el madrileño ayudó al Caisse d'epargne a mantener la victoria de su mano. Hecho. Stef Clement puso la guinda a la carrera con su triunfo de etapa y Evans tuvo que conformarse con el tercer puesto en la general. Ni su perfil más atacante nunca antes visto le sirvió para anotarse la victoria. Desesperante. Mientras tanto, en Portugal, el CTT Correios consolidaba a Adrian Palomares. El del Conténtpolis-Ampo dio una demostración en la etapa reina, durante la ascensión a Nuestra Señora de Gracia y aguantó en la última etapa para llevarse el triunfo final.


Cancellara arrasa en Suiza

Para entonces, la locomotora de Fabian Cancellara ya rugía apostada en las vías de tren de la Vuelta a Suiza. Después de un inicio de campaña cuanto menos discreto para lo que acostumbra, el del Saxo Bank preparó a conciencia la vuelta de su casa. Profeta en su tierra. Magistral. Aunque tuvo que esperar hasta la última etapa para saborear la miel de la victoria. Abrió la carrera como acostumbra, humillando a sus rivales en la contrarreloj. Las dos primeras etapas, con triunfos de Bernhard Eisel y del incombustible Mark Cavendish pronosticaron el que iba a ser uno de los mejores recitales del Columbia-High Road como conjunto. Seis de las nueve etapas fueron a parar al zurrón de Bob Stapleton. Saco sin fondo. En la cuarta jornada, Cancellara se despedía del amarillo en favor de Tadej Valjavec. Michael Albasini retomó los laureles del triunfo ara el Columbia y se regaló una poderosa victoria en su casa.


Él también quiso ser profeta en su tierra. Por un día tan solo, pero consiguió vencer a su compatriota Cancellara que no pudo superarle en el empuje final. Valjavec salvó el día sin perder tiempo y los delirios de Óscar Freire y Gerald Ciolek en la sexta etapa, otra tortura de sprint ganado por Mark Cavendish pusieron la Vuelta a Suiza al rojo vivo en sus últimas tres etapas. Kim Kirchen ensalzó su figura, aparecida al fin, al batir en la quinta etapa Roman Kreuziger. El checo no calculó bien la distancia y fue superado por el luxemburgués. Otra más para el Colmbia. No fue la última, porque el joven Tony Martin hacía las delicias de su equipo poniendo la guinda con su triunfo en la octava etapa. Afinado para el Tour el joven valor alemán. Igual que Fabian Cancellara. La contrarreloj final se lo pedía. Fantástico y aplastante. Entre lágrimas, el suizo endosó un minuto y medio a Martin, dobló a Roman Kreuziger y recuperó el amarillo, el definitivo. Valioso.


Rubén Plaza, Campeón de España

Cancellara prosiguió su racha de éxitos en el Campreonato de Suiza. Boonen, anunciado el divorcio que el Tour quería provocar con él y frente a la impasibilidad del Quick Step, atado casi de pies y manos si la ronda gala pedía su ausencia, se impuso en Bélgica. Pozzato triunfaba en el italiano, Andy Schleck, preparado de rigor para el Tour se imponía en Luxemburgo e Ivanov seguía rellenando su gran año con la victoria en el Campeonato ruso. Dimitri Champion daba la sorpresa en el francés, Koos Moerenhout no pudo ser batido en holanda, al igual que Matti Breschel en Dinamarca. Mientras, en España, nadie señalaba un candidato posible lejos de las opciones de un enrabietado Alejandro Valverde, conocedor ya de su veto por parte de la justicia italiana para pisar su suelo en competición en los próximos dos años, lo que le hacía tomarse unas vacaciones obligadas en el mes de julio.


Óptimo estado de forma e instinto letal. Solo él podía volver a proclamarse Campeón de España. Tras el bonito triunfo de Alberto Contador en la contrarreloj de Altamira y la plata de Luis León Sánchez, la prueba en ruta no admitía quinielas. El Caisse d'epargne cerró filas en torno a Valverde. Pero se olvidaron de los demás. Mikel Astarloza encendió la mecha en la ascensión final, explosiva y vistosa a las Cuevas de El Soplao. El guipuzcoano vio el título en su mano, hasta que un caballo valenciano se lo llevó por delante. Al galope, en medio del diluvio que, momentáneo cayó sobre la carrera. Suficiente para eliminar a Valverde, Rubén Plaza asestaba una puñalada a los Campeonatos. El del Liberty Seguros se alzaba por encima de su propio exilio obligado a Portugal dos años atrás y recordaba que seguía vivo. Excelente. Demarró a Astarloza y aguantó el ritmo en la parte final para remachar a Valverde e imponer su rabia por encima de la del murciano. Exquisito.



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