"Siete maillots diferentes en ocho años". Lo dice Aitor Pérez Arrieta, sonrisa en boca, satisfecho y orgulloso. Y que siga así por muchos años. Lo que cuenta es tenerlo, un jersey que arrope, que de calor en los tiempos de crisis, aguda en industrias, más sagaz y afilada, punzante en el mundo ciclista. Arrieta es un nómada de los pedales. En toda su carrera deportiva no le ha dado casi tiempo a amoldarse a una bicicleta, a acomodarse a las posturas conforme a su tallaje. Su carácter de emigrante no se lo permitían. Renovarse o morir. Después de pasarse toda su carrera deportiva en equipos españoles, el vasco ha hecho las maletas y se ha plantado en Italia, donde el potente Lampre-ISD de Michele Scarponi y Damiano Cunego le ha hecho un hueco.
Peor no esta siendo un camino de rosas para Aitor esta peregrinación. "No, no es fácil, sobre todo por el idioma. Parece que el italiano es similar al castellano pero no es así. La mayoría de cosas que dicen las entiendo, pero en las cenas, en las conversaciones de grupo aún no me sale hablar". Aún. Es cuestión de tiempo. "Algunos ya lo hablan y se agradece". Entre ellos, Michele Scarponi. "Da gusto correr con él, es una gran persona y esta a un nivel muy alto". Del segundo líder del equipo, Damiano Cunego, apenas cuenta con referencias. "Solo coincidí con él en la concentración, no tuve mucho trato con él", cuenta Arrieta.
A buen seguro lo hará a partir de ahora porque, es consciente Arrieta, "empieza lo serio". Estrenó sus nuevos colores en el Tour Down Under y corrió el GP de los Etruscos en Italia, pero no ha vuelto a competir hasta la Volta a Catalunya, donde el guipuzcoano acumulará kilómetros en competición para coger el ritmo justo antes de la Vuelta al País Vasco. "Es la de casa y quiero hacerlo bien". Después correrá el Tour de Romandía y la Vuelta a Turquía. De las grandes vueltas, Pérez Arrieta sabe que estará en la Vuelta a España. "El Tour y el Giro no lo sé, me gustaría pero va a ser difícil porque hay mucha competencia en el equipo, pero me gustaría muchísimo". Tampoco sabe con exactitud cuál será su papel a desempeñar durante la temporada. "No me han dicho nada pero todo irá según la carrera en la que esté y los compañeros que tenga", explica.
No necesita Arrieta que le den muchas lecciones. En ocho años como profesional ha sabido encontrar su sitio a pesar de los múltiples cambios de equipo que "te enseñan muchos valores de la vida, aprendes a valorar muchas cosas". Asegura que prefiere tener contratos de un año, "porque si no te relajas". Fue, sin dudar lo que a Arrieta le pasó en Caisse d'epargne. Recaló en la estructura de Eusebio Unzue avalado por sus magníficos resultados en el Spiuk continental y firmó un acuerdo de dos años. "Fueron mis peores años como ciclista, creo que me relajé un poco", confiesa.
En 2008 volvió a los brazos del Extremadura hasta que la escuadra reventó. Al año siguiente recaló en el Conténtpolis y en 2009 'Matxin' lo rescató para el Footon-Servetto, donde también permaneció una sola temporada. Lo ha vivido todo, desde la élite mejor equipada de Unzué hasta los hacinamientos en la caravana del Spiuk-Extremadura. "Ahí teníamos un ambiente muy familiar, disfruté mucho en esos años", recuerda con alegría. Pero Aitor nunca ha estado solo, ni siquiera ahora, en su marcha al país transalpino. Con él viaja Ampo. "Es la empresa del pueblo de al lado, les gusta el ciclismo y han decidido apostar por mi. Me siento muy agradecido".
Arrieta, Ampo y los autobuses marca Irizar dan al Lampre-ISD cierto acento hispano. "Es de los pocos patrocinadores privados que apuestan ahora por el ciclismo, espero que el equipo sepa cuidarlo bien", desea. Arrieta espera devolverles ese apoyo en forma de resultados. "Me gustaría luchar por alguna etapa en la Vuelta a España. Tendré que ayudar a los líderes pero también hay que ser egoístas y tener ambiciones personales". Las suyas están claras: "tener un día de gloria para contar a mis nietos que un día estuve peleando por ganar en una grande".