Alejandro Valverde, campeón del mundo de ciclismo

Desde el título de 2004, con la firma de Óscar Freire, ningún español había conquistado un Mundial. El murciano, tras dos platas y cuatro bronces, lucirá por fin el arcoíris.

Texto: Juanfran de la Cruz. Foto: PhotoGomez Sport.

Alejandro Valverde, campeón del mundo de ciclismo
Alejandro Valverde, campeón del mundo de ciclismo

Con sus 38 años desde abril, con seis preseas mundialistas previas donde faltaba el oro, y gracias a un sprint poderoso lanzado, tras casi siete horas de gestión de esfuerzos, a 300 metros frente al francés Romain Bardet, el canadiense Michael Woods y el neerlandés Tom Dumoulin, el murciano Alejandro Valverde conquistó el jersey arcoíris de campeón del mundo en el exigente Mundial de Innsbruck, el de los 265 kilómetros con siete pasos por la subida a Igls y el remate de los doble dígitos del muro de Gramartboden. Una culminación.

Su éxito, el de su séptima medalla mundialista, la primera de oro tras dos platas y cuatro bronces, le confirma como el corredor con más preseas en esta prueba en toda la historia, un nicho per se especial para todo un tetracampeón de la Lieja-Bastoña-Lieja. Solo el mítico neerlandes Joop Zoetemelk le supera en cuando a la edad del logro. Un logro, sí, un campeonato del mundo, que es real. Y por su torrente de lágrimas y emociones, mucho más soñado de lo mucho que había soñado en sí. España no tenía un corredor con el ‘arcobaleno’ desde que Óscar Freire se impusiera en 2004.

Su arcoíris acaso se gestó en su mejor participación, la más madura, la más efectiva, de la mano de una sobresaliente puesta en escena de la selección española. Si la táctica o las piernas fallaron en los momentos decisivos de otras ediciones precedentes, en las rutas del Tirol España cuajó una gran actuación grupal, dando una gran sensación de compromiso. La apuesta era Valverde y para Valverde se corrió. Primero corriendo muy juntos en torno al murciano, sin mostrarse en exceso. Después, muy atentos a los movimientos de, sobre todo y ante todo, Italia.

Con la carrera ya dentro de los últimos cien kilómetros, Omar Fraile y Jonathan Castroviejo tuvieron un gran papel al frente del pelotón. Los corredores vizcaínos se involucraron en el incremento del ritmo de un grupo que para entonces rodaba a algo más de siete minutos de una fuga de diez corredores que hasta no mucho antes había sido de once ciclistas con una superior a los diecisiete minutos, para exigencia de trabajo coral de Austria, Francia, Eslovenia y Gran Bretaña. El danés Kasper Asgreen, el noruego Vegard Stake Laengen, los irlandéses Conor Dunne y Ryan Mullen, el checo Karel Hnik, el luxemburgués Laurent Didier, el sudafricano Jacques Janse Van Rensburg, el kazajo Daniil Fominykh, el canadiense Robert Britton, el bielorruso Ilia Koshevoy y el sueco Tobias Ludvigsson fueron sus integrantes. Con el paso de las vueltas, el desgaste de la subidas, la acumulación de los kilómetros, la gestión de los esfuerzos, acabarían rodando en cabeza en solitario Asgreen y Laengen, quienes serían cazados, ya en la última subida a Igls, a menos de 23 kilómetros para el final.

Hasta esa neutralización, una carrera in crescendo por atrás, en el grupo de los ilustres, una constante eliminación. Si se movía el italiano Cataldo, detrás se iba Jesús Herrada. Si después lo hacía Caruso, quien había saltado las tras la rueda de Gren van Avermaet, se movía Omar Fraile. Si la penúltima subida a Igls traía muchos movimientos, en los que no faltaba el neerlandés Steven Kruijswijk, ahí estaba David de la Cruz de secante, inagotable. Valverde, bien colocado, se dejaba ver lo justo a esas alturas. Todo se encaminaba a una resolución en las rampas de Gramartboden con una vuelta por delante y los restos de la fuga rodando con dos minutos. En ese camino se han quedado sin opciones Peter Sagan, Simon Yates, Daniel Martin o Michal Kwiatkwoski.

Italia se puso a trabajar a fondo, quemando a Caruso y Brambilla en los primeros compases del último pase por Igls y con Pellizotti cogiendo su testigo. El movimiento invitaba a pensar en que algo iba a pasar de forma inminente en esas rampas, pero una serie de aceleraciones en cabeza del grupo, ya cabeza de carrera, acaban descolocando el grupo y sepultando a Vincenzo Nibali, que cede. Sam Omen, Rui Costa, Pinot, Gorka Izagirre, Moscon… Un ataque del británico Kennaugh acaba configurando un pequeño que persigue al danés Michael Valgren, quien se destaca en cabeza al coronar Igls y logra hasta medio minuto de margen. El del ganador de la Amstel Gold Race era un movimiento nada baladí, pero el Muro era mucho Muro. Un elemento diferenciador porque, sin él, esa cabalgada hubiera sido definitiva.

Valgren lidera la carrera hasta la subida tremenda de Gramartboden, el muro de los doble dígitos. Allí arranca con una veintena de segundos que se evaporan con el trabajo de Pinot y Bardet para Alaphilippe, poderosísima Francia en el momento clave, un trío al que se agarran Moscon, el canadiense Woods y, con suspense, Valverde. Los seis, en toda una sucesión de los acontecimientos, gestionan las tremendas rampas, dan alcance al danés y pierden a Pinot y sobre todo a Alaphilippe, que da muestras de fatiga. Moscon amenaza con arrancar, pero acaba descolgándose ante la velocidad crucero que marca Woods, ganador en el Monte Oiz.

Se gesta el trío Bardet-Valverde-Woods, las medallas parecen un asunto finiquitado mientras por atrás Tom Dumoulin, en su enésima demostración de ascender sin cebarse, se acerca. Logrará el neerlandés darles alcance en las postrimerías de la bajada vertiginosa hasta la última recta, allí donde llegan cuatro corredores marcándose con Valverde marcando el ritmo atento a cualquier arrancada. Esboza una Dumoulin, Valverde amaga con taparle el hueco de forma inmediata. Y quizá ahí Valverde gana el mundial. Nadie lo volverá a probar, nadie le tanteará. Cuando el murciano lanza una mirada hacia la izquierda y ve el cartel de 300 metros para la meta, se lanza. Una arrancada para la posteridad. Un sprint para la eternidad. La de Alejandro Valverde, en su séptima medalla mundialista, campeón del mundo.