Vuelta País Vasco:5º etapa.Pinotti cimenta retiradas bajo la lluvia

El italiano del Columbia-High Road se adjudicó una etapa de diluvio en la que más de cincuenta corredores pusieron pie a tierra y ningún equipo puso en jaque a Contador en los kilómetros finales

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Vuelta País Vasco:5º etapa.Pinotti cimenta retiradas bajo la lluvia
Vuelta País Vasco:5º etapa.Pinotti cimenta retiradas bajo la lluvia

Fotos: Rafa Gómez

Cuando el ejercicio de los pedales comenzaba a llevarle el pan a casa, Marco Pinotti aún hincaba los codos entre libros y apuntes universitarios. El italiano natural de Osio Sotto, localidad vecina a Bérgamo y próxima también a la frontera con Suiza es licenciado en ingenieria civil, el tecnicismo transalpino de los arquitectos. Diseñador de viviendas. Escultor de cementos y piedras. Creador de espacios habitables. Primero investiga. Inspecciona el terreno donde pretende edificar. Corrobora que el suelo es apto para el albergo. Luego ya edifica. A velocidad rauda. Eficaz. Pinotti es invulnerable ante los imprevisibles caprichos del tiempo. Construye moles a base de pedaladas bajo el sol quemador o con la lluvia goteando sobre su casco. Así edificó su victoria en la quinta etapa de la Vuelta al País Vasco. Con un torrencial aguacero y a base de eliminar rivales. Cincuenta y cinco en total fueron los retirados en la jornada más adversa de la carrera.

 

Pinotti suele edificar sus mejores victorias en solitario. Diseña en la soledad de las bicicletas aerodinámicas. Inspiración óptima la suya. Sustenta a sus espaldas el campeonato de Italia de contrarreloj, en el que también se impuso en 2005. La pasada temporada ya se alzó con triunfos en etapas de la misma categoría en el Giro de Italia y en País Vasco. Escenario fetiche. Adelantó en 24 horas su reloj. Equivocación. La contrarreloj, su especialidad es mañana, por el mismo recorrido en el que ya él ha rodado en solitario, en busca de su triunfo. En línea. Simple reconocimiento del terreno. Con intenciones edificadoras. Arquitecto de raza.

 

Colocó los primeros pilares de su victoria para dar cobijo a los más de cincuenta corredores que, como el goteo incesante de la lluvia que caía en meta, se iban precipitando sobre los coches de sus respectivos equipos. Juanjo Cobo, el italiano Nocentini, Thomas Dekker, Alan Perez, Jurgen Van den Broeck, escapado en la cuarta etapa, Linus Gerdemann. Todo un regimiento de bicicletas en la línea de meta antes de tiempo. También lo hizo Joaquim Rodríguez, una vez que sus pedaladas fueron anegadas entre la película de agua que levantaba el pelotón comandado por el Astana desde que el catalán junto a Egoi Martínez, Andy Schleck, David Moncoutie, David de la Fuente, Maxime Monfort y Christian Pfannberger añadieron su particular toque de emoción a la etapa, con el minuto escaso con el que contaron de renta y que situaba al catalán como líder virtual de la carrera.

 

Pero el Astana no perdonó. La segunda victoria consecutiva de Contador en País Vasco es un edificio tumultuoso. De trabajo continuo. Fondo. En Beci todos trabajaron para el madrileño, incluido Dani Navarro, que en todo momento se mantuvo en las posiciones más visibles del pelotón. Asistencia para el capataz de la obra que en la contrarreloj final deberá rematar Contador. Antes que él, Pinotti levantó su propio edificio. Propiedad privada y de uso doméstico. Cuando Joaquim Rodríguez echaba el pie a la anegada tierra, Vladimir Efimkim y Vincenzo Nibali mostraron sus cartas para ascender Beci en solitario. Poco después, Pinotti aceleró el paso, consciente del paso por el que mañana espera reventar marcas. Rueda de reconocimiento. "Al saltar no pensaba en ganar, solo en que, si estaba delante no tendría que trabajar para mi equipo". Se escaqueó. Práctico.

 

"Cuando he llegado hasta la posición de Efimikim y Nibali me he visto mejor que ellos y ahí ya pensado en mis opciones reales de ganar". Decidió entonces, examinado el suelo edificable, levantar su habitáculo, cercano a Güeñes, donde Albasini, su vecino suizo se estableció con su alzamiento de brazos. "El descenso lo he realizado sin riesgos, por la lluvia y el estado de las carreteras". Levantó muros sobre seguro. En solitario, claro. Se despojó de Efimkim y Nibali y, como si de una contrarreloj se tratara, tendió su cuerpo, señero hasta la meta. Es así como le llega mejor la inspiración. Cimentó su edificio bajo la lluvia incesante de Zalla, la misma que paralizó a Samuel Sánchez en un intento de reventar los ocho segundos con los que mañana jugará su triunfo frente a Alberto Contador. ainara@ciclismoafondo.es




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