Supo aguantar. Supo tirar de la experiencia que no tiene. Supo no quemarse. Supo quedarse. Supo sufrir. Supo recuperar. Supo atacar en el momento adecuado. Y, claro, supo bajar. Carlos Rodríguez (INEOS Grenadiers), granadino de Almuñécar, de tan sólo 22 añitos, dio una clase maestra de cómo descender rápido y seguro camino de Morzine, territorio español, para confirmar todo lo que el mundo llevaba viendo desde el inicio del Tour de Francia.
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— Teledeporte (@teledeporte) July 15, 2023
Qué bajada. Qué valiente. Sin miedo ante Pogacar y Vingegaard.
Y A DOS SEGUNDOS DE UN PUESTO DE PODIO EN EL TOUR.#TDF2023 #TourRTVE15J pic.twitter.com/cBFJY80X94
El planeta ciclista sabía de su valía, pero pocos imaginaban la carrera que se está marcando Carlos, el líder del todopoderoso INEOS Grenadiers, el heredero de Wiggins, Froome y Thomas. Casi nada. Se ha ganado los galones a base de clase y de saber estar, de no soltar una palabra más alta que la otra y de dejar que sea la carretera la que hablase, la que pusiese a cada uno en su sitio.

Y el sitio de Carlos Rodríguez está entre los grandes. Porque arrebatar una victoria de etapa de montaña a los dos monstruos, aunque estuviesen despistados, a otra cosa, a su carrera particular, está al alcance de muy pocos. Tiró de todo lo que tiene en su repertorio el andaluz, que empezó el día pensando en aguantar el puesto, que subió Joux Plane jugando al podio, que lo coronó imaginándose subido en él y que lo descendió soñando con lo que llegó en la meta de la decimocuarta etapa.

Una etapa que, por cierto, fue de locos. Empezó con caída masiva y parón para confirmar que había ambulancias de sobra y que continuó en la línea de lo que es este Tour, un manicomio que va recorriendo todos los rincones de Francia. Jumbo-Visma no quería escapada y, aunque la hubo –con Mikel Landa (Bahrain Victorious), entre otros-, lo consiguió, pues la fuga jamás tuvo margen para nada. Agobiados por mirar hacia atrás y que siempre estuvieran las abejas neerlandesas.
El equipo de Jonas Vingegaard no dio respiro a nadie en los 151,8 kilómetros de una jornada de montaña de verdad. Es cierto que el kilometraje no era el del ciclismo de antaño, pero sí se parecía el menú. Un puerto de tercera y dos de primera categoría para entrar en calor, y luego, una cota no puntuable más La Ramaz –y sus 13,9 km al 6,9%- y, por supuesto, el mítico Joux Plane –y sus 11,7 km al 8,5%-.

Había escenario para jugadas, y la del Jumbo-Visma estaba clara. Tirar, tirar y tirar hasta que llegase el tramo clave de la última ascensión. Lo que no imaginaba el conjunto de Vingegaard era que UAE Team Emirates entrase en cabeza en el inicio del Joux Plane para romperle los planes. Durante unos kilómetros, la aparición de Rafal Majka hizo dudar a los chicos del dueño del amarillo. Se miraban sin saber muy bien cómo rematar el trabajo hecho durante todo el día.

Pero, entonces, salió de la nada Wout van Aert, que se había quedado, para volar, acelerar y hacer explotar al polaco, que dijo adiós a la cabeza. Poco después, el belga también dimitió. Vingegaard tenía a Kuss y Pogacar a Adam Yates. Dos contra dos. El danés usó a su gregario para aguantar la velocidad del grupo y Pogacar para acabar de destrozarlo.
Cuando Adam se quedó sin gas, Tadej metió uno de sus ya clásicos estacazos. Cedió el danés unos metros que parecía que irían a más. Pero no. A Pogacar le faltó fuelle y a Vingegaard le sobró fortaleza mental. Otra vez, empate. Y, en estas, Carlos Rodríguez. Llegó, atacó, soñó y ganó.
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