Fotos: Rafa Gómez
Es impensable hacerse con una victoria si se corre de espaldas a la meta. Si no se clava la mirada al frente y se conjuran las piernas con la línea crucial que marca quién gana y quién pierde. Quién gira la vista atrás queda eliminado de por vida. Condenado. Es imposible para todo ciclista pedalear hacia el frente si se mira a la retaguardia. En el horizonte está la respuesta, por atrás solo quedan los caídos. Ni siquiera las propias balas de cobre, cuando salen despedidas de sus cañones echan un vistazo atrás, a lo que dejan en sus espaldas. Solo un tipo de proyectiles pueden permitirse tal osadía. Los verdes. Balaverde. Dinamitador de pelotones. Matador de sprinters. Picador de aventureros, como Richi Serrano, el último rejoneador que no miró atrás y saltó del pelotón en el determinante repecho pucelano. Arranque triunfal, "de no haber sido por el de siempre", articulaba con pena en meta. Eterna bala. Caníbal,
Y todo a pesar de entrar en meta con la cabeza girada en 180 perfectos grados, en busca de su compañero José Joaquín Rojas, al que quiso brindarle la victoria. Los rivales marcaron su rueda desde que las carreteras pucelanas se empinaron, tímidas hasta la meta. Breve repecho. Como el del puerto de San Isidro. Arrancada y disparo. Simple y sencillo, producto del cálculo y la medición exacta. En la tercera etapa su verdugo fue Rubén Pérez. En Valladolid, el sacrificado fue Ricardo Serrano. Impasible tras el demarraje de la eterna matanza murciana. Ofuscado después de relanzarse, eufórico tras la brillante victoria de Juanjo Cobo en
Fue la cantina que sirvió de cierre para una Vuelta a Castilla y León relajada desde sus comienzos a pesar de que se anunciaba revuelo con la sola presencia de Lance Armstrong. Caído en combate, clavó sus músculos en las piedras de
Ilundain y Mollema escapados
No se lo regalaron a Bauke Mollema ni a Mikel Ilundain, los teloneros previos al exitoso concierto de Valverde, que se convirtieron en los protagonistas del día con una escapada conjunta. Se las arreglaron a dúo mientras, por detrás, pocos equipos optaban por tomar las riendas de la carrera. El Burgos-Monumental ayudaba al Astana en el comando del pelotón. Apaciguados, mientras Valverde hablaba con Rojas. ?Hoy ganas tú?, le susurraba en medio de manillares y radios. Rojas callaba. Otorgamiento. Acata siempre las órdenes del jefe. Valverde comenzaba a redactar el cheque bancario para el crédito.
Intentó realizar un préstamo, hipotecar una victoria con un pequeño interés en vistas a un futuro no muy lejano. El de
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