Fotos: Rafa Gómez
Los primeros sprints del año son siempre desordenados. Alocados. Un auténtico caos. Se busca un líder. Una referencia. La rueda a seguir en esos fatídicos y eliminatorios metros finales que deciden quién se lleva la gloria del día y quién, aunque segundo, se convierta en el gran perdedor. Sirven también para medir fuerzas. Las propias y las de los rivales. Para intimidar. Imponerse. Y asustar. Se marca territorio. Igual que los animales salvajes que habitan por las largas sabanas africanas. Levantan cercos imaginarios. Delimitan sus territorios. Cada equipo es una manada, y cada corredor, una bestia que enfurece si no se respetan sus normas. Así lo hizo McEwen, embravecido por su progresiva pérdida de liderato en los sprints. Marcó su territorio. Dominador.
Sus treinta y ocho años le delatan. Las trece temporadas que cumple ya como profesional ponen de manifiesto esa punta extrema de velocidad que ya no rueda tan afilada. Las arrugas de la cara lo confirman. Una llama que se apaga. Pero quien tuvo, retuvo. El bravuconeado 'killer' australiano sigue conservando el instinto, la garra y
El caos reinante en los últimos kilómetros de la etapa duró hasta que Robbie McEwen quiso. No le hacía falta desgastar a su equipo para prepararle el sprint. Estaba pletórico. Lleno de fuerzas. Buscaba intimidar dando la sorpresa, sin grandes puestas en escena. Dejo qué el Caisse d'Epargne de José Luis Jaimerena tensara al grupo numeroso que se seleccionó con una caída sin graves consecuencias, pero que sirvió para terminar de sacar de ritmo a buena parte de los corredores que habían tomado
Sin un claro dominador
El Caisse d'Epargne no escatimó en esfuerzos para lanzar el sprint en busca del primer triunfo de José Joaquín Rojas. Se le resiste. Iván Gutiérrez se marcó sus particulares entrenamientos de series. Afina para su especialidad, las contrarreloj. En ellas libra una batalla interna y solitaria. Está ya acostumbrado a pedalear solo. A no mirar atrás. Así lo hizo en los últimos coletazos de la jornada, hasta que las piernas solicitaron una tregua. Para entonces, el pelotón enfilaba ya los últimos siete kilómetros. Apareció el Liquigas de Bennati. El Rabobank, con Brown. El Cofidis. Y hasta el Quick Step, con Sylvain Chavanel asomando por los primeros puestos. Tampoco Pablo Urtasun y
Entre ellos, escondido vagaba la bestia dominante. Robbie McEwen aprovechó el cambio de velocidad de Rojas. Se adelantó en demasía el murciano y el Katusha se aprovechó de su rueda. De ella saltaron Graeme Brown, Daniele Bennati, y, un poco más retrasado,