Con el primer sueldo que Anuar Manan ganó como ciclista profesional le compró una casa a sus padres. "Para mi fue un grande orgullo". Fue hace apenas un año, cuando estampó su firma en un contrato con el Geumsan Ginseng Asia al que regaló una victoria en la misma carrera malaya. Prosiguió su racha en el Tour de Tailandia y en el de East Java. En total, cuatro triunfos en el 2010 para amueblar con oro la casa de sus familiares y cambiar al Terengganu, la escuadra a la que todos los aficionados que durante estos diez días se han acercado a las salidas y llegadas de cada etapa del Tour de Langkawi han buscado con todos los sentidos abiertos.
Y sobre todo, buscaban los fans su pelo negro en punta, siempre peinado al estilo moderno asiático. Desordenado pero colocado a la vez. La sola presencia de su melena morena hacía enloquecer al público. Aplausos, vítores y gritos para el ídolo malayo. Cuando bajaba del podium, al que ha subido para recibir dos segundos puestos y en la etapa final de Kuala Lumpur la misma posición en la clasificación por puntos- solo el emergente Andrea Guardini ha podido con él- su figura se perdía en medio de flashes, cámaras de fotos y seguidores que querían tocarle, darle la mano. Sentirle. Atestado de gente intenta avanzar sin suerte. Le cuesta. Es un ídolo local. Una estrella. El Contador asiático.
Es ya un sueño hecho realidad correr en la primera fila del ciclismo asiático para Anuar Manan. El Tour de Langkawi es para el malayo como la ronda gala de los nuestros. "He podido correr contra grandes velocistas, esta carrera es muy especial porque también te da un rango de más, tiene más proyección a nivel mundial y hace que se hable de mi también en Europa". En su corta edad, apenas suma 24 años, ya le ha dado tiempo a acumular sueños. Todos llevan intrínseco un viaje de larga estancia y duración con destino al viejo continente, al ciclismo de verdad. "Soy muy joven y creo que me quedan muchas cosas por hacer, y entre ellas espero que esté correr en un equipo grande". Su madre, presente tras las vallas y llorando de la emoción, incapaz de ocultar las lágrimas viendo a su hijo subir al podium lo escucha y calla. No quiere que se vaya lejos Anuar, pero sabe que lo hará por su bien, por el de la familia.
Correr en el High Road
No se corta a la hora de pedir Manan: "El High Road", implora. "Tienen los mejores sprinters y los mejores corredores para llevarte en una llegada masiva. Suelo ver mucho los videos de los sprints que hace Cavendish y son una maravilla". Quiere ser como él. "Pero también me gusta mucho la París-Roubaix. Creo que soy un ciclista veloz, un sprinter, pero que tiene fuerza para andar bien en este tipo de carreras. En casa suelo hacer mucho entrenamiento tras moto con mi padre sobre suelo de piedras". En casa de Anuar todo gira en todo a la familia. El clan de los Manan.
Todos han colaborado para que el chaval haya llegado donde está, para que pueda tener aun un futuro más espléndido fuera de Asia. "A mi hermana le cogí su bicicleta y la transformé para convertirla en una de MTB. Con ella empecé a correr". Lo explica a gritos casi, mientras una maraña de gente lo rodea pidiéndole autógrafos. Igual que los Contador o Andy Schleck cuando corren en Europa. "Si, me gusta mucho", dice refiriéndose al madrileño, "aunque yo no soy como él. Me fijo mucho en Freire", apunta. Tal vez, dentro de poco comparta pelotón con el campeón cántabro.
El Contador asiático
Anuar Manan es el ciclista con más proyección en Asia. Solo el imbatible Andrea Guardini ha podido con él en las llegadas masivas del Tour de Langkawi y ha sido segundo en la clasificación por puntos. Manan, espera que su potencia le lleve un día tan rápido como en los sprints en una avión camino del ciclismo europeo para vencer una etapa en el Tour de Francia
