Fotos: Rafa Gómez
Sonidos de comunicación interna en plena carrera, 'radio vuelta' como se la conoce, anuncia cada jornada a todos los enganchados al transmisor interno de las carreras, directores, organización y auxiliares de cada equipo, la situación de la etapa con una frecuencia de unos dos minutos. Chirridos a veces faltos de cobertura, otras ensordecedores, en ocasiones apenas audibles. Avisan de pinchazos, vocean adelantamientos repentinos y claman ante los deseos de los corredores, de agua, de cambios de ropa por temperaturas dispares. Con fidelidad tampoco se olvidan los transistores de cantar los dorsales de los corredores en fuga de cada jornada informando a la vez del equipo al que pertenecen. Los que más han repetido van del 20 al 29, los del Andalucía-Cajasur. Es entonces cuando menos atención prestan todos aquellos que están acostumbrados a oírlo. Para qué molestarse en saber nombre y apellido. Todos saben que a la lotería de cada jornada siempre acude un apostador fiel, José Antonio López Gil. Nadie le llama por su nombre. Como jugador fiel que es, constante en su empeño y presencia, presume de apodo: 'El Malagueta'. El hombre que vive en fuga, amenaza diaria del gran pelotón al que desafía solo. "Una forma diferente de entender el ciclismo", resume.
Las del 2009 es la tercera Vuelta a España en la que Malagueta ha tomado parte. La primera, la del 2007, que supuso también el debut del Andalucía-Cajasur en la ronda hispana, fue la que más fugas contabilizó. Cuatro. En las primeras ocho jornadas de este año ya cuenta con dos en su particular palmarés que espera engrosar con más cabalgadas cuando llegue la media montaña y los terrenos llanos. Sabe López Gil que el terreno de altura no es el más adecuado para sus características y, por orgullo andaluz, "intentaré guardar fuerzas unos dos días más, porque el cansancio y esperar a los días con terreno más propicio". Lo tiene ya señalado: "Las etapas de Córdoba y la de Puertollano las tengo ya marcadas como fijas, además de por ser un buen sitio para escaparse, salgo desde casa y eso es un aliciente más". Todo calculado, como los kilómetros que ya suma en huida del pelotón. Los apunta todos en un cuaderno que le acompaña en cada carrera "Llevo
Comienzo tardío
Promesa de espectáculo, de animación previa a las llegadas. Siempre lo ha entendido así, "desde que empecé a correr tenía esa mentalidad", más "agresiva", como él mismo expone, a diferencia del conservadurismo del resto del pelotón, aminorado por la gran mole que forma, conjunta, la numerosa serpiente multicolor. "Lo he hecho desde siempre", explica José Antonio López Gil. Juega a la lotería cada día, continua apuesta. Aunque ello no sea sinónimo de longevidad. En las 33 primaveras hace dos meses renovadas apenas suma trece años dando a los pedales. Fue una de esas plantas tardías que, cuando florecen emanan colorido radiante. "Montaba en bicicleta por afición pero después me fui a hacer el servicio militar en la base de Rota". Eso fue en el año 1995. "Después me lo tomé un poco más en serio y corrí con el Ávila Rojas". Seis años en los que "comencé a despuntar", a base de fugas, como siempre, que le hicieron sumar triunfos, pero apenas visible se hizo, a pesar de su casi metro y noventa centímetros de altura y zancada portentosa y magistral. Su buen hacer en la categoría amateur no sirvió para que su número de teléfono atendiera una llamada de un equipo profesional.
"Me desmoralicé, iba a dejarlo porque tenía asumido que no iba a pasar", recuerda. Pero 'El Malagueta', como buen apostador, congenia energía combativa con paciencia propia del que, como un preso en la cárcel, espera eternamente a la baja guardia para lanzarse a la libertad. Acostumbrado a tantas ocasiones de quedarse con la miel en los labios, preparando brazos para alzarlos después de una fuga. Habituado a ser anulado entre el anonimato del gran pelotón, ?no esperaba nada", sentencia. Hasta que llegó. El día más inesperado. Por no haber dejado de intentarlo. Por no haber caído en la rendición. Premio. Eusebio Unzué se lo llevó ibanesto.com, el actual Caisse d'epargne, en el 2004, con el que debutó en la élite. De la mano del técnico navarro permaneció dos años en los que conoció "una forma diferente de correr", alejada de su mentalidad belicosa. "Se me vinieron todas las ilusiones abajo, era un mundo muy diferente de lo que imaginaba". Conflicto de mentalidad.
Reconciliación
Se reconcilió con ella, y consigo mismo gracias a otra llamada. La de Óscar Guerrero y el equipo Kaiku para vestir de rosa las carreteras previas a las llegadas a meta. "Gracias a Guerrero volví a disfrutar de la bicicleta, a pasármelo bien mientras andaba. Él me trataba no solo como deportista, si no también como persona". Recuperado el instinto fugitivo, el del preso encarcelado sumó más de dos mil kilómetros en los dos años que pasó en Kaiku. Luz al final del túnel. Vía de escape, aunque con fecha de caducidad, la que le puso el patrocinador al técnico navarro a la conclusión del 2006. Su combatividad se había ganado un hueco de honor en el equipo de su tierra, el Andalucía-Cajasur. "Me daba igual no seguir". Ya había conseguido disfrutar con su trabajo. "Pero me llamó Cabello y no me lo pensé". Bandera del equipo. Es el más veterano de la plantilla y encarna el rol a la perfección. "Intento mentalizar a los jóvenes la misma mentalidad que yo tengo, combativa, de intentarlo cada día", por extensión, la concepción del Andalucía-Cajasur. "Somos un equipo que nos caracterizamos por eso, por ser protagonistas cada día a base de fugas".
El premio suele ser escaso. Gloria mundana ante el desgaste extremo. "Cuando entro en la escapada del día sé que es muy difícil llegar, pero siempre te queda la esperanza de que puede ser el día". Ése el que a diario busca 'Malagueta'. El día. Lle llegó en la primera etapa de
Kilómetros apuntados
Generoso y experto maestro el guía del Andalucía-Cajasur. Se ha convertido en referencia a seguir no solo en el seno de su escuadra, si no También para el resto de aventureros que buscan protagonismo a base de fugas. Su ojo de lince para las escapadas le han convertido en la rueda a seguir. "En Aitana", recuerda López Gil, "llevaba el maillot de la montaña y tenía a muchos ciclistas a rueda porque era un día para puntuar y tenían en mente que yo podía intentarlo". Su esfuerzo constante y sin decadencia apenas encuentra el premio merecido. Pocas son las veces que culmina una cabalgada. Muchas más, en cambio, las ocasiones en las que el desasosiego le recorre el cuerpo cuando, con una simple mirada hacia atrás, divisa al pelotón acercarse. Sensación de sobra conocida. Fácilmente descriptible para 'El Malagueta'. "Al principio sentía mucha impotencia, luego te acostumbras. Son tantos años y tantas fugas culminando de la misma manera..." Vacío deja ese mal gusto.
La percepción cambia cuando, a su llegada al hotel saca su cuaderno de viaje y suma kilómetros a su currículum. Lo lleva haciendo desde que se puso por primera vez un maillot, tardío, con 20 años en el Ávila Rojas. Desde entonces, unos