Foto: Iraia Calvo
Hay algunos, de los que empiezan a conocerle por el nuevo equipo que comparten, que ya se atreven a afirmarlo: Freire no se va a retirar este año. Aventuran sin dudar que el genio cántabro se va a encontrar tan a gusto, va a disfrutar tanto de la bicicleta y el mundo del ciclismo, los viajes, las carreras y las risas con los compañeros, que cuando llegue final de año y Katusha le presente una propuesta de renovación que, según dicen, llegará seguro por lo sorprendido que el equipo se ha quedado con su adaptación, Freire será incapaz de decir que no.
Siempre ha sido de ideas claras. También de metas. Y el final de la etapa que es su brillante carrera deportiva estaba puesto en diciembre del 2012. Adiós al genio. A descansar por siempre en la lampara. Solo si el arco iris le mecía en Valkenburg, como un sediento pedigüeño de deseos alargaría un año más su vida de ciclista. Hasta entonces, hasta que los puntos calientes de la temporada lleguen, la Milán-San Remo y el Mundial, Freire sabe lo que tiene que hace: no arriesgar. Son ya muchos años. Hacen a uno ser más selectivo. Desechar triunfos "secundarios", sacrificarlos, en busca de conseguir el único y verdadero. Eso también ha cambiado desde que corre en Katusha.
Freire, ahora más que nunca, disfruta de la bicicleta. Se divierte como un crío. Prueba de ello son las dos victorias que ya atesora, una en el Tour Down Under, en su cuarto día de competición, y otra en la Vuelta a Andalucía. Las dos carreras que ha participado hasta ahora le han visto levantar los brazos. En el primer sprint de la Tirreno-Adriático ha sido segundo, superado tan solo por un Mark Cavendish que supo amarrar la rueda de Tyler Farrar en una arrancada anticipada la del americano del Garmin. "No he podido acelerar como lo ha hecho él". Fue lo único que le faltó después de una estratosférica remontada.
Solo, como siempre. Eso sí que no cambia. Ni en Rabobank ni en Katusha. "No lo ha necesitado. Sabe moverse mejor que nadie y es increíble metiéndose en los sprints", comentaba tras la etapa su compañero Joan Horrach. Instinto. Nadie como Freire para buscarse la vida, para ver ese hueco, para salir con maestría. Libró la caída que rompió el pelotón en el último kilómetro. "Una llegada así, hacia abajo es normal que pase esto", explicaba Fran Ventoso, 16º en meta. "Venía remontando por la izquierda pero a 400 metros ha habido un bandazo y me he quedado un poco cerradillo con Gerlad Ciolek", continuaba el ciclista del Movistar. "He tocado freno. Quedan seis días por delante y la Milán-San Remo está ahí cerca". La primavera, el renacer. Ella marca el tiempo. 'La Classicissima'.
También para Freire. Hasta este 2012, al cántabro se le veía despuntar, incluso rascar alguna victoria en su camino hacia la Via Italo Calvino. Esta vez es diferente: Hay victorias, casi las mismas que en cada arranque de año donde las lesiones le han respetado. Hay motivación en el viaje que le lleva a la Cipressa y el Poggio. A San Remo. Pero esta vez hay además, ganar de ganar también en ese camino, del Down Under a la Tirreno. "Las piernas son buenas, las sensaciones también. Probaré en los siguientes días". Mañana por ejemplo. 178 km para llegar a Terni al sprint. Otra ocasión para florecer la primavera de Freire.
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