Frío en la competición: remedios caseros

Mirar con ojos del presente algunas historias de La Vuelta anteriores a su traslado de 1995 al mes de septiembre puede resultar, en medio de un verano tan tórrido como este, chocante y, en cierto modo, hasta refrigerante. Aquellas ediciones, en su mayoría primaverales salvo alguna excepción también veraniega de los primeros años, veían cómo la climatología marcaba en ocasiones su desarrollo, pero en un sentido totalmente inverso al de ahora; con dificultades climatológicas en forma de frío, viento, lluvia e incluso nieve. Uno de los ejemplos más frecuentemente rememorados de ese frío que se vivía en la Vuelta a España suele ser la undécima etapa del año 1991. Con casi doscientos treinta kilómetros entre Lloret de Mar y Andorra la Vella, la jornada se disputaría íntegramente con bajas temperaturas y bajo una persistente lluvia que, por efecto del aumento de cota, se convertiría por momentos en nieve. Hasta catorce participantes se fueron a casa en una jornada sin puertos, pero que dejaba para la memoria y las hemerotecas digitales numerosos momentos para el recuerdo como aquellos protagonizados ante las cámaras por el fugado del día, el danés Per Pedersen. En medio de su solitaria cabalgada se le pudo ver tanto haciendo ejercicios con los brazos a la vez que pedaleaba para calentarse, como siendo asistido desde su coche para ayudarle a quitarse y ponerse guantes secos en sus manos. Si bien los protocolos para condiciones extremas del siglo XXI seguramente impedirían hoy la disputa de jornadas de ese tipo, la sabiduría popular del pelotón ha andado desde siempre sobrada de soluciones para enfrentarse al mal tiempo cuando se quiere o se debe rodar en bicicleta. Algunas probablemente sean ideas brillantes y merezcan la pena ser probadas, pero otras lo único que provocan es la risa, al fin y al cabo el mejor antídoto para subir los ánimos y acabar animándose a salir por una cuestión de motivación. En latitudes nórdicas eran muchos los que se planteaban bajar la velocidad para reducir la sensación de frío pedaleando. Por ejemplo, el sueco Fredrik Kessiakoff, ganador de la contrarreloj de La Vuelta 2012 ante Contador y Froome, entrenaba en su tierra en invierno utilizando una bicicleta de montaña por asfalto, de modo que mantenía el nivel cardiovascular por la peor aerodinámica y el mayor rozamiento, y a la vez reducía los inconvenientes térmicos que comporta el rodar rápido. Otros proponían dobles impermeabilizaciones en las manos, recubriendo el guante de siempre con una tercera capa utilizando modelos de tipo quirúrgico o incluso los clásicos de fregar, y también en los pies, como era el casodel portugués Acacio da Silva, quien afirmaba envolvérselos... ¡con preservativos! Y hasta en la despensa hemos encontrado remedios; desde el copazo de coñac o anís antes de la salida, y respetando siempre los límites tolerados en todos los sentidos, hasta la pimienta, especia con la que Roland Liboton, campeón belga de ciclocross de los años ochenta, se impregnaba los pies antes de salir a correr.

Frío en la competición: remedios caseros

Algunas ediciones de La Vuelta previas a su traslado al mes de septiembre vieron cómo la climatología primaveral marcaba su desarrollo, con jornadas de frío, viento, lluvia e incluso nieve. El pelotón siempre ha encontrado remedios para protegerse.

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