Giro 2010.2º etapa: Embestida a Carlos Sastre

Las montoneras fueron las protagonistas del caminar holandés del Giro donde el abulense se fue al suelo con un fuerte golpe en la espalda y terminó a medio minuto de Farrar, que sorprendió a André Greipel y con Cadel Evans como líder

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Giro 2010.2º etapa: Embestida a Carlos Sastre
Giro 2010.2º etapa: Embestida a Carlos Sastre

Son clásicas en las grandes vueltas las montoneras. Nunca fallan a su cita los enganchones, los corredores volando por encima de las bicicletas, las ruedas salidas de su órbita. Batacazos de un lado y de otro, ciclistas tendidos en el suelo expiando por sus huesos de débil músculo y menor cantidad de grasa recubiertos malheridos. Lloriqueos para empezar, como si el 'vía crucis' de aproximación hasta esa gran cita no fuera ya un sufrimiento. Como si lo que queda por delante, las largas jornadas que ponen a prueba el fondo, la exigente montaña y la lucha individual contra el reloj y la mente no fueran ya suficiente. Por si todo eso fuera poco afloran los nervios, se palpan en el ambiente en esos primeros días de chequeo a uno mismo y a los rivales y si roza un manillar el escuálido cuerpo entonces el miedo apodera al organismo. No varía esa pavorosa sensación ni con el paso de los años. Forma parte de la ética y de la tradición ciclista, y se hace más expectante en Holanda, donde las carreteras estrechas y las curvas son el pan diario del asfalto. Holanda hay que conocerla. Pedalearla con antelación si se quiere salir de su infierno con vida. Es lo que le faltó a Sastre. Esa rueda de erudición. Esa pegada de ritmo para sortear con sagacidad los estrechamientos y pivotes.


Caída de Sastre

Logró esquivar el abulense los postes por la mínima. Un encogimiento de la carretera le pegó al pelotón, donde se precisaba de que recurrir a la experiencia, al recuerdo de la última visita de una grande a Holanda. Fue en la Vuelta a España, donde las montoneras no se hicieron esperar. Lo sabía Ivan Basso, que ya sacó su pase holandés en la ronda hispana. Con la potente coraza del Liquigas como armadura colocó sus piernas en cabeza. Nada de pensar en el sprint. Hoy hay que salvar la vida. Con él también Nibali pasó sin problemas, anotando líneas a su cuadernillo de aprendiz. Igual que Evans, otro de los que toreó con arte y desdén el peligro holandés de la Vuelta en el 2009. La experiencia puso también a Vinokourov alerta, igual que a Stefano Garzelli y a Vladimir Karpets en los siete kilómetros finales. Allí donde Sastre evidenció las largas vacaciones tomadas desde la conclusión del pasado Tour de Francia.


Toques de manillar y gritos en el ambiente, brío tembloroso del que Filippo Pozzato hizo un jadeo. El campeón italiano, una mole esculpida casi a la perfección, embistió el cuerpo enclenque de Carlos Sastre. Los dos, 'Adonis' y alpinista, se fueron al suelo. Gemidos que se llevó el viento, los de Pozzato, revolviéndose en sí mismo y los de Sastre, en silencio, como siempre. Dolor interiorizado el del guerrero incansable. De piedra. Cambió de bicicleta mientras el Cervélo se olvidó de los últimos kilómetros. Todos con el líder. Con el suyo, porque también el del Giro mordió el polvo para desestimar todo el trabajo del Sky durante la primera jornada en línea del Giro que vestía Wiggins de rosa inglés y cuando Mauro Facci, Paul Voss, Stefano Pirazzi y Rick Flens decidieron jugar a ser suicidas y comandar la carrera con una larga escapada. Perspicaces ellos. Su camino hasta Utecht fue más fácil, evitaron las montoneras a las que estaban destinados mientras pedaleaban a cuatro y alargaron su minuto de gloria cuando el Sky frenó a las lanzaderas de Henderson para socorrer a Wiggins.


Sprint descontrolado

La excepción al conocimiento de las carreteras holandesas fue la de Damiano Cunego. Desubicado el italiano, como todo el Lampre. Fue un auténtico arrojo de fichas de dominó la del equipo de Giuseppe Saronni. El 'Principe' se retrasó por mezcla de inopia y descuido antes de que Spezialletti, Matteo Bono y Marco Marzano tocaran el freno para esperarlo. Se quedaron en medio de la nada los tres tenores, como embrujados por el miedo y acabaron besando el suelo holandés. Embudos todos de los que se aprovechó el Liquigas para acelerar el ritmo y dentellear segundos a Sastre y Wiggins. Con la piel de gallina, el HTC-Columbia no tuvo tiempo cuando la carretera volvió a recuperar el estado natural de un desenlace propio del sprint, ancha y sin isletas, para conducir a André Greipel hasta la estación de Utrecht. Al alemán le costó encontrar su hueco incluso cuando Henderson desató la llegada con Julian Dean pegado a su rueda. Jugaba al despiste el ciclista del Garmin para dar alas a su compañero Farrar.


Segundos antes había aflorado el descalabro de Greipel. Miraba hacia atrás Matthew Harley Goss buscando desesperado la locomotora guía de su tren. Greipel no estaba allí, tapado antes de que Henderson se abalanzara. Vía libre para el austriaco del HTC-Columbia. Mientras Dean aturdía al sprinter del Sky Farrar se lanzó con poderío. Solo. Embestida gloriosa la suya al propio Goss, segundo en medio de la excarcelación que le permitió por uno segundos Greipel, preso, y de Fabio Sabatini, el sustituto de Daniele Bennati en las 'volatas' del Giro. Hay que conocerlas para no caer en su trampa, como le sucedió a André Greipel. Igual que a Holanda, para que no provoque embestidas como al dolorido Carlos Sastre. En cuerpo y alma magullados con la espalda golpeada y una losa de un minuto de retraso sobre Evans, nuevo líder, que soportar.



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