Jesús Manzaneque, el camaleón del pelotón nacional de los setenta

En el ciclismo, como en la vida, se comprueba fácilmente mirando atrás que, pese a tanta ventaja y avance alcanzados, casi todo es ahora mucho más complejo. Las fechas previas a la celebración de esta Vuelta, cuando sepamos las alineaciones de los equipos con varios días o incluso semanas de antelación, son un momento perfecto para recordar ejemplos opuestos del pasado reciente como el de Jesús Manzaneque en mil novecientos setenta y siete. Aquella edición, y faltando sólo unas horas para empezar, el manchego decidía cambiar de formación viendo que sus compañeros del Kanel no aparecían como colofón a una desastrosa primera parte de la temporada donde nadie en aquella formación suiza había visto el dinero de sus salarios. Con el visto bueno de todas las partes, Federación Española y su presidente incluidos, Manzaneque se marchaba in extremis al Magniflex italiano, donde para darle cabida se decidió sacar del 'diez' a uno de sus ciclistas inicialmente convocados, que acabaría viviendo la carrera como mecánico desde el coche. El de Campo de Criptana terminó la Vuelta a España y la temporada con ellos, pero el siguiente invierno decidió cambiar de nuevo de equipo y pasar al Novostil- Helios, decimoquinto de los dieciséis en que militó a lo largo de sus diecinueve años en el ciclismo profesional. "Desde luego que parezco un camaleón por la cantidad de veces que cambio el color del maillot, pero no quiero ni oír hablar de Kanel. Es increíble lo que me ha pasado desde que estoy con ellos. No solamente no he cobrado ninguna mensualidad, sino que además me dejan en la estacada como si fuera cualquier cosa antes de empezar", declaraba indignado en la salida de Dehesa de Campoamor, donde fue víctima indirecta del motín que dio la puntilla al que había sido su equipo desde el mes de enero. La versión oficiosa de los hechos por parte de alguno de los implicados habla de que un sector de aquella frustrada expedición, el compuesto por los miembros del cuadro técnico que habían decidido separar su camino del patrón, Theo Kanel, habría decidido vender las bicicletas Colnago con que iban a correr, quedarse con el dinero como pago a cuenta de los sueldos adeudados, y de paso olvidarse de aquella incierta aventura en España. El Kanel fue uno de tantos conjuntos creados por gentes que mezclaban pasión con cierta falta de escrúpulos y medios que siempre se traducía tarde o temprano en problemas y finalizaba con su desaparición. Afiliado en Suiza, país del que era originario su ideólogo, un tapicero, nació con demasiados condicionantes como para pensar en garantizar su funcionamiento a medio plazo. España y su calendario, principalmente por el bajo coste que implicaba en una época como aquella, fue el epicentro de su actividad, y la plantilla además se llenó de unos cuantos ciclistas nacionales, Manzaneque entre ellos, por la insuperable relación calidad precio que ofrecían, y que servía de paso para atraer firmas locales que les sostuviesen financieramente. La idea, como ya ha quedado claro, no funcionó casi desde el minuto cero.

Jesús Manzaneque, el camaleón del pelotón nacional de los setenta

En 1977 el manchego Jesús Manzaneque decidía cambiar de formación sólo unas horas antes del inicio de la Vuelta a España al ver que sus compañeros del Kanel no aparecían como colofón a una desastrosa primera parte de la temporada en la formación suiza.

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