El martes pasado, José Herrada se pasó casi todo el día en el hospital. Fue por una buena causa. Por la tarde nació su primogénita Leyre, la primera heredera de la saga de los Herrada. “Y entre que salió de cuentas mi mujer, luego estar allí en el hospital hasta que nos dieron el alta y todo apenas he podido entrenar”, contaba en la salida de la segunda etapa de la Vuelta a Asturias en Cangas del Narcea.
Su equipo, el Movistar, ya lo sabía. “Aquí vengo tranquilo”. Nada de apretar, “que la semana que viene tengo que ir al Giro y después de estos días sin apenas haber entrenado es lo mejor”. Pero Jose no llegó ni siquiera a la línea de meta de Pola de Lena donde festejó el triunfo su compañero Carlos Betancur. Acabó el día en el hospital. En el estrecho y peligroso descenso del Alto del Fuejo, una cuesta empinada de tercera categoría, corta pero explosiva, el ciclista conquense se fue al suelo junto a un corredor del D’Amico Bottecchia. Él fue el peor parado. Ni siquiera pudo volver a subirse a la bicicleta.
Los servicios médicos de la carrera lo trasladaron rápidamente al hospital y le pusieron tres puntos de sutura en la ceja. Las pruebas médicas no apreciaban lesiones óseas ni en el tórax ni en el cráneo ni tampoco en el hombro pero el fuerte golpe le magulló el costado izquierdo de forma considerable.