Juanjo Cobo: "Ganar es importante para demostrar que corremos legalmente"

Emocionado, el cántabro dejó patente que el Fuji-Servetto sigue vivo y tiene mucho que decir

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Juanjo Cobo es un animal transhumante. Emigrante. Como los bisontes que huyen de sus tierras cuando los heladores fríos consiguen hacer peligrar sus vidas. A pesar de su pelaje. De su aguante y cordura. Tienen que caminar durante kilómetros en busca de temperaturas cálidas. Del abrigo. De la tranquilidad. Alejarse de las borrascas. Cobo también lo hizo, junto a la mayor parte de la estructura del ya extinto Saunier Duval cántabro. Se vieron obligados a emigrar. A Italia. Al amparo de la marca de bicicletas Fuji y el segundo patrocinador, Servetto. Cobijo. Claro, Cobo también es un bisonte. Proviene de la Pesa/>, tierra rauda y fría. De la que escapa cuando recibe la llamada de Matxin para correr en cualquier parte del mundo. A última hora. Así rige su equipo. Emigrante, poco querido por los organizadores de las carreras PRO-Tour, lo contrario que sucedía antes, con el Saunier-Duval, hasta que los positivos de Riccó y Piepoli se los llevaron por delante. La antipatía hacia su maillot ha variado. Su instinto guerrero sigue intacto. Poderoso bisonte. Debastador.

Su manda sigue siendo prácticamente la misma. Los Del Nero, Megías, Benítez. Los mismos que calzaban pelaje amarillento hasta hace poco. También fueron esquilados. Se les prohibió su clásica ruta de emigración, camino del Tour de Francia y tuvieron que cambiar el trayecto en busca de tiempos cálidos. De agua para refrescar sus cuerpos y campos donde pastar en tranquilidad. Ahogados casi. Pero vivos. Supervivientes en un camino que tenía su destino marcado en el infierno. Buceaban casi sin aire por las lagunas de Sanabria después de escuchar la negativa del Tour de Francia para auspiciarles un hogar durante el mes de julio. Vagaban perdidos por la sabana castellano-leonesa hasta que se toparon con el lago de los Peces. Comida y bebida. Salvados. De allí emergió Cobo. Casi sin aire en el fondo de la laguna prolegómeno de la subida al alto de los Peces. Inédito. Como sus dos últimas victorias. Apoteósicas.

Tondo escapado

Es un bisonte todo terreno. Sus zancadas son inalcanzables. Sea por asfalto, tierra o agua. En ella, Xavi Tondo, el pez catalán del Andalucía-Cajasur aleteaba ascendiendo de nivel. En silencio. Discreto. Se había despojado del resto de anfibios que nadaron con él durante la mayor parte de la etapa. Con Juanma Garate hizo varios largos por el Alto del Peñón. Fueron pronto demarrados por Christian Vandevelde, Óscar Sevilla, Fran Pérez David Benabéu y Jorge Azanza cuando emprendieron su emigración hasta la Laguna/> de los Peces. Todos estaban controlados por el gran tiburón. El del Astana que, gracias al sacrificio de Alberto Contador a favor de Levi Leipheimer sentenciaban al grupo, con menos de un minuto de diferencia constante.

Juanjo Cobo afinaba sus piernas cuando Tondo se quedó solo en cabeza. Solo diez segundos le separaban del gran grupo. En las suaves curvas del último alto de la jornada agonizaba. Quería seguir ascendiendo, solo. Pero ya se sabe, los peces no pueden subir a la superficie. Tiene todo su aire bajo el agua. Tondo lo intentó. Muerte. Cuando sus aletas aparecieron por la orilla de la Laguna/> de Sanabria y Javi Moreno le tomaba el relevo a su ataque, Juanjo Cobo abrió la boca. Respiraba el bisonte. Tomó aire par aun breve acelerón. Sencillo. Pero lleno de rabia. La del bisonte emigrante. Ahogado en las lagunas turbias que le acusaban sin acusación. Emergió. Ante su rabia, nada pudo hacer Javi Moreno. Tampoco Denis Menchov, el elefante ruso que habita Pamplona. Otro emigrante. Pero sin reivindicación. Ésa que se precisa para golpear con fuerza, sin tener que mirar atrás.

A los que le seguían. A los que querían tumbarle. En los suspiros finales de la etapa y más allá de su territorio. Los que le niegan la entrada a Francia. Los que clavan malas miradas en Italia. Por ellos, el Bisonte de la Pesa/> se irguió sobre su bicicleta. De cuadrúpedo pasó a andar con dos piernas. Milagro. No. Ninguno de sus triunfos es efecto de la casualidad. Recto. Alto. Señaló su maillot. Su nuevo pelaje, el del Fuji-Servetto. Es lo único novedoso que porta. La apariencia exterior. Porque su instinto, aunque quisieron tumbárselo, sigue innato. Buceaba desde que comenzó la extraña campaña 2009 entre lagunas turbulentas. Casi ahogado. Casi. Vuelve a volar. Emerge el mejor Bisonte de la Pesa. ainara@ciclismoafondo.es/>

 

 

 

 

Fotos: Rafa Gómez