En cada nueva edición del Tour se ilumina alguno de sus atractivos más relevantes y en la de 2011 le ha tocado al mítico Galibier brillar con luz propia, ya que se celebra el centenario desde su primera ascensión (en 1911 pasó primero por su cumbre E. Georget). Junto con Tourmalet, Aubisque, Aspin y Peyresourde, esta montaña se coloca en el quinteto de las más visitadas por el pelotón del Tour, ya que ha sido programada 57 veces en carrera (en 1996 anulada por la nieve) y casi siempre ha estado muy cerca de estar incluido en el trazado de la etapa reina de la edición correspondiente.
Pero no debemos deslumbrarnos por la entidad de esta gran cumbre e ignorar las dificultades montañosas que esconde este Tour en las etapas más insospechadas.
Ya en la cuarta etapa se llega en alto al Muro de Bretaña (2 km al 6,9%) en la octava, con cuatro puertos puntuales, se asciende a muy pocos kilómetros de la meta la Cruz de San Roberto (6,2 km al 6,2%) y se llega en alto, en un hipotético difícil sprint de 1,5 km al 7,6% de pendiente media. En la etapa novena hay que ascender el Puy Mary (tan estrecho que hay dársenas en el asfalto para que se puedan cruzar dos coches)? y todo esto antes de llegar a la alta montaña.
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