La progresión de Carlos Verona

Peleó “en todos los ataques" desde el inicio de la etapa para meterse en la fuga y atacó al final en solitario pero fue cazado en el tramo final.

Ainara Hernando / Photo Gómez Sport (Luis Ángel Gómez)

Vuelta al País Vasco 2016 / 4º etapa / Lesaka › Orio / 165 km
Vuelta al País Vasco 2016 / 4º etapa / Lesaka › Orio / 165 km

Carlos Verona tenía en los últimos años la Vuelta al País Vasco cruzada. “De las tres que he corrido, solo he terminado una”. Su punto negro siempre ha sido el mismo, Arrate. En los dos últimos años, el joven ciclista del Etixx-Quick Step se ha quedado a sus puertas. “La primera vez me caí en Elgeta y el año pasado, en Etxebarria. Se cayó delante de mi Van Poppel y me fui al suelo”. Iba camino de convertirse en una relación amo-odio. Esquiva con él, Verona se negaba a creer en la mala suerte y ha vuelto a la Vuelta al País Vasco. Este año la carrera ha retrasado su peregrinación anual hasta el Santuario del ciclismo euskaldun hasta la penúltima etapa. Eso le ha servido a Verona para cambiar su mala suerte.

“Es que esta carrera es demasiado dura y explosiva para mi. Yo soy más diesel y no me gustan las carreras con tanta pendiente, prefiero los puertos más largos”. A pesar de eso, Verona salió de Lesaka con ganas de guerra. “Desde el primer kilómetro de Jaizkibel he estado atacando, me he metido en todas las fugas”. Al final lo logró. “Iba concentrado y cada vez más metido en carrera”.

Carlos Verona es una perla. Una joya de casi metro noventa, un físico imponente y una planta sin igual de escalador y motor que el Etixx reclutó en el 2013 llegado directamente del continental Burgos-BH, al que desembarcó sin pasar por la categoría amateur. Un niño con la cabeza de un adulto que sabe lo que quiere y no duda. Un ciclista profesional ejemplar en continuo crecimiento. Sus frutos empezaron a verse a finales del año pasado. Terminó la Vuelta a España en una excelente condición, muestra de ello fue su presencia en las fugas y al ataque en las últimas etapas. El Giro de Lombardía, la última gran carrera del año lo terminó en el puesto 16º.

Su progresión es irrefrenable. En la Volta a Catalunya ya estuvo peleando por la victoria en la etapa de Valls donde acabó imponiéndose Wouter Poels y en Orio estuvo también cerca de la gloria. Verona consiguió pasar el muro de Aia aguantando en la fuga de la que formó parte y arrancó justo antes de comenzar el descenso. “Y eso que no me gusta este tipo de muros. Son tan duros que no puedes atacar, te tienes que limitar a mantener el ritmo y quien puede, aguanta. Esas pendientes van en mi contra pero me he sorprendido de que lo he pasado mejor de lo que pensaba”. Verona no para de progresar. Incluso allá donde sus características no se defienden. Un diamante en bruto.

“No conocía el final pero sabía que era duro”. Arrancó sin mirar atrás y peleó “con todas mis fuerzas”, pero a pesar de eso, confiesa que “no me he visto ganador del todo. No iba confiado. Lo he visto cerca pero no estaba nada seguro de poder ganar al ver cómo venían por detrás”. A pesar de eso, Verona no duda en quedarse con lo positivo: “Tengo que estar contento porque lo he dado todo. Veo que la victoria está cada vez más cerca”. Y que su progresión, todavía, no tiene límites.