la Vuelta 08. 10º etapa:Sebastien Hinault se independiza de sus raíces

¿Es su hijo?, ¿su sobrino? preguntaban intrigados los zaragozanos que se arrimaron a las cunetas de la calle de la Independencia/> de la capital aragonesa mientras Sebastién Hinault levantaba el brazo, presa del éxtasis, de la incredulidad. No. Nada que ver. En su familia no hay antecedentes ciclistas, aunque su relación con la bicicleta es de raíz. Por apellido. El que le ha perseguido durante toda su carrera ciclista desde que se convirtió en profesional, en 1996. Con el cinco veces ganador del Tour comparte sobrenombre. Y territorio. Los dos son bretones, de la zona esculpida de Francia. Nada más. Pero siempre ha pedaleado a la estela de su apellido. Dependiente de un nombre. De un palmarés imposible de alcanzar. En Zaragoza se despojó. Escogió el mejor lugar. La calle de la Independencia./>

La que lleva el nombre de la reconquista del poder. De la autoridad. La que en la Guerra/> de 1808 desató en la capital maña los sitios que enfrentaron a los ejércitos de ocupación del Imperio francés de Napoleón Bonaparte y a las tropas borbónicas que reclamaban su espacio. En el primero de los dos asaltos destacó el oficial Rafael de Irazabal y Guillelmi, que logró, junto a pocos soldados más, romper la línea y adentrarse en la ciudad. Como Óscar Freire, y Koldo Fernández/> de Larrea. Entre el caos. Sin organización. Consiguieron despuntar de la marcha de los pocos corredores que le quedaban a Boonen en el último kilómetro. Filippo Pozzato saltó del pelotón. Guerrero suicida.

Fracasó. Como en 1808 los franceses cuando sometieron a Zaragoza a un intenso bombardeo. La caballería gala se tragó al italiano. Dos siglos después, los ataques venían otra vez del país galo. De la bretaña. Esculpidos por un Hinault sin raíces que buscaba la independencia. Aguantó el primer asalto, como Bonaparte el sitio. Quedaba el segundo. Neutralizado Pozzato, cincuenta agónicos metros de sprint por la independencia. La calle, y el sueño de Sebastién. Bonaparte contó en aquella ocasión con 35.000 soldados de la infantería para atacar a las fuerzas que habían resistido sus primeros ataques. Sebastién no. Estaba solo. Por un lado Van Avermaet, crecido, a pesar de sus 23 años, después de su victoria en Sabiñánigo y Freire, es ascenso, por la cercanía de los Mundiales. Por el otro, Boonen y Koldo Fernández/> de Larrea.

Egoi aguanta el oro

Revocado. Pudo la fuerza. Lucha por la independencia. Su carrera es tardía. Más de diez años como ciclista profesional y apenas siete victorias engrosan su palmarés. Le costó estrenarse cuatro años, con un triunfo en el Tour de Finisterre. Otros tres más de sequía, hasta Polonia, donde se hizo con otra etapa. Siempre dependiente. De su apellido. Pero, como Napoleón, conquistó Zaragoza. En medio del caos. Del desorden. Por cabezonería. No dejó de sprintar hasta bien cruzada la línea de meta. Koldo Fernández/> de Larrea desistió unos metros antes. Como Boonen. Sitiados. Anulados. Freire y Van Avermaet lucharon hasta el final. Resistieron. Como los zaragozanos durante el segundo sitio de la Guerra/> de la Independencia./>

Pero esta guerra era de Hinault. El Bonaparte bretón. Lucha intensiva, como el conquistador galo. Así se obtiene la recompensa. La independencia. Su apellido le sigue persiguiendo. Nunca dejará de hacerlo. Le ha cogido cariño. Pero ya se ha independizado de él. Disfrutó de su victoria más importante desde el podium, como Egoi Martínez, que subió a por su segundo oro. Mañana llegará a Burgos, la ciudad que le vio hacerse con su triunfo más grande, hace dos temporadas. También en la Vuelta/> a España. El navarro está echando raíces. Como Hinault. Independizadas. ainara@ciclismoafondo.es

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