Fotos: Tim de Waele
Rostro desencajado. Otea el horizonte con los ojos. Mirada al vacío. Los gestos de Alejandro Valverde se repiten. Los de Hautacam, en el Tour de Francia. Allí fueron casi seis minutos los que perdió con respecto a Leonardo Piepoli. Una victoria utópica. De laboratorio. Pero su retraso era real. Como el de hoy, aunque con tres minutos de menos, el resultado era el mismo. Un gesto. Mueve la mano en su imaginario, diciendo adiós. A la Vuelta. Al maillot oro. Al podium. Lo ha perdido todo antes de tiempo. Diluvio. Le cayó durante toda la etapa. Como en aquella décima etapa del Tour de Francia, al murciano le volvió a ganar un italiano. Esta vez fue Bettini. No es escalador. Pero es que Valverde no ha perdido la Vuelta en una etapa de montaña. Cayó en la encerrona. La del mal tiempo y los acelerones de un pelotón que se mordía los dientes por cazar a los tres fugados en la última ascensión, la del Alto del Caracol. Donde la lluvia ahogó a Valverde. Así se quedó. Como un caracol.
Despistado. Retardado. Lo suyo no es la lluvia. Un escalofrío recorrió su cuerpo y por eso, cuando coronó la última ascensión, bajó a por su chaqueta. Premonición. Era día de tormenta. Mal augurio. Unzué no tardó en dársela. El navarro es otro tipo de molusco. Más rápido que los caracoles. Valverde se lo puso, se ató la cremallera y en un suspiro perdió de vista al pelotón. A Carlos Sastre. A Egoi Martínez. A Alberto Contador. Chaparrón. El Astana aprovechó su lentitud. Los hombres de Johan Bruyneel se lanzaron a por Sebastien Hinault, Sandy Casar y Manuel Quinziato, los tres hombres que marchaban fugados y que vieron como el descuido de Valverde echó abajo sus pequeñas esperanzas de llegar hasta el último y duro repecho de Suances con opciones para jugarse la victoria. Trampa. Más lluvia.
Thomas Vaitkus hizo de verdugo. El malo de la película. Con él, los corredores del Euskaltel- Euskadi impusieron ritmo para tirar por tierra la moral de Valverde. 46 segundos. Se ahogaba. Pero sus piernas no. Se puso a pedalear como un loco. Todo el Caisse d'epargne, excepto Joaquim Rodríguez y David Arroyo frenaron en seco para ayudar a Valverde. Él no quiso ayuda. Era su error. Por eso no admitió los relevos de sus compañeros. Quiso fundirse. Pero llovía sobre mojado. La ventaja del pelotón subió diez segundos más. A
Contador lanza la llegada
Consiguió estabilizar las diferencias en dos minutos y 16 segundos. Pero ni a Valverde, ni a Unzué, ni al Astana les valía. Restaban
El campeón italiano lo hizo con una pierna. Fácil. Rayos de sol se vislumbraron desde el cielo con su espectacular arranque. Tenía, como la de Toledo, la etapa marcada. Para la victoria. Pensó que se iba a medir a Valverde. Como en la ciudad manchega. Esta vez no. El diluvio le ahogó. "Con el arranque de Alberto Contador he tenido una ayuda inesperada porque, con la necesidad de distanciar a Valverde en la clasificación general me ha lanzado", explicaba Bettini. Se agazapó por la derecha. Contador solo miraba al reloj que marcaba el final de la etapa, para después sentarse y esperar el desbanque de Alejandro Valverde. Bettini, al igual que desde que empezó la Vuelta a España, vio Varese. Salió por la derecha y remató la jugada. Rayo de luz.
Tres minutos y 23 segundos más tarde llegaba Valverde. Pálido. Cuando entró en Suances comenzó a llover. Diluvio torrencial. El mismo que le cayó cuando se dirigió al autobús. Sin palabras. Se le cayó el mundo, como en Hautacam. Otra trampa ha podido con sus aspiraciones de triunfo en una gran vuelta por etapas. Ahogado. A él no le iluminó un rayo de sol. El cielo no le hizo concesiones. Las nubes descargaron contra él. Castigo. Diluvio antes del Angliru. Adiós antes de tiempo. ainara@ciclismoafondo.es
- Clasificación de la 12º etapa
- Clasificación general
¡GANA UNA MERIDA TARGET 6!