Foto: Rafa Gómez
Del enfado al éxtasis se puede pasar en un microsegundo. Depende de las circunstancias. De lo que rodea. A los pobres les cuesta más. Un día. 24 horas de rabia y después, desenfreno. También por las circunstancias. Por una victoria, por ejemplo. Como Álvaro Pino, el penitente convidado de
Y en dos semanas llegó a su meta. Pero sin concha ni bastón. Con bicicleta. Ciclista peregrino. Y con un apellido que marcaba su identidad mendiga. Dapena. Pero lo que dio fue alegrías. A Pino. Reculó su cólera y cambió el enfado por la explosión de júbilo. A su nuevo patrocinador, que antes de su victoria ya aseguró el sustento del equipo por un año más. El año del Xacobeo. El santo. Del canonizado David García. Devoto creyente. Desde que comenzó
José Luis Arrieta abrió la veda con su lejano ataque en la subida del alto de Ocero. Mantuvo en vilo al pelotón de escapados que disipaban el vuelo del navarro pero no conseguían echarle abajo. No era día para volar. Tocaba penitencia. Arrieta no sabía que, para entrar en Ponferrada en solitario y abriéndose paso, tenía que encomendarse a los obispos. A Osmundo, que construyó un puente sobre el río Sil en el año 1082, para que los peregrinos pudieran continuar su camino hasta Santiago de Compostela desde la localidad leonesa. Para Arrieta no hubo salvaguardia. Sus compañeros de escapada lo ahogaron en las aguas castellanas. Se acabó el peregrinaje.
Caída de Contador
Con más de quince minutos de retraso, Alberto Contador caminaba con paso firme en el pelotón. El camino es distinto. Nada de peregrinaje. Su destino está en Madrid. En el paseo de
Enfrascados en su camino hacia la bendecida Avenida de
Nuyens intentó aguar la fiesta del Xacobeo gallego. No pudo. Como Arrieta, el bravo clasicómano se quedó a orillas del río. No había puente para él porque un monaguillo lo había derruido. Juanma Gárate agarró su manillar y llegó hasta los pies del corredor del Cofidis. A su rueda, apostados, los dos David. Arroyo y García. Uno venía de un santuario, el de Urkiola. Cuesta arriba. No tenía terreno. El otro, de Turquía, donde empezó su particular año santo con su victoria. Prosigue ya su camino de Santiago, pero no hasta Compostela. A Madrid. Con una concha, un bastón. Pobre. Y una victoria. De las grandes. Olvida la rabia y el enfado de Álvaro Pino, un pobre, que también sabe ganar. ainara@ciclismoafondo.es
- Clasificación de la 15º etapa
-Clasificación general
¡GANA UNA MERIDA TARGET 6!