la Vuelta 08. 17º etapa: El gregario que no miró atrás
Wouter Weylandt se anota un ajustado sprint en una jornada intrascendente
admin
la Vuelta 08. 17º etapa: El gregario que no miró atrás
Foto: Tim de Waele
Cuenta la Historia/> que Valladolid fue la ciudad elegida para albergar a las tropas días antes del Motín de Aranjuez, desencadenamiento de la Guerra/> de la Independencia./> Durante/> aquellas largas jornadas de los primeros años del siglo XIX, se produjeron grandes altercados entre los habitantes de la ciudad pucelana y los soldados. Los segundos de abordo que no esperaron a sus jefes de batalla. A Napoleón Bonaparte. Al mariscal Bessières. No se demoraron en desatar el amotinamiento. Como Wouter Weylandt. A su entrada en Valladolid, demarró su propio sprint sin esperar a Boonen. Ni a Bettini. El belga es soldado de una guerra. La suya propia. Un gregario que acostumbra a desaparecer cuando los rótulos anuncian los últimos cincuenta metros de las "volatas". Hoy no. Hasta el final.
Sin mirar atrás. Sin esperar. Traición a su compatriota y líder. Motín. Poco antes, Boonen había renunciado a la conquista de Pucela. Esa no era su batalla. Dejó la labor a sus gregarios. A sus soldados de a bordo. Y Welylandt no tuvo más que aguantar unos metros para propagar sus piernas. Aguante. Espera. Lanzador lanzado. Por sí mismo. Glorioso. Retrató su licencia vallisoletana en la piel de Fernando VII. "El Deseado", como se le conocía y por el que los castellanos suplicaban durante la guerra de la Independencia./> Aquel/> pueblo que el 31 de mayo de 1808 se agolpó en las calles de la ciudad suplicando su proclamación como monarca. Fue el dos de mayo vallisoletano. A finales de mes. Retraso. Como el de ayer en la Vuelta/>, solventado por Weylandt. 65 kilómetros/> por hora en el sprint.
Puro nervio. Está acostumbrado a subir bidones, a recoger a sus jefes. Soldado curtido en mil batallas. En las clásicas belgas. En el Tour de Qatar y la París/> Tours./> Y con solo 23 años. Alumno aventajado. Aprende de Boonen.Y de las enfermedades y caídas que esta temporada le han tenido meses en el dique seco. Pero aprovecha sus oportunidades. "A veinte kilómetros de meta el equipo me dijo que iban a trabajar para mí". Descansaba el jefe, su mentor. "Era mi oportunidad". Y no la desaprovechó. "No podía hacerlo". Atrás queda su fuerte caída en la Colladona/>, antes de llegar a la estación de esquí de Fuentes de Invierno. Lo suyo no es el monte. Es la llanura. La vallisoletana.
José Ruiz y Horillo escapados
La misma explanada que en Andalucía, de donde viene José Ruiz y su equipo. Otra vez en cabeza. En esta ocasión con Pedro Horrillo. El de Ermua estrenaba nuevo ?look?, propio también. Pelo rapado. Al cero. Sobre el mismo nivel que recorría el camino entre la tranquila Zamora y Valladolid. Quiso probar otro retraso del pelotón, para presentar sus votos como peluquero. Nada. Sin concesiones. No hubo descanso. Ya se lo tomaron ayer. Todos en su hora, menos Boonen, que de desentendió del sprint. Por allí apareció Koldo Fernández/> de Larrea, después de que el Euskaltel- Euskadi y Amets Txurruka trabajaran para anular la escapada. Todoterreno soñador el de "Txurru". Trabaja cuesta arriba y en llano.
Era la jornada de los gregarios, como él. Pero con punto de velocidad. De locura. Como la de Weylandt. Koldo frunció el ceño. Nada. Otro día que se escapa. No le llegaron las piernas. Breschel intentó anularle. Imposible. El pueblo había hablado. Sentencia dictada. Por un golpe de riñón, el que se llevó la victoria al Quick Step. Suma y sigue. Como en 1808, cuando los vallisoletanos aclamaban a Fernando VII. Dos siglos después repitieron el cántico, pero con otra insignia. No era la de Borbón. Era flamenca. De Flandes. El abanderado, un gregario lanzador que encontró su premio. Que se lanzó a sí mismo. Que no miró atrás. ainara@ciclismoafondo.es