Mikel Landa le puso corazón y muchas ganas a la penúltima etapa de la Itzulia. Casi sin opciones en la clasificación general, el ciclista alavés soñaba con alzar los brazos sobre el santuario del ciclismo vasco pero acusó la falta de competición. “He estado cerca de los mejores y es para estar contento", señaló, aunque confesó que “me hubiese gustado ganar la etapa, porque es una cima especial. Para otro año". Mikel Landa ha sido 7º en la etapa de hoy -a 1´50" de Buchmann- y se sitúa 9º de la general, a 2´25" del nuevo líder.
Contó que “ha sido una etapa durísima, el Deceuninck ha dinamitado la carrera y eso la ha hecho más dura porque se ha ido a mil por hora desde la salida hasta el final. Al final he acusado el ritmo, el haber llegado un poco más entero que es lo que te da la competición". Anotó también que a su equipo, el Movistar Team, “no se le puede pedir más, han estado de diez desde la salida, en todos los cortes. Se han vaciado por estar delante. Luego daba igual que tuviese a más compañeros conmigo porque yo no era el más fuerte para arriba".
Por eso se mostraba “contento, aunque al estar en casa siempre quieres más pero estoy pensando en el Giro de Italia y voy poco a poco a más". Cree que la velocidad de hoy “la notaremos mañana y la general está imposible, así que habrá que pelear por la etapa".
Acerca de la batalla final que se espera mañana en la Itzulia, Landa dice que “puede pasar nada o de todo. Puede que vayamos en fila todo el día o que estalle todo por ahí y haya cambios en la general. Hoy la etapa ha sido dura, mañana también y nunca se sabe lo que puede pasar".
Lo que sí tiene claro es que “el Bora-Hansgrohe tiene un bloque muy fuerte. Hasta hoy tenían tres tíos entre los tres primeros. Es uno de los equipos más potentes, seguramente el que más de la carrera".