París-Niza. 6ª etapa: ¿Cancellara? No, Tony Martin

El alemán, con su bestia negra, Fabian Cancellara, en Tirreno-Adriático, no encontró obstáculos en su vuelo hacia Aix-en-Provence. Ganó y pidió el amarillo a Andreas Klöden

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París-Niza. 6ª etapa: ¿Cancellara? No, Tony Martin
París-Niza. 6ª etapa: ¿Cancellara? No, Tony Martin

Fue el culpable de una de las imágenes más emotivas, más enternecedoras, más bonitas, del último Tour de Francia. El momento, quizá, más conmovedor. Él hundió a un chiquillo de 25 añitos que llevaba varias horas atrapado por la ilusión. Estaba como un niño pequeño, feliz, pletórico. Vivía minutos de magia. Los que provoca el sueño de ganar una etapa en la carrera más importante del mundo. Los que inyecta el sentirse el centro del planeta ciclista, el objetivo de todas las cámaras, el protagonista del día. Pero él, un extraterrestre, una locomotora, el motor más potente de cuantos existen, mandó todo al traste, acabó con su alegría. Aquel rostro triste, apenado, melancólico, dio la vuelta al universo. Encontró consuelo en los brazos de su novia, que allí permaneció con él, muy cerca de la meta, desde que éste finalizó el prólogo, desde que éste se bajó de la bicicleta.

Fabian Cancellara había roto a Tony Martin, le había robado una victoria que el alemán creía suya desde hacía mucho tiempo. Pasaban los corredores, uno, otro y otro, y su nombre siempre seguía al lado del número uno. Ni David Millar. Ni Lance Armstrong. Ni Alberto Contador. Nadie era capaz de rebajar su increíble marca. Nadie hasta que llegó el de siempre, el del Mundial de Mendrisio, en el que él acabó tercero, el del Mundial de Melbourne, en el que él también fue tercero. Siempre Fabian Cancellara, el dueño de las últimas risas, de las últimas carcajadas, las que valen, las únicas que al final sirven. Fue el mismo que tres semanas después, cuando París asomaba en el horizonte, cuando Contador y Andy Schleck escribieron una batalla para la historia, también evitó que Tony Martin por fin ganase. Otra vez, acabó segundo. Una más. Como en el prólogo.

Pero cuando él no está, cuando Fabian Cancellara, estos días por Italia, en la Tirreno-Adriático, ofrece su calidad, su tremenda calidad, por otras partes del mapa, aprovecha para decir bien alto que es uno de los mejores contrarrelojistas del mundo. Como hoy, por ejemplo, en la sexta etapa de la París-Niza, la que lidera después de uno de sus vuelos más hermosos. Uno similar al que padeció Alberto Contador hace unas semanas en Algarve. Uno que no encontró ninguna respuesta, que se quedó sin rival. Fue primero.

20 segundos más rápido su trayecto que el del chico al que envidian millones de personas, las que siguen una dieta y no adelgazan, las que quieren tener una silueta delgada y no encuentran la fórmula correcta, la buena. Bradley Wiggins, británico, 30 años, del Sky, acabó segundo. 29 segundos más rápido su trayecto que el de Richie Porte, el joven australiano con el que comparte generación, el que se vistió de rosa allá por mayo. 46 segundos más rápido su trayecto que el de Andreas Klöden, el alemán que ayer se encontró con una victoria que tenía como destinatario el nombre de un asturiano y que hoy tuvo que conformarse con el cuarto puesto.

A Klöden, precisamente, Tony Martin le arrebata el amarillo por 36 segundos. En la general, Wiggins, a 39, es tercero, y Taaramäe, a 1 minuto y 10 segundos, es cuarto, mientras que los españoles Samuel Sánchez, que quedó el 16º, es octavo, a 1 minuto y 37 segundos, Xavi Tondo, que fue 19º, es noveno, a 1 minuto y 51 segundos, y Luis León Sánchez, que finalizó 14º, aparece en la undécima plaza.


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