El cielo estaba contento, alegre, feliz. Era azul y lucía un generoso sol sobre la reliquia de la Costa Azul, sobre la más elegante de las ciudades del país galo, una que aparece entre Cannes y Montecarlo, a orillas del Mediterráneo, a los pies de Los Alpes, sobre Niza. Un paisaje para enmarcar, para fotografiar y guardar las imágenes en uno de esos cajones que hacen la labor de baúl de los recuerdos. Por sus calles, que derrochan glamour, unos valientes vestidos de ciclistas estaban culminando la París-Niza 2010. Después de una semana de sacrificio, de lucha, de tensión, de presión, iban a acabar la carrera que ganó Miguel Indurain allá cuando los 80 se despedían, allá cuando los 90 comenzaban a andar, que ganó Luis León Sánchez en 2009, que ganó Alberto Contador en 2007, el que iba a repetir victoria aquel día. Y dos franceses, Amaël Moinard y Thomas Voeckler, entraron en el Boulevard de Niza con el triunfo de la última etapa en juego.
El segundo, más veterano, más pillo, un amante del espectáculo, de las fugas, de atacar una y otra vez, se levantó del sillín, echó su cuerpo hacia delante y lanzó su bicicleta cuando aún la pancarta de meta era una sombra. Se creía más poderoso, pensaba que tenía tantas fuerzas que su rival no iba a ser ni eso, rival. Pero, ante la cara incrédula de Voeckler, ante el rostro sorprendente de miles de franceses, de miles de espectadores, Moinard le aguantó, se puso a su rueda y sólo tuvo que adelantarle a 50 metros del final para derrotarle, para ganar. Venció, con su maillot a puntos rojos, el que decora al mejor escalador, el menos favorito, el que menos opciones, en teoría, tenía.
Aquel día, Thomas Voeckler, uno que nunca se da por vencido, se prometió que volvería a citarse con la victoria en Niza. Promesa cumplida un año más tarde bajo un manto de lluvia. Hoy, en 2011, para ser más exactos. La ficha segura de Europcar, que ya tiene 31 años, que ganó la cuarta etapa, se insertó en el grupo de escapados, el de David López, el de Gorka Izagirre, y fue abandonándoles, sin hacer ruido, siempre a rueda, uno tras otro, hombre tras hombre, ciclista tras ciclista, hasta quedarse en cabeza de carrera con Diego Ulissi, un chaval italiano del Lampre que pagó la inexperiencia. Eran 21 años contra 31, diez de diferencia.
Pagó la novatada y pagó la inseguridad en la bajada del mirador de Niza, del Col d'Èze, la misma en la que murió hace dos temporadas la mayor de las locuras de un Alberto Contador enrabietado por verse superado el día anterior por Luis León Sánchez. Pagó el miedo a caerse. No arriesgó y Thomas Voeckler, al que no le hizo falta ni cambiar el ritmo, se marchó en solitario. Ya no volvería a tener compañía hasta una vez traspasada la línea de meta, la que le esperaba desde hacía un año. Cruzó, esta vez sí, con los brazos abiertos, con sus manos tapadas por unos guantes negros, con los colores de su país en el pecho. Ganó el más atrevido del pelotón de la París-Niza, la que se ha llevado, sin problema alguno en la última etapa, Martin.
Martin es Tony Martin, un alemán de 25 años que sigue empeñado en devolver la afición por el ciclismo a las tierras que una vez adoraron a Jan Ulrich, que una vez amaron a este deporte y que ahora lo marginan, lo tienen en el más absoluto de los olvidos. Martin, que pertenece al HTC-HighRoad, logró su segunda victoria de la campaña tras la cosechada en Portugal, en el Algarve. Allí batió, entre otros, a Alberto Contador. Aquí, en Francia, al alemán Andreas Klöden, que no pudo repetir el triunfo que cosechó hace ya once años, allá por el 2000, y al británico Bradley Wiggins, sus guardaespaldas en el podio, segundo y tercero.
El podio al que quiso acceder Samuel Sánchez, que atacó a 16 kilómetros de meta y comenzó a jugar una buena partida de Euskaltel-Euskadi, que pararon a Gorka Izagirre cuando, junto a David López, perseguía a Voeckler y a Ulissi, para ayudar al asturiano. Lo intentaron, a dúo, en sincronización perfecta. Primero, subiendo. Después, bajando. Cazaron a Matteo Carrara, al propio David López y a El Farès, las últimas víctimas de la pareja formada por el francés y el italiano, pero sólo les valió para ganar 16 segundos, para adelantar una plaza en la general, de la sexta a la quinta, para arrebatar el puesto a Jean-Christophe Peraud en el día en el que Thomas Voeckler tuvo su revancha.
París-Niza. 8ª etapa: La revancha de Thomas Voeckler
El francés, que en 2010 perdió por centímetros en Niza, ganó tras dejar sin opciones a Diego Ulissi en el descenso del Col d'Èze. Tony Martin se llevó la general. Samuel Sánchez, quinto
