París-Niza: Por unos centímetros

A Samuel Sánchez se le hizo corto el 'sprint' y se quedó sin sitio para adelantar a Klöden, que ganó y subió hasta el primer puesto de la general

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París-Niza: Por unos centímetros
París-Niza: Por unos centímetros

Es un tipo veterano al que los descensos técnicos, sinuosos, arriesgados, de carreteras estrechas, poblados de herraduras, le pierden. Un enamorado del peligro. Pocos más como él existen en el planeta. Es asturiano y un día de agosto, lejos de aquí, en otro continente, escribió la historia más bella de su vida deportiva. El ovetense que emigró a País Vasco en busca de convertirse en ciclista, alcanzó el cielo de Pekín. Tras un agónico 'sprint', Samuel Sánchez se proclamó campeón olímpico. El sueño de todo deportista. La medalla de oro más valiosa, más querida, más ansiada. La medalla que hacía brillar aún más un palmarés repleto de éxitos, de logros, de victorias.

Es un ciclista acostumbrado a ganar que, de vez en cuando, remata al palo. Como en el pasado Tour de Francia, cuando los nervios le traicionaron, cuando su cabeza, que iba a mil por hora, que no sabía qué hacer, qué opción elegir, cómo actuar, se bloqueó, cuando uno de sus ojos se guiñó sin que él se lo pidiese. Samuel no respondió a la petición de Morzine-Avoriaz, la que le citó con la historia de su equipo, el que va de naranja, el que desborda pasión, al que miles de personas aman, siguen. Podía ser Roberto Laiseka. Podía ser Iban Mayo. Pero no. Se quedó sin respuesta mientras decidía si arrancar o no

La misma duda, la misma indecisión, idéntico titubeo, que hoy volvió a apoderarse de él en la París-Niza, la prueba que estos días se está celebrando por las carreteras galas. Se levantó del sillín, agarró con fuerza el manillar, echó su cuerpo para adelante, pero, de repente, se sentó. Perdió velocidad. Cambió y volvió a repetir la escena. Otra vez, arriba, con la cara desencajada del esfuerzo, con las fuerzas que le quedaban marchándose por sus piernas, por sus brazos. Se quedó sin espacio. Se topó con Andreas Klöden. Unos centímetros de más y hubiese ganado.

El ovetense, que el mes pasado cumplió 33 años, acarició la victoria que se apuntó el alemán del RadioShack, que ni siquiera esperaba la alegría, resignado ante la velocidad superior del asturiano, ante su mayor habilidad en las llegadas. Klöden ganó pero no levantó los brazos. Sorprendido por un triunfo inesperado, con el que no quedaba desde 2009. Venció por la falta de acierto de Samuel, por el desgaste de Tony Martin, el más fuerte de los ocho que quedaron en cabeza tras la ascensión del Cole de la Mûre, de primera categoría, con su cima a nueve kilómetros de meta. De él, junto a Samuel, Klóden y Martin, salieron por delante el catalán Xavi Tondo, el esloveno Janez Brajkovic, el italiano Matteo Carrara, que luego fue tercero, el estonio Rein Taaramäe y el croata Robert Kiserlovski.

Los ocho acabarían aventajando en 18 segundos a Luis León Sánchez, murciano de Mula, líder del Rabobank, y en 19" a Jurgen Van den Broeck, Bradley Wiggins, Michael Rogers, Levi Leipheimer, Frank Schleck, Roman Kreuziger, que también lo intentó en la subida, Jean-Christophe Peraud o Sergio Pardilla. Le Mevel, Gerdemann, Casar, Vinokourov, Di Gregorio y Peter Sagan, que probó el asfalto hace dos días, fueron algunos de los que se despidieron de cualquier opción en la general, ahora liderada por Andreas Klöden. A tan sólo 4 segundos, Samuel Sánchez, quien hoy, por unos centímetros, no probó el dulce sabor de la victoria.


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