Philippe Bouvatier, la mala suerte de "El pupas"

Víctima de los efectos de un ictus que le tenía postrado en una silla de ruedas, Philippe Bouvatier falleció a principios de abril cerca de su Ruan natal a los cincuenta y ocho años de edad. Seguramente muchos nunca hayan escuchado hablar, o quizá hayan olvidado, a este ex ciclista galo que como tantos otros compatriotas vinieron a correr a España para reforzar el nivel de nuestros equipos con vistas a las ediciones del Tour de Francia de la segunda mitad de los ochenta y primera de los noventa. Su fulgurante paso por las categorías inferiores, donde llegó a representar a su país en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, anticipaba una exitosa carrera profesional, que se desarrollaría, por el contrario, con cierta discreción y mucho infortunio. Tras debutar con Cyrille Guimard en el mítico Renault, permaneció por espacio de cuatro años en los equipos de la época de Javier Mínguez, donde pronto se llevó el sobrenombre de pupas por los múltiples problemas físicos que lastraron su progresión y rendimiento. Más allá de eso, se decía también que sus ideales y carácter estaban muy distantes de los de un mundillo donde nunca encontró su sitio pese a sus facultades y en el que aguantó otras seis temporadas, hasta finales de mil novecientos noventa y cinco. La historia recordará inevitablemente a Bouvatier, también con fama de muy despistado, por su desgraciada actuación en la jornada pirenaica del Tour de Francia 1988 con final en Guzet-Neige. Aquel día iba a llegar escapado junto al italiano Massimo Ghirotto y el escocés Robert Millar, cuando a trescientos metros para terminar lanzó un ataque con visos de ser certero, pero que acabó cincuenta metros después con él y Millar dentro del desvío habilitado para los vehículos acompañantes, dejando vía libre a Ghirotto para la victoria. Pese a que a veces se ha apuntado al gendarme señalizador como causante del equívoco, es constatable por las imágenes, e incluso tirando de hemeroteca que hablaba de hechos inadmisibles pero sin repartir culpas, que nadie más tuvo algo que ver en aquellos desafortunados hechos. Tal fue el impacto de lo sucedido, que el automóvil que en aquella edición se destinaba a cada vencedor de etapa le sería también entregado en un gentil acto de desagravio por parte de los organizadores y de Peugeot, la firma patrocinadora. Su fama y reputación no se apaciguarían con el paso del tiempo. Caídas por golpes contra cubos de basura o rocas en descensos, incidentes y olvidos de toda clase en hoteles... y dos temporadas más tarde, durante una etapa del Tour de la CEE en Valkenburg, ¡otra desaparición de la ruta en el último kilómetro circulando destacado!, aunque esta vez con ventaja suficiente para rectificar, reincorporarse y conseguir el triunfo. Desde uno de sus equipos, el R.M.O., se comentó incluso que en el aeropuerto Charles de Gaulle se las ingenió, sin que nadie supiera cómo, para cambiar su vuelo camino a La Vuelta por otro en dirección a Bangkok del que le rescataría su director en el último momento. Quién sabe cómo y dónde hubiese acabado el bueno de Bouvatier, conocidos sus antecedentes.

Philippe Bouvatier, la mala suerte de "El pupas"

Víctima de los efectos de un ictus que le tenía postrado en una silla de ruedas, Bouvatier falleció en abril a los 58 años de edad. Para la historia queda su desgraciada actuación en la jornada pirenaica del Tour de Francia de 1988 con final en Guzet-Neige.

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