El patrón del Tour de Francia, Christian Prudhomme, que recibe este jueves el Premio Diálogo de amistad franco-española junto a Miguel Induráin y Joane Somarriba, reflexiona con EFE sobre el peso que España tiene en la carrera que dirige y sus vínculos con el país, sin olvidar que el influjo que Luis Ocaña tuvo en su afición por ese deporte.
Tres años después del inicio de la carrera en Bilbao, el Tour volverá a lanzarse de España en 2026, desde Barcelona, una muestra de la cercanía entre estos dos países tradicionales del ciclismo que Prudhomme quiere nutrir y engrandecer. "No hay tantas naciones grandes del ciclismo, media docena, entre ellas Francia y España, por eso este premio me honra tanto", asegura en su despacho de París, donde acumula recuerdos vinculados siempre a la bicicleta.
De entre todos ellos, su mirada se fija enseguida en un maillot de lana del equipo Bic que, revela, vistió Ocaña, la puerta por la que ingresó en la pasión por este deporte, que ejerció durante muchos años como periodista, voz de la televisión francesa del Tour, hasta que en 2004 el histórico Jean-Marie Leblanc le designó como su sucesor.

Un años antes, la ronda gala fue designada premio Príncipe de Asturias de los Deportes y Prudhomme acudió a Oviedo a la ceremonia, que le impresionó y le mostró la pasión que en España había por el ciclismo. "Durate la pandemia, para nosotros, por ejemplo, fue fundamental ver que los organizadores de la Vuelta a Burgos pudieron hacer la carrera en agosto. Sin ellos no habría habido Dauphiné y sin Dauphiné no habría habido Tour de Francia", indica.
"Creo mucho en el desarrollo del ciclismo, pero sin olvidar sus raíces", añade el director del Tour, que echa de menos algún equipo español más en el pelotón internacional.
Prudhomme repasa la huella que el ciclismo español ha ido dejando en su carrera, desde la primera victoria de Federico Martín Bahamontes en 1959 hasta Alberto Contador, el último español que ha ganado en París, medio siglo más tarde. "Ya empieza a hacer muchos años de eso, aunque menos que nosotros los franceses", bromea el patrón de la carrera, que sin embargo ve muchos brotes verdes en el pelotón español, empezando por Juan Ayuso, del que recuerda que con 19 años fue tercero de la Volta a Cataluña, sin olvidar a Carlos Rodríguez, que ha sido quinto del Tour. "Yo presto mucha atención porque ahora salen muy jóvenes, como vemos con Pablo Torres", agrega.
"Nunca se da por vencido"
Pero su recuerdo se vuelve siempre a Ocaña, el hombre que, rememora, plantó cara a Eddy Mercx, la mayor leyenda de la historia ciclista: "Todo gran campeón necesita un Luis Ocaña que le haga superarse, encontrar un rival a su medida y que nunca, nunca, se da por vencido".
Las fechas y las gestas del "español de Mont-de-Marsans", como llamaban en Francia a este exiliado, se mezclan en su mente que guarda grabadas las batallas del conquense. "Mi padre era médico y en 1971 recuerdo que yo estaba escuchando la radio y corrí a anunciarle a mi padre entre dos pacientes de su consulta: 'Ocaña se ha caído'. Luego me daba miedo que por eso no pudiera curar a más pacientes", rememora.
"Ocaña era un personaje de novela", asegura Prudhomme, que también guarda recuerdos de otros, pero que enseguida se fija en Induráin, que recogerá el premio Diálogo junto a él. "Llegué al Tour como periodista en su última participación, pero le he visto muchas veces. Es una persona de una humildad fabulosa, siempre muy amable. Hay mucha distancia entre el inmenso campeón que es, con su enorme capacidad para soportar el dolor sobre la bici, y el personaje afable, cercano, que encuentras todavía hoy", dice.

No olvida el símbolo que supuso Pedro Delgado en 1988, la victoria de Óscar Pereiro en 2006 que, como las demás, "no es ninguna casualidad", la abnegación de Carlos Sastre en 2008 y "el estilo particular" de Alberto Contador, en 2007 y 2009. "Veo mucho de él en Pogacar, ese ciclismo de instinto, el ciclismo generoso que en ocasiones triunfa", señala.
España también ha dejado huella en el recorrido. Barcelona albergará el año próximo el tercer inicio del Tour desde España, tras San Sebastián en 1992 y Bilbao en 2023. "Por ahora no tenemos nuevas candidaturas. Pero tampoco hay voluntad de robar a la Vuelta a España algunos sitios emblemáticos como el Anglirú", asegura.
Prudhomme señala que el Tour "siempre estará cerca de España" y asegura que en la historia de la ronda gala tiene ya un lugar particular "la marea naranja" que cada año se atrinchera en las cunetas de los puertos pirenaicos para animar la carrera. Son, sobre todo, aficionados vascos que portan los colores del que fuera el equipo Euskaltel y que han dejado algunas de las estampas más impresionantes de la afición del Tour.