Maurizio Fondriest
No necesita presentación el protagonista de este "Qué pasó con...?" Se trata de Maurizio Fondriest, uno de los pesos pesados del calendario de clásicas que, pese a su físico espigado, brilló entre los años 1987 y 1998 en los que desarrolló su trayectoria como profesional. Doce temporadas con un jugoso palmarés en el que destacan una Milán-San Remo, dos generales de la extinta Copa del Mundo y, por supuesto, el maillot arcoíris logrado en 1988 en la ciudad belga de Ronse. Colgó la bici con 33 años a causa de unos problemas de espalda, aunque desde el primer momento "continué con mi marca de bicicletas, que hasta entonces llevaba mi hermano, y también trabajando como comentarista para la RAI".
Embajador durante los últimos 16 años del Giro de Italia junto a otros dos grandes como Francesco Moser y Paolo Bettini, representación a la que ha sumado en los últimos años la de la firma de champú Alpecin y la de ropa Pissei, se mantiene en forma y casi tan fino como cuando competía. "Me encanta lo que hago y poder seguir ligado al mundo del ciclismo, así como entrenar y practicar deporte. No sólo bici de carretera, también esquí de montaña y mountain bike".

Una forma física que le viene de maravilla para otra de sus actividades. "Organizo viajes ciclistas en colaboración con el periódico la Gazzetta dello Sport. Son viajes de una semana a Gran Canaria. En junio, a la Isla de Elba. Otro en Val di Sole con bici de montaña y, en septiembre, pedaleamos de Italia a Austria recorriendo la ciclovía Alpe Adria". El ciclismo actual lo sigue de cerca, ya que otra de sus facetas profesionales es la de representante de corredores como Eros Capecchi, Nicola Conci o Alejandro Osorio. "El ciclismo es diferente hoy en día. No ha cambiado la mentalidad, la profesionalidad o el sacrificio que exige, pero los equipos son más grandes, cuentan con mejor material, los entrenamientos son muy específicos y hay mucha más tecnología".
De los corredores actuales, "Peter Sagan es sin duda el más fuerte, pero habrá que ver lo que pasa en los próximos años con la llegada de gente como Remco Evenepoel, que apunta a fenómeno. Pero lo de Mathieu Van der Poel es increíble. No hay un ciclista más completo, que sea capaz de ganar en carretera, ciclocross o mountain bike".
Texto: Sergio Palomar.
Alberto Volpi
Ciclista profesional durante 14 temporadas -debutó con el mítico Bianchi en 1984 y colgó la bici en 1998-, en su carrera sumó cinco triunfos -Giro de Calabria’89 y Leeds Classic’93 entre ellos-, pero la trayectoria de Volpi es más sonada desde que se convirtió en director deportivo. "23 años llevo en un coche y no me siento viejo; cada día aprendo cosas nuevas", dice el técnico italiano.
Una dilatada trayectoria que le ha llevado a los mandos de equipos como Vini Caldirola, Fassa Bortolo, el Barloworld de Froome, el Liquigas de Nibali o Bahrain-McLaren, donde milita desde 2017. "Como ciclista fui muy normal y siempre tenía dolor de piernas. Pensaba más en los demás que en mí mismo y quizá por eso he conseguido hacer carrera como director. Los que estábamos en una segunda línea siempre tuvimos otra visión del ciclismo, más altruista -afirma-. Me siento experto, pero intento escuchar y buscar lo mejor para todos".
El secreto está en que "cada día debes hacer examen de conciencia. Una cosa que me gusta de mi trabajo es cuando cometo un error, me pongo delante de los corredores y lo admito. Es bueno reconocer los fallos, ya que de ellos quiero lo mismo. Aunque soy consciente que como director me enfado muchas veces, quiero que mis corredores estén en su sitio y tener a la vez una relación cercana. Les doy todo y quiero que devuelvan lo mismo, con honestidad y confianza".

Desde que él corría hasta ahora, "el ciclismo ha cambiado en todo porque cada persona y cada detalle cuenta muchísimo. Los ciclistas están bien entrenados y tienen un gran nivel. Elegir un buen tubular, estudiar la aerodinámica y las tácticas... marca la diferencia. Todo está más planeado y eso me gusta, porque mi mentalidad es un poco alemana. No consigo irme a dormir si no he terminado mi trabajo".
Sin embargo, Alberto Volpi es mucho más que un director deportivo. "Me casé y tuve dos hijas que ahora, con 29 y 21 años, ya tienen su vida. Cuando estoy en casa me gusta desconectar y disfrutar del descanso, cuidar mi jardín y estar tranquilo". Cuenta que "salgo en bici una vez por semana, los domingos, y hago 50 kilómetros. El resto de días o camino o salgo a correr". Basta con mirarle para advertir que se mantiene en plena forma.
No duda nada para señalar cuál es el corredor que más le ha impresionado: "Peter Sagan". Con él compartió equipo en Liquigas, los inicios del eslovaco, cuando ya se veía que iba para fenómeno. "Es como Messi en el fútbol. Estuvimos seis años juntos y todo lo que quería lo conseguía. Nunca había excusas. Se ganó el respeto muy pronto porque es un campeón tanto de las piernas como de la cabeza". Como potencia, "quien más me ha impactado es Cancellara, pero como astuto, vencedor y fuoriclasse, sin duda Sagan".
Recuerda una anécdota de la Flecha Brabanzona 2013. "Se levantó y bajó a desayunar la mañana de la carrera. Cogió un plato enorme, casi como una fuente de ensalada, y lo llenó hasta arriba de pasta. Después echó queso, nueces, media tortilla francesa, parmesano y aceite. Pensé que moría allí mismo y después se tomó un café y medio trozo de tarta. En carrera bajó al coche y me dijo que iba a reventarlos a todos: acabó ganando. Ha sido un honor trabajar con él".
Texto: Ainara Hernando.