¿Qué pasó con...? Víctor Hugo Peña

En su palmarés lucen resplandecientes una etapa en el Giro 2000, cuando militaba en el Vitalicio Seguros, y otra en La Vuelta 2004, además de tres días como portador del maillot amarillo del Tour de Francia en 2003. De hecho, fue el primer latinoamericano que lideró la ronda gala. Pero a Víctor Hugo Peña, el Tiburón, se le recuerda principalmente por su trabajo para Lance Armstrong. El de Bogotá, 14 temporadas como profesional, formó parte del "blue train" del US Postal que intimidaba cada año en el Tour para llevar al estadounidense en volandas. Mucho ha llovido desde entonces. Víctor Hugo prosiguió su camino en Phonak, Rock Racing y el Café de Colombia, equipo que "yo mismo ayudé a montar" y del que de la noche a la mañana se vio fuera. "Me deprimí y estuve escondido en casa sintiendo que no entendía por qué se había acabado todo". Aquello coincidió "con la aparición de Nairo, Chaves y Rigo. Me metí en la guerra contra los políticos del país, les pisé los callos a esos dirigentes y cuando cambió el ministro de Deportes que creyó en mí y llegó otro, me echaron". Fueron años duros. "Me sentí olvidado por todos. No era capaz ni de ver una carrera por televisión". Entonces regresó a sus orígenes. Eso sí, con ayuda. "Aparecieron dos ángeles en dos momentos importantes. La primera fue Fiorella D'Croz, triatleta olímpica, que me habló fuerte. Me recordó que tenía una familia, unos hijos y que nadie me iba a llorar, ni a venir a peinarme los moños, como se dice en Colombia". Gracias a ella regresó al triatlón, modalidad que descubrió antes de ser ciclista. Igual que la natación, "que practiqué desde los 12 hasta los 18. Conocer otro mundo me sacó de la depresión". Años después llegó el segundo ángel, el periodista Mario Sabato. "Un día me llamó, pero no tenía ganas de contar mis tristezas. Me dijo que lo que quería era invitarme como comentarista en ESPN en la última semana del Giro 2017. Fui, les gustó, me invitaron al Tour y después a La Vuelta". Y así lleva seis años, el último viajando. Lo que más le hace sufrir de su nueva labor es "cuando veo a los corredores llegar a meta demacrados y me insisten por línea interna en hacerles preguntas" y no duda al señalar el ciclista de la actualidad con quien se siente más identificado. "Carlos Rodríguez. Es tranquilo, sabe sufrir". De regreso al Viejo Continente, pero detrás de las vallas y con un micro en la mano, se reencontró con el asfalto que le hizo sudar y disfrutar, los puertos, las carreras y, sobre todo, la gente. "Es lo mejor que me ha dado el ciclismo. Chechu Rubiera, el Triki, Heras, Bruyneel, Hincapie... el grupo de amigos que teníamos en el US Postal, igual que en el Vitalicio, es lo más bonito de este deporte". A pesar de la amargura y las tristezas no tiene dudas en que "volvería a ser ciclista", aunque le pone una pega a la competición actual. "Me gustaría que fuese más por sensaciones. Entrenar con potenciómetro porque no se le puede dar la espalda a la evolución, pero no en carrera. Los vatios prohíben al ciclista alcanzar su verdadero umbral porque hay fuerzas que no se pueden medir, como las emociones, que te empujan". De sus tres hijos, "el mayor tiene 17 años y se le da muy bien el fútbol; la mediana patina y le encanta el ciclismo, igual que al pequeño. No les obligo, pero me gusta que hagan deporte. Disfruto pedaleando con amigos cuando estoy en casa y voy a muchas marchas cicloturistas", concluye el colombiano.

¿Qué pasó con...? Víctor Hugo Peña

Profesional durante 14 temporadas, el colombiano corrió en el poderoso US Postal de Lance Armstrong y llegó a vestir el maillot amarillo de líder del Tour. Esta ha sido su trayectoria desde que colgara la bicicleta.

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