La venganza es un plato que se sirve frío. Igual que la bresaola, comida típica italiana formada por carne de buey cruda. Condimento transalpino. El mismo que sirvieron Rebellin y Bettini en el Mundial. La 'vendetta' para España. El Mundial de Varese mostró a los de Paco Antequera más desorganizados que nunca. Débiles. Volubles ante la armada italiana que arrasó en su tierra. Festival azurro en el que Alessandro Ballan se coronó con el maillot arco iris. Fiesta. Pero mucho antes de desembarcar en tierras italianas, el ciclismo español ya había puesto su particular guinda a la maravillosa temporada 2008 con el incontestable triunfo de Alberto Contador en la general de Ese era precisamente el lema con el que la ronda española daba su pistoletazo de salida en Granada el 30 de agosto. Tu vuelta. La de Contador. Con las esperanzas en post del espectáculo puestas en el Angliru y la presencia del propio madrileño, unida a la de Carlos Sastre, Levi Leipheimer, Yaroslav Popovych o Sylvain Chavanel, entre otros, la contrarreloj por equipos que sirvió como prólogo dejó a Filippo Pozzato al frente de la clasificación general. Pero poco tardó Valverde en repetir su gesta del Tour de Francia. Sus triunfos, como Ivan y Alejandro, sus hijos, son gemelos. Idénticos. En Jaén se lanzó emulándose a sí mismo, como lo hiciera en Plumelec. A la par. Con semejante resultado. Triunfo de etapa y liderato. Aunque en esta ocasión, y debido a las bonificaciones, el jersey oro solo la duró un día. El mismo que tardó Tom Boonen en recalificarse. Cuenta pendiente saldada. Después de la detección de restos de cocaína en uno de los análisis que le hicieron al belga antes del Tour de Francia y que le costó su participación en la ronda gala, Boonen se recluyó en Niza. Largas jornadas de entrenamientos. Exiliado. En Leipheimer gana la contrarreloj Pero la suerte se alió del lado del espectáculo y, aunque el Astana, en piernas de Levi Leipheimer que ganó y se puso líder, y de Alberto Contador, que consiguió sacar renta con sus rivales, se mostró intratable., el resto de favoritos no se descolgó de la pelea por la clasificación general. El mejor parado fue Alejandro Valverde, al que solo le separaban diez segundos con respecto al madrileño. El bonito triunfo de Paolo Bettini en Toledo dio paso al primer contacto con la montaña. Pero solo para los corredores, porque los aficionados que se agolparon ante las televisiones para presenciar la subida a Sin más penurias, el pelotón sobrepasó Pla de Beret dejando a Alberto Contador en la mejor de las posibles situaciones. Levi Leipheimer se hizo de nuevo con el maillot oro y el madrileño se posicionaba segundo. Sastre, sin apenas tiempo para la recuperación durante el mes de agosto, retrocedía hasta el minuto y medio. Exhausto. Los Juegos Olímpicos y los recibimientos y celebraciones del Tour de Francia pudieron con él. Mientras, Valverde se mantenía tenaz en tercera posición. Pero aún quedaba lo más duro. La gran guerra se iba a librar en Asturias. El Angliru y Fuentes de Invierno dejarían entrever quién sería el ganador de Tras la bonita victoria de Freire, nada hacía presagiar que la etapa que finalizaba en la localidad cántabra de Suances iba a ser tan determinante como una de alta montaña. El frío y la lluvia se congeniaron para sumir a Alejandro Valverde en una auténtica pesadilla. Cuando el murciano descendió posiciones durante el descenso del Alto del Caracol para colocarse el chaleco y abrigarse lo máximo posible hasta el final de la jornada, el pelotón se estiró y Valverde se quedó en tierra de nadie. El peaje de aquel despiste fue excesivamente caro. Tres minutos que le hacían perderse en la clasificación general de la carrera. Como sucediera en el Tour de Francia tras la etapa de Hautacam, Valverde se veía obligado a cambiar de objetivos en plena disputa de
El Angliru sentencia De tan sólo veinticuatro horas dispuso el murciano para sumirse en sus reflexiones y modificar su mentalidad. La recuperó a tiempo. Y se plantó en San Vicente de A quien no pudieron ver los seguidores que se congregaron a lo largo de los doce kilómetros y medio de la subida al infierno asturiano fue a Igor Anton. El del Euskaltel-Euskadi se fue al suelo en el descenso del alto del Cordal, previo a la última y decisiva etapa y se vio obligado a poner rumbo al País Vasco antes de tiempo. En su mejor momento. Pero ni su grave caída empañó el festival de ciclismo que Alberto Contador regaló en aquella decimotercera etapa de Al igual que en Fuentes de Invierno. La inédita subida de Triple corona Otra vez, con todo a su favor. Sus rivales se tambaleaban. Ya le daban como absoluto ganador. Y él a sí mismo también. Era su único y más fuerte rival. Él mismo. Contaba con un minuto y 17 segundos con su más inmediato perseguidor, que no era otro que su compañero Levi Leipheimer y más de tres con Carlos Sastre. No se le podía escapar. Contador corrió, además en su casa. Con su gente. Nadie se atrevió a gritar otro nombre por encima del suyo en las rampas de Navacerrada. Y el madrileño no falló. La etapa fue para Leipheimer pero Contador llegó al Paseo de Así, con el oro de Contador, las perspectivas altas y en el mejor momento posible, la selección española viajó, casi sin tiempo para el descanso a Italia para disputar el Mundial. El que todos señalaban que iba a ser de Óscar Freire. O de Valverde. O de Samuel Sánchez. Se infravaloraron a los rivales. Mientras, Italia cocinaba su venganza por haberse quedado sin medallas en Pekín. Plato frío. Helado. Igual que las gélidas etapas de A ella también acudió Samuel Sánchez en busca de recuperar el ritmo para el Mundial. El asturiano no había competido desde que se hiciera con el oro en los Juegos Olímpicos y quería ser uno de los hombres clave para Óscar Freire en la consecución de su cuarto arco iris. Robbie Mc Ewen en Grabsch, oro en la contrarreloj Todos los ojos apuntaban en la misma dirección. La de Óscar Freire. Los antecedentes hablaban por sí solos. Tres mundiales, dos de ellos en Italia. Quería repetir la misma historia. El currículum de sus compañeros, y también el suyo, asustaban. Los de Paco Antequera acumulaban juntos las generales de las tres grandes vueltas, la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, triunfos en las clásicas de abril y el maillot verde de la regularidad en el Tour de Francia del propio Óscar Freire. Por palmarés, ninguna selección les hacía sombra. En la técnica sí. Esos mismos ojos que durante la semana se habían posado única y exclusivamente en el corredor del Rabobank pasaron a fijarse en Paolo Bettini. Il Grillo anunciaba su retirada como ciclista profesional a pocos días de la disputa de la prueba en ruta y quiso hacerlo a lo grande. Ante su público. El italiano. Con su selección. Lo bordó. Táctica impecable y organización perfecta. Todo lo que le faltó a España lo tuvo Italia. La rojigualda empezó mal desde la contrarreloj. Un renacido y muy motivado Rubén Plaza se quedó a tres minutos y medio de Bert Grabsch, mientras que Ivan Gutiérrez firmó un pobre decimosexto puesto. Insuficiente. Sin Schumacher ni Cancellara en Varese, los alemanes partían huérfanos de líder, pero Grabsch retuvo el triunfo en su país, seguido por un impresionante Svein Tuft y por David Zabriskie, que fue tercero. Levi Leipheimer se quedó a las puertas de las medallas, mientras que Gustav Larsson, plata en los Juegos Olímpicos, no pasó del quinto puesto. El rendimiento de los ciclistas españoles fue "para olvidar" tal y como ambos expresaron. Igual camino debería llevar la prueba en ruta. España partía como la gran favorita. Con tres líderes totalmente capacitados para hacerse con el arco iris. Italia descoloca a España Un Freire al que el recorrido le iba como anillo al dedo y que ejercía, más que nunca como líder de la selección. Un Alejandro Valverde pletórico tras su progresión en Imparables. Intratables. El hipódromo de Varese se rindió a los pies de los de Franco Ballerini. Hicieron las delicias de su afición. El oro de Ballan se completó con la medalla de plata de un luchador Damiano Cunego, que terminó la temporada con un gran pico de forma. Lo corroboró en el Giro de Lombardía primero y en Antes de él, el italiano y el americano se batirán en el Giro de Italia. Con Sastre, estrenando los colores del Cervélo. De nuevo se volverán a poner en liza las estrellas de cada año, las revelaciones de la temporada. Pájaras. Exhibiciones. Desfallecimientos. Caídas. Nos queda aún mucho por ver. Pero todo sobre la carretera. Sin dopaje. Sin lacras. Sin escándalos. Hasta que llegue el mes de enero, varios de los más grandes corredores belgas del momento se tomaron sus particulares vacaciones antes de correr
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