Tour 2010. 12º etapa: Aquí mando yo

Alberto Contador destapó las debilidades de Andy Schleck con un ataque en las duras rampas de Mende que dejó al luxemburgués clavado y del que sacó diez segundos de renta en la meta donde Joaquim Rodríguez dio el primer triunfo de etapa español en su debut en la ronda gala

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Tour 2010. 12º etapa: Aquí mando yo
Tour 2010. 12º etapa: Aquí mando yo

Es la culminación de un sueño que noche tras noche, deseoso de saltar a escena, de hacerse material, un hecho evidente que aploma, que empuja por merecimiento propio aflora en la mente, enciende la mecha, carga al máximo el nervio. Lo que se quiere, lo que se desea y lo que puede por ser alcanzable sin casi estirar el brazo, porque se puede. Pero entre eso y el beneplácito del caudillo máximo, por mucho mérito demostrado hay mucho, todo un mundo. Un abismo tremendo, vacío. En él estaba sumergido Joaquim Rodríguez. Cuatro largos años de peregrinación en el Caisse d'epargne de Eusebio Unzué, todos con el mismo recorrido. Penitencia con la cruz sobre las espaladas aunque la suya no fuera de madera si no oculta, imperceptible para los sentidos. Impalpable para todos menos para él, el bravucón y dicharachero catalán que apagaba la radio y cerraba el chiringuito de las pedaladas envalentonadas y bromistas en el mes de julio. El réprobo papelajo que cada año sus directores le hacían caer sobre sus manos sentenciador. No, este año no vas al Tour. Este tampoco. Ni el siguiente. Y así todos los años, uno a uno. Losas para soterrar un incomprensible en los cálculos de Eusebio Unzué. "¿Pero por qué?" Le preguntaba 'Purito' cada año, comisionado en el arte de los negocios. "Que no". Una cruz. Por eso se marchó del Caisse d'epargne, para que, con 31 años, el Tour fuera testigo del debut más tardío y brillante a la par del caníbal catalán.


Escapada de dieciocho

Era mañana de cruces en Bourg de Péage, arteria lateral de Francia y mecha de los Pirineos que ya llegan, ya asoman, centenares en la ronda gala. Una olla a presión que bajó los grados de cocción para dar un respiro, pequeño para tomar aire, al pelotón. Suficiente para escalar hasta el filamento de Mende, un repecho que apenas supera los 1000 metros de altitud pero insólitos y fulminantes. Todo un cartucho detonante en sus tres kilómetros de escalada flirteando con el 12 y el 13% de desnivel máxima para planear en su parte final -dos kilómetros llanos hasta la meta eternos para los escaladores finos y espigados, una tumba-. Allí asomaron todas las cruces escritas con bolígrafos discontinuos de tinta falaz como los de Andreas Kloden, Vasil Kiryenka y Ryder Hesjedal. Los tres sucumbieron a las rampas mortales de Mende. Agonizaban después de haber seleccionado junto a Vinokourov la escapada de dieciocho corredores protagonista de salida arterial en Péage. Todos con equis borrada por el sudor. Matiz inconstante. Hasta ahí llegó también el propio Vinokourov. Otro de los que sueña romántico en medio de su utopía, con luchar por una victoria de etapa con el escudo agarrado en la mano para frenar el contragolpe de los ejércitos contrarios, de todos los favoritos que quieren ver sucumbir a Contador.


Empezando por Andy Schleck, el líder amarillento del Tour. El chico bueno de sonrisa permanente, relajado siempre, tranquilo. Despreocupado hasta que llegaron las rampas de Mende, anunciadora de guerra. Tiene 24 años, bisoña y rebosante juventud temeraria. Por eso puede osar de no tener miedo a nada. De no temer a nadie, ni siquiera a Alberto Contador. Si a caso respeto para el que es el gran soberano del Tour y gran amigo suyo. Deferencia y sumisión con cierta mirada de recelo tiene el pequeño Andy también por Mende, monasterio de malas plegarias para el luxemburgués. "Siempre que he venido he perdido tiempo". En la París-Niza de este año Contador ganó la etapa con Andy Schleck por aquel entonces renqueante de su rodilla y apartado casi por completo de la competición. Tres años antes, en 2007, calcado recorrido y misma cita con la carrera francesa, el chico de Pinto atacó, se marchó y enterró al que hoy es su rival más directo en el Tour de Francia. Mala espina. Cruz roja.


Ataque de 'Purito'

Del mismo color la había puesto Joaquim Rodríguez. Rojo pasión. A esta y a todas las etapas pirenaicas que llegan a partir de ahora. Pero la de Mende, dice 'Purito' es "la que iba a marcar el inicio". La mecha que tenía que encender su particular llama treinteañera bien superada. Hombre experto de mirada novicia, como un aprendiz vaga por el Tour de Francia después de tanta súplica a Eusebio Unzué y el Caisse d'epargne, el equipo que no quiso traerle a la ronda gala. Por eso se marchó al Katusha ruso, para hacerse ciclista de verdad, que si no llegas a París no te dan la licencia. En eso está 'Purito', acumulando méritos para conseguir un carnet de matrícula, bordado, como el taque en las últimas rampas de Mende a las que le siguió Contador. Juntos neutralizaron a Vinokourov, el compañero retorcido sobre sí mismo cuando vio cómo su líder le superaba, sin mirarlo apenas, tirando del catalán para distanciar a Andy Schleck.


Por momentos intentó seguirle el jovencito luxemburgués, cambiaba de semblante. De la despreocupación al desvelo. De la serenidad a la pesadumbre. No pudo hacer más que sentarse y ver cómo se marchaba Contador. Juntos, catalán y madrileño se miraron. Se hablaron. "¿Me dejas ganar? Si lo haces tiro para tí y distanciamos a Andy un poquito más", le sugirió Joaquim. Es un experto en el arte de los acuerdos. Contador, como Unzué con el Tour durante cuatro largos años se lo negó. No rotundo. Cada uno a por lo suyo. 'Purito' se empeñó como nadie en el llano final. Escala rápido, de movimiento ágil y pretencioso, casi como Contador. Casi. Cuesta arriba el madrileño le puede. Pero en rectas, 'Purito' saca su artillería pícara y astuta. Contador le miraba, aprovechando a impactar los ojos con lo lejano donde Andy Schleck, sentado ya, indeleble, no daba más de sí. Atrás. Adelante. Atrás. Adelante. Así hasta que saltó Joaquim. Mano a mano. "¿Y por qué no repetirlo en los Pirineos también con Alberto?", reta el zorro de 'Purito'.


Era la cruz que marcaba el inicio de su Tour. "Los Alpes no los paso bien y la dureza de esta carrera empezaba a partir de esta etapa, ya lo dije". Habla como un experto, lo es, con 31 años recién cumplidos. Un total novel en el Tour de Francia que supo jugar con sus artificios a la perfección ante la negativa de colaboración de Contador. "Si me hubiera dicho que sí hubiera colaborado más y le sacaría ahora más segundos de ventaja a Andy", lamentaba. El 'sí' de dejarle la victoria, una concesión que tampoco necesitaba. Rápido subió Andy Schleck al podium. Diez segundos duró arriba, lo justo y necesario. Lo mismo que le robó Contador en meta. Resopla el chico despreocupado que notó la ansiedad resoplando en el podium ante la decena de segundos, sabor de gloria para Contador antes de los Pirineos que le señalan y le enseñan y recuerdan, como profesor mandatario a alumno revoltoso quién manda en el Tour de Francia.





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