Una 'Benoot Bianche' que nace en Siena

El joven ciclista del Lotto Soudal, que en unas semanas cumple 24 años, estrena su palmarés profesional en una exigente Strade Bianche gracias a una lección de fortaleza y perseverancia.

Texto: Juanfran de la Cruz. Fotos: La Presse / RCS / Bettini Photo.

Una 'Benoot Bianche' que nace en Siena
Una 'Benoot Bianche' que nace en Siena

Qué día y qué carrera para esa inolvidable primera vez. El joven belga Tiesj Benoot (Lotto Soudal) estrenó su palmarés como profesional al imponerse, en solitario,  en la Strade Bianche 2018, la de los 184 km de empinadas colinas y caminos sin asfaltar por la Toscana italiana que le dan el nombre. Una carrera, y una demostración, que le acompañará por y para siempre. Y que será ampliamente recordada.

El podio de la edición 2018.

Toda una lección de fuerza, perseverancia y constancia, porque bien en grupo bien en solitario tuvo que recuperar la desventaja que amasaron sus dos compañeros en el podio final, el francés Romain Bardet (AG2R) y el belga Wout van Aert (Vérandas-Willems), un (doble) podio del Tour y un (triple) campeón mundial de ciclocross y, curiosa mezcla, bendito resultado, los culpables de dinamitar la carrera. Dos debutantes en la misma.

Benoot, que en una semana cumple 24 años y contaba con dos octavas plazas en sus dos presencias previas en la cita de Siena (2016 y 2017), desplegó paciencia y fortaleza. Cuando Bardet y Van Aert se marcharon en cabeza de carrera tras el icónico segmento del Monte Saint Marie, dándole continuidad a un acelerón de Alejandro Valverde (Movistar), inicialmente permaneció en un segundo plano, para involucrarse después en un pequeño grupo perseguidor de la cabeza de carrera.

Ahí estuvo su clave, no quedarse con los grandes favoritos. Porque Bardet y Van Aert amasaron casi un minuto y medio de margen con respecto a los ilustres dentro los últimos cuarenta kilómetros.

El podio de la edición 2018.

Paisajes de la Strade Bianche 2018.

Remontada arriesgada

Cuando Benoot consideró, tal vez cuando temió que le podía esfumar el éxito, ("me sentía fuerte", explicó después), demarró de ese grupo perseguidor y, en compañía del ‘quickstep’ Serry, y con su colaboración, fue pegándole bocados a la brecha de tiempo. Con el final de Siena a menos de 20 kilómetros, y la carrera en el décimo y penúltimo sector de sterrato (Colle Pinzuto), el joven belga optó por soltar a su compatriota y volar en solitario. Benoot acabó cazando a la cabeza de carrera a falta de quince kilómetros para el final.

Un par de kilómetros más tarde, demarró. Ni Bardet ni Van Aert, que menuda paliza se habían pegado, respondieron a ese movimiento. Benoot pedaleando con toda la fuerza que podía, rictus de esfuerzo salpicado por barro y mirada fija en el horizonte. Bardet y Van Aert no pudieron reaccionar. No podían. Van Aert, de hecho, en la lucha por la segunda plaza del cajón, se quedó tan clavado en las últimas rampas, las de acceso a la plaza del Campo de Siena, que tuvo que poner pie a tierra.

Paisajes de la Strade Bianche 2018.

Alejandro Valverde, tras cruzar la línea de meta en cuarta posición.

Para entonces Benoot hacia casi un minuto que había cruzado la meta. “Sabía que algún día llegaría una victoria así. Había mucha presión en torno a mí después de ese quinto puesto en Flandes de hace tres años. La verdad es que la prensa belga me ha metido mucha presión, pero sabía que lograría una gran victoria.”, proclama el de Gante.

Casi un minuto y medio después cruza la línea de meta el murciano Valverde, quien también ha tenido su dosis de protagonismo en la Toscana y ha ido remontando en los últimos kilómetros, y en los últimos repechos, para acabar cuarto con dos segundos de margen sobre su excompañero Giovanni Visconti.

Clásica moderna

‘Más humana’ de lo que podía preverse en los días previos por las estampas nevadas de muchos tramos, expuesta empero a una climatología hostil y con el pelotón partido en dos a falta de 140 kilómetros para el final, la Strade Bianche no defraudó en absoluto y da otro paso en notoriedad y reconocimiento.

Alejandro Valverde, tras cruzar la línea de meta en cuarta posición.

El 'top diez' de la Strade Bianche 2018.

Es una cita digna de estudio, porque tiene su génesis en una prueba cicloturista y porque apenas ha disputado doce ediciones. Pero su celebridad ya tutea citas mucho más longevas. Y la parcela deportiva, paralelamente, también ha venido a apuntalar esa impresión.

La fórmula tiene éxito. El encanto del sterrato, un término que se ha encargado de popularizar y globalizar, ha terminado de universalizarla en el imaginario colectivo de aficionados y de los propios corredores. La escenografía que propone es realmente estética y supera al marketing y la promoción, sin duda importantes... e innegables.

El 'top diez' de la Strade Bianche 2018.