Van der Schueren, el decano de la fila de los directores

Días después de que Valverde y Rebellin acaparasen titulares al retirarse tras veinte y veinticuatro temporadas como profesionales, varios medios belgas anunciaban el próximo adiós de otro longevo protagonista de la historia reciente del ciclismo. En su caso llegará al acabar la próxima temporada y, paradójicamente y pese a su implicación con la especialidad, su protagonista nunca ha llevado un dorsal. Se trata de Hilaire Van der Schueren, quien desde la primera mitad de la década de los setenta viene ejerciendo como director de equipos. La vocación deportiva de Hilario, como se le conoce en el mundillo, fue la de futbolista, pese a residir en una granja cercana al Kapelmuur y el Bosberg, dos de los muros más icónicos de Flandes, pero una complicada lesión de rodilla le acabaría acercando a la bicicleta. Lo haría integrado en el club de su cuñado, donde existía una exitosa sección competitiva de la que pronto tomaría el mando sin experiencia previa, y a la que en apenas tres años convertiría en el mejor equipo belga de aficionados. Ese buen hacer, más los contactos en el mundillo, le valdrían una invitación para incorporarse durante el Tour de Francia 1979 como ayudante en el Lano-Boule d'Or de Guillaume Driessens, uno de los más célebres directores flamencos, bajo cuyo mando competirían campeones de la talla de Coppi, Van Looy, Van Steenbergen, Freddy Maertens y, naturalmente, Eddy Merckx. Aquella primera colaboración iba a encontrar su continuidad y le terminaría así otorgando definitivamente un puesto al volante del coche en 1984, cuando a petición del propio Driessens se convertiría en segundo director del Kwantum, una formación neerlandesa de cuya evolución temporal deriva, cuatro décadas después, el tan potente Jumbo- Visma de 2022. Su trabajo como jefe de personal en el Ministerio de Obras Públicas quedó definitivamente aparcado para consagrarse a una tarea llena con el paso del tiempo de altibajos, y donde las funciones y roles a desempeñar han ido mutando y especializándose cada vez más. Sus ojos han visto aquel ciclismo de estrecheces, faxes y ropa lavada a mano en el hotel, y el actual de vatios, buses y digitalización, "pero aquí sigo siendo feliz y ojalá no me jubilara", ha declarado en alguna ocasión. Los referidos Boule d'Or y Kwantum -posteriormente Super Confex, Buckler, WordPerfect y Novell-, junto al Collstrop, Mr Bookmaker, Unibet, Palmans, Vacansoleil y, desde 2014, el hoy en día denominado Intermarché-Wanty- Gobert, han sido sus otros equipos profesionales en este último medio siglo. Con el primero, patrocinado por una firma tabaquera que cada semana le enviaba un cartón de cajetillas, vivió uno de sus momentos para recordar compitiendo en Francia, cuando la marca, con vistas a esquivar prohibiciones publicitarias, decidió lanzar una línea de quesos de idéntico nombre e imagen corporativa... "pero todo el mundo nos asociaba al final con los cigarrillos. A mí ese patrocinio me venía muy bien porque en ese tiempo fumaba. Para los ciclistas, evidentemente, no llegaba nada de ese pago en especie", reconocería entre risas muchos años después.

Van der Schueren, el decano de la fila de los directores

A la conclusión de la próxima temporada llegará el adiós de toda una institución en el mundo del ciclismo, Hilaire Van der Schueren, quien desde la primera mitad de los setenta viene ejerciendo como director de equipos.

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