A Mikel Iturria le pierden los datos ciclistas. No se le escapa ni un corredor, por poco conocido que sea. Se los conoce a todos, su palmarés, las carreras en las que han participado. Buena labor de estudio a los rivales y además, hobby y pasión. El ciclista guipuzcoano, después de un buen verano se ha ganado la plaza en el ‘ocho’ del Euskadi-Murias en esta, la primera grande de la historia del equipo y además, la del regreso de un equipo vasco a la élite tras la traumática desaparición del Euskaltel-Euskadi. Lleva vistiendo de verde desde el 2016, un año después de que naciera el proyecto de Jon Odriozola. Ganó el Torneo Euskaldun y aquello le dio el pase a profesionales.
Ahora, en su segundo año en lo más alto y conociéndose también a todos los corredores del pelotón a los que tanto estudia, no le costó mucho a Mikel darse cuenta, echando un rápido vistazo a la fuga que finalmente y después de un sinfín de ataques se largó camino de Roquetas de Mar, de que estaba en una escapada de kilates. “Ha costado muchísimo hacerse la fuga; he mirado alrededor y había mucha gente de calidad", decía entre sofocos por el calor húmedo de Roquetas de Mar. De todos podría recitar el palmarés que atesoran. “He pensado ¡ufff! Va a estar complicado".
Esa, dice Iturria, es la gran diferencia entre una fuga de una grande como la Vuelta y cualquier otra carrera por etapas. La calidad de los compañeros escapados. “Desde el principio que nos hemos marchado ha sido una locura. Hemos ido a tope y hasta la meta, a palos". De esos también conoce unos pocos Iturria. El verano pasado se llevó uno de los gordos. Fue en el Tour de Limousin, en la primera etapa, hace ahora justo un año. Iturria se vio envuelto en una caída en la que se rompió el fémur. Adiós a toda la temporada. A soldar el hueso y recuperar. Duro.
Ahora está aquí, en la Vuelta a España, su primera grande. Dando presencia al Euskadi-Murias en la etapa, hasta ahora, con la fuga de mayor calidad. Olfato tiene el de Urnieta. “Teníamos que estar prácticamente todos atentos porque sabíamos que todo el mundo quería la fuga. Me ha tocado a mi pero el resto del equipo ha estado bien desde la salida, pendientes de todos los cortes". Esa es su Vuelta, la de Iturria y la de todo el Euskadi-Murias. Dejarse querer por las cámaras y probar a que suene la campana.
Están cumpliendo con creces. No ha habido etapa en la que un maillot verde no haya estado en cabeza de carrera. Camino de Roquetas de Mar le tocó al de Urnieta. “Pero no ha habido entendimiento entre nosotros", se lamentaba en la meta, “ha habido mucha gente que se ha escaqueado y como muchos equipos tenían dos corredores lo ha hecho más complicado". Iturria aguantó en cabeza hasta el Alto del Marchal, “pero luego en el grupo que he llegado, al sprint creo que he hecho el último. Es que la etapa se ha hecho muy dura". Al final, 15º en la meta de Roquetas de Mar.
Lo contaba casi sin respiración. Sofocado. “El calor ha endurecido mucho el día. Ha salido más desnivel de lo que ponía en el rutómetro. Ha sido un día muy exigente". A pesar de eso, Iturria se sentía satisfecho. “He dado todo lo que he podido de mi, pena tengo poca. No se podía hacer más". Mañana será el turno de algún otro de sus compañeros pegarse el sofocón camino de San Javier. “¡Espero que a mi me dejen descansar!", reía. “Es lo que toca, dejarnos ver y luego aprovechar las llegadas masivas con Aberasturi y en repechos con Prades. Estamos haciendo bien las cosas". Seguro que, aunque vaya a cola de pelotón, Iturria pedaleará estudiando a sus rivales.