Lucía el sol en la salida de la quinta etapa en Morella después de la tormenta en la que se vio enmarañada la Vuelta a España en sus primeros días. Los periodistas desfilan entre los buses de equipos, son los primeros saludos y abrazos, los reencuentros. En el del Cofidis están apoyados en sus coches Bingen Fernández y Gorka Gerrikagoitia después de haber tenido la reunión con sus corredores y mandarlos al rutinario control de firmas. “Yo ya les he dicho…”, desvela con su sinceridad y humildad que le caracterizaron de corredor y ahora de director Bingen, “tenemos que sobrevivir a estos primeros días, dejar pasar unas etapas. Nuestra Vuelta empieza a partir de la octava etapa. Y vamos a ganar con Jesús Herrada una seguro”.
No es un farol porque sucede todo calcado. Solo hay que esperar a la Laguna Negra, una subida tendida en su primera parte con un final explosivo donde marcar la diferencia para que se cumpla la profecía de Bingen Fernández. Es olfato, instinto, clase y mucha raza. Todo eso lo tiene Jesús Herrada, un gustazo de corredor con genes y calidad a raudales. Es justo en esos últimos kilómetros, cuando Filippo Ganna ya ha explotado en la labor de aproximación para Geraint Thomas, la gran referencia de la fuga numerosa que se jugó el triunfo de etapa, cuando Herrada se erige. Con toda esa calidad suya y una ayuda extra.
Vino de arriba. Una fuerza superior que le empujó. Hace poco más de un mes un tocayo y amigo suyo se marchó para siempre. Ataque al corazón fulminante. Un día estaba con la grupeta rodando como siempre, pensando en qué ruta hacer al día siguiente y ése día siguiente no llegó jamás. A Jesús le dejó destrozado. En la Laguna Negra, cuando ataca al límite del esfuerzo a falta de 300 metros se acuerda de él y empuja con más fuerza. Son los vatios de Jesús, desde arriba, impulsándole.
En la meta, el menor de los Herrada se deshace en lágrimas. Todas sus victorias tienen algo de emocional. La de Ares del Maestrat en 2019 vino seguida del día que Madrazo birló a su hermano Jose el triunfo en Javalambre; la del año pasado, en Cistierna, fue una “enorme liberación” que le hizo estallar en lágrimas. En la Laguna Negra, el mismo final. El ciclista tranquilo y calmado con una devoción y sentimiento único por lo que hace. Entrega total.

“Ésta es la más especial porque me he acordado mucho de él. Me acompañaba a muchas carreras y era de la grupeta del pueblo. Se la quería dedicar a él y a toda su familia”. Y no puede contener la emoción. Por la meta anda su padre. La familia Herrada es un clan. Unidos siempre siguiendo a los dos hermanos ciclistas allá donde estén corriendo. En la Laguna Negra solo está su padre, pero es suficiente para fundirse en un abrazo enorme y la emoción se les desborda.
Jesús Herrada es una garantía de éxito que honra este deporte cada vez que se cuelga un dorsal. Ya tiene tres triunfos de etapa en La Vuelta y ha sido dos veces campeón de España. Atraviesa probablemente el mejor momento de su carrera a pesar de ser ya todo un veterano en un ciclismo de jóvenes promesas. “Son mis dos carreras favoritas porque son las dos más importantes de cada. La Vuelta empecé a correrla desde que fiché por Cofidis y ya empecé a ganar. De cada carrera a la que voy intento coger lo que puedo y seguir disfrutando”.
La de hoy la tenía marcada. “Sabíamos que se haría una fuga, costó mucho que se formara y estuve intentándolo, haciendo muchos esfuerzos que luego me ha costado recuperar. Hasta el kilómetro 40-50 no he podido volver a entrar de nuevo en cabeza”. Que era un buen final para él lo sabían todos, hasta el líder Sepp Kuss se lo dijo mientras esperaban el comienzo de la ceremonia de podio. “¡Este tipo de subidas son las tuyas!”, le felicitaba el americano. “Pero me esperaba más ataques”, le confesó el manchego.
Herrada midió la distancia y supo mantenerse en calma cuando Jonathan Caicedo se lanzó en solitario. “He guardado fuerzas hasta la parte dura”. Ahí está Jesús que pedalea, y el otro Jesús, el amigo desaparecido que manda sus vatios desde el cielo. Éxito asegurado. “La 21 de mi cuenta. A seguir sumando”, se felicita entre lágrimas. “Porque aquí se intenta, se intenta y se sigue intentando. A veces sale y otras no, pero hay que seguir luchando”. Eso pretende en esta Vuelta. "He cumplido un gran objetivo que es la victoria de etapa pero queda mucha Vuelta, intentaré estar en otra fuga”, promete. Queda Herrada para rato.