Con la madurez que acostumbra y tanto le caracteriza, Enric Mas habló al cruzar la meta de Alfacar después de haber aguantado con los mejores. Es fácil que la euforia se apodere de cualquiera al ver sus piernas de escalador y descubrir su tremendo talento. Bastaba solo que alguien como Alberto Contador le pusiera la guinda al pastel, al señalarle el año pasado una vez retirado, como su heredero natural. Lo es. Contador lo vio y se quedó prendado de su calidad. Incluso se lo llevó a una concentración con el equipo Tinkoff donde entonces corría. Pero ni siquiera así Mas se dejó llevar por la euforia. Tranquilidad.
Poco o nada a cambiado desde entonces él. Tampoco ahora que su equipo, el Quick-Step Floors le ha dado todos los galones del equipo para esta Vuelta a España. En la meta de Alfaguara lo demostró. Enric Mas ya es décimo de la general, a 42 segundos de Michal Kwiatkowski, lo que viene a confirmar la evidente buena forma que atesora. Pero nada de euforia. “Tenemos que tener los pies en la tierra. Tengo 23 años y aún me queda camino por delante. Soy joven y estoy aquí para disfrutar y aprender".
Confirma que “el equipo me ha pedido si podía hacer la general. Quieren probarme para un futuro. Queremos ver hasta dónde llego y qué día reviento". Eso no significa que vaya a renunciar a otros posibles objetivos, como ganar etapas. “Si un día me veo bien para ganar, no voy a perdonar pero por ahora voy a guardar un poco las fuerzas".
Y otra vez, nada de euforia: “Si tiene que ser mi vuelta lo será pero ya iremos viendo cómo responden las piernas". Si no, ya habrá más. El futuro es suyo. Tiene su nombre escrito. “De momento, estoy contento con que en este primer contacto con la montaña haya estado con los mejores". Eso sí, no niega que “aunque me encuentro bien, también he sufrido. Iba todo el rato mirando para atrás a ver cómo iban los demás".