Haimar Zubeldia se quita su espina

Después de un discreto Tour, el guipuzcoano se apuntó a última hora a la Vuelta. Peleó por la victoria de etapa en Sotres, donde se metió en la fuga pero fue cazado a dos kilómetros de meta.

Ainara Hernando

Vuelta a España 2015 - Protagonistas
Vuelta a España 2015 - Protagonistas

Cuando el Tour llegó a París, cuando Froome festejaba su segundo maillot amarillo y Alejandro Valverde lloraba las lágrimas de diez años luchando por pisar el cajón del podium que al fin logró, Haimar Zubeldia no lucía la misma sonrisa que todos esos bellos ciclistas que suben al podium. No. La cara de Haimar era diferente. La expresión más viva del desánimo. Casi del hundimiento. La moral por los suelos. Ese Tour, después de haber hecho en cinco ocasiones top10, después de haberse visto delante, con los mejores, después de haberse preparado como nunca, o como siempre pero mejor aún, Haimar no encontró el golpe de pedal. No hubo un solo día, ni uno. El Tour acabó, en París todos sonrieron, pero Haimar no podía. No tenía motivos más allá de que aquella tortura ya terminaba.

La temporada 2015 acababa ahí, en los Campos Elíseos, pero Haimar no quería terminar así. No podía ser. Cambió los planes rápido. Habló con el equipo antes incluso de coger el vuelo de regreso a casa. Se borró de la lista de la Klasika de San Sebastián para refugiarse en Jaca, su campamento base y se dedicó a entrenarse y cuidarse para la Vuelta a España. “No quería acabar el año con la espina clavada”. En Sotres se la quitó.

Se metió en la fuga de nueve corredores que marcó el compás de la etapa y ante el control del Movistar y el Astana en la ascensión aguantó en cabeza en solitario hasta los últimos dos kilómetros. “Alguna pequeña esperanza me ha venido a la cabeza cuando me iban dando todo el rato los tiempos”, confiesa Zubeldia. “Pero no me he visto ganador, sabía que venían dos kilómetros muy duros y que en el último momento acelerarían por detrás”.

Aún así “no he mirado mucho para atrás”, contaba el guipuzcoano del Trek en meta. “Me he desgastado hasta donde he podido”, se resignaba. Pero mucho más que la victoria, por encima del triunfo queda la recuperación del buen golpe de pedal que tanto echó de menos en julio. “Es muy importante recuperar estas sensaciones, verme delante. Eso me motiva”. Le hace sentirse de nuevo ciclista. “Bueno, eso ya me siento siempre porque las piernas duelen todos los días, pero el sufrimiento se lleva mejor cuando te ves delante”, afirma, y promete “intentarlo todos los días, si hay piernas lo intentaré”.