Por todos es sabido que los equipos más punteros del pelotón internacional realizan parte de su pretemporada en la Marina Alta, donde el clima y las cimas poco transitadas se convierten en un escenario ideal para la puesta a punto de los Pogacar, Vingegaar y demás figuras del World Tour.
Desde la plataforma Strava podemos seguir sus progresos en las ascensiones al Coll de Rates y Vall de Ebo, o incluso coincidir con ellos en el café ciclista Musette de Alcalalí, sus escenarios principales en la provincia de Alicante, pero pocos conocen una rampa en la que realizan trabajo de series enfrentándose a un potente desnivel.
Justo al final de la carretera de Les Rotes, provincial del Barranc del Monyo, parte la tranquila calle de la Via Lactea, trazado vecinal que conduce hacia la senda de la Cova Tallada, un enclave idílico para excursionistas y buceadores que en los meses estivales exige permiso de acceso.

Tras la primera curva, pasada la señal que advierte el paso motorizado exclusivo de residentes, una rampa de 400 metros da la bienvenida al visitante mostrando el peaje requerido para disfrutar de los tesoros de la zona.

El asfalto de esta primera parte de la subida es limpiado a conciencia por los auxiliares de los equipos para que no existan riesgos al descender. En la quietud del invierno, con casi nula actividad en las viviendas, los ciclistas se enfrentan a un desnivel cercano al 19% que hace arder unas piernas que empiezan a coger forma. Más de un vecino ha quedado asombrado de ver ascender a los corredores a mayor velocidad de lo que podría hacerlo un vehículo propulsado por gasolina. Y no solo una vez, sino hasta en diez ocasiones. La rampa que obliga a los caminantes a encorvarse es utilizada por los deportistas de élite para un entrenamiento que mejorará su VO2 máximo y aumentará la capacidad de los músculos para utilizar el oxígeno trasportado por la sangre.

El trabajo de series en el ciclismo de carretera obliga a alternar periodos cortos de alta intensidad con intervalos de recuperación buscando un incremento de potencia aeróbica que dará sus frutos tanto en los puertos de montaña de las grandes vueltas como en las llegadas al sprint. Por esta razón, escaladores y llegadores realizarán el mismo entreno a la orilla del mar Mediterráneo.
No pares sigue, sigue...
Pero tras la recta donde se preparan las series, queda más por descubrir. La jornada de esfuerzo puede ampliarse. Una vez rebasada la entrada al camino de la Cova (la caseta de vigilancia marca el sendero) la calle gira a la derecha para afrontar los siguientes 600 metros sobre un asfalto roto que conduce serpenteante hasta la Torre del Gerro. La rampa final, con un piso más apto para gravel o btt, exige subirse a una estrecha acera para que las piedras y los baches no impidan el asalto final.

En total, un kilómetro más unos cuantos metros desde la entrada a la calle que pondrá a prueba las fuerzas de los que busquen el premio de las fabulosas vistas que pueden disfrutarse desde la base de la torre. Lo subas una vez, o te marques una serie, no dudes de que valdrá la pena.